Qué es el TDAH y por qué puede verse distinto en mujeres
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por inatención, impulsividad y/o hiperactividad.
La evidencia clínica y epidemiológica muestra que, en mujeres, el cuadro suele expresarse con un perfil más interno: dificultades sostenidas de organización, atención fluctuante, fatiga cognitiva y rumiación.

En varones, en cambio, es más visible la hiperactividad motora e impulsividad, lo que facilita la detección temprana en contextos escolares.
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El patrón femenino: inatención silenciosa y camuflaje
En niñas y mujeres, la hiperactividad tiende a ser más “cognitiva” que motora: mente acelerada, multitarea forzada y esfuerzo sostenido por mantener el rendimiento.
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Muchas desarrollan estrategias de camuflaje (listas, sobrepreparación, mimetización social) que reducen la disrupción externa, pero a costa de mayor estrés y agotamiento.
Esa “buena alumna agotada” o “profesional prolija” puede pasar años sin evaluación, aun con un costo emocional alto.
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Datos clave: brecha en derivaciones y subdiagnóstico
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- Prevalencia: estimaciones internacionales sitúan el TDAH en alrededor del 5–7% en población infantil y 2–3% en adultos, según revisiones de la American Psychiatric Association y metaanálisis en The Lancet Psychiatry.
- Razón por sexo: en la infancia se reportan razones de diagnóstico de aproximadamente 2–3 varones por cada mujer; en la adultez la brecha se achica hacia cifras cercanas a 1:1, lo que sugiere subdetección temprana en niñas.
- Derivaciones escolares: estudios revisados por el Journal of Clinical Child & Adolescent Psychology describen menos derivaciones de niñas con inatención significativa en comparación con niños con conductas disruptivas.
- Comorbilidades: las mujeres con TDAH muestran tasas más altas de ansiedad y depresión que los varones con TDAH, según datos de cohortes clínicas y registros poblacionales citados por guías europeas (NICE) y asociaciones especializadas.
- Impacto funcional: hay mayor riesgo de abandono académico, inestabilidad laboral y sobrecarga doméstica no remunerada. También se reportan tasas elevadas de burnout y disfunción ejecutiva en tareas de cuidado.
Hormonas, ciclo vital y variabilidad de síntomas
La fluctuación estrogénica puede modular neurotransmisores implicados en el TDAH.
Muchas mujeres refieren empeoramiento de la inatención y la regulación emocional en etapas de cambios hormonales (menarca, embarazo, posparto, transición menopáusica).
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La investigación clínica sugiere que ajustar dosis o tipo de tratamiento en esas fases puede mejorar la respuesta, siempre con seguimiento profesional.
Señales a observar que suelen pasar desapercibidas
- Rendimiento “alto pero frágil”: buenas notas o metas cumplidas a costa de noches largas y sobrepreparación.
- Organización oscilante: picos de productividad seguidos de periodos de bloqueo y procrastinación.
- Sensibilidad al rechazo y correcciones, con rumiación y autocrítica intensas.
- Olvidos frecuentes en tareas cotidianas (pagos, turnos), más que conductas disruptivas.
- Hiperfocalización en intereses puntuales que alterna con dispersión marcada.
- Agotamiento social tras reuniones o jornadas con múltiples estímulos.
- Historia de “ansiedad” o “depresión” como diagnóstico primario sin mejoría completa con tratamiento estándar.
Sesgos en la evaluación clínica y efectos en el diagnóstico
La literatura describe estereotipos de género que asocian la “buena conducta” con ausencia de problemas.
Eso reduce la sospecha de TDAH en niñas, especialmente cuando el rendimiento académico se mantiene. Además, criterios diagnósticos pensados históricamente a partir de muestras con predominio masculino pueden perder sensibilidad para presentaciones menos disruptivas.
Como sintetizan guías clínicas: “el TDAH no es un problema de voluntad ni de disciplina; es un trastorno del neurodesarrollo que requiere evaluación sistemática”.
Tratamientos: qué dice la evidencia
- Farmacológicos: los estimulantes y no estimulantes muestran eficacia en reducción de síntomas en mujeres y varones. En mujeres, algunos equipos ajustan esquemas considerando variaciones hormonales y efectos adversos específicos.
- Psicoeducación y TCC: la terapia cognitivo-conductual enfocada en funciones ejecutivas (planificación, priorización, manejo del tiempo) mejora el funcionamiento diario. La psicoeducación reduce la autocrítica y favorece la adherencia.
- Intervenciones organizacionales: técnicas de externalización (agendas visuales, recordatorios inteligentes, bloques de tiempo) y delimitación de cargas de cuidado tienen evidencia práctica sólida.
- Comorbilidades: cuando hay ansiedad o depresión, el abordaje combinado (farmacológico y psicoterapéutico) mejora resultados funcionales frente a tratar cada cuadro por separado.
Impacto social y económico
El subdiagnóstico femenino tiene costos medibles: uso más frecuente de servicios de salud mental por síntomas inespecíficos, menor estabilidad laboral y techo de cristal reforzado por exigencias ejecutivas no reconocidas.
Estudios poblacionales señalan que la detección y el tratamiento oportunos reducen ausentismo, mejoran la productividad y disminuyen el riesgo de accidentes y errores en tareas de alta demanda atencional.
Curiosidades
- En diarios personales de mujeres con TDAH se describen “dobles vidas”: rendimiento impecable afuera y caos puertas adentro, un patrón que la investigación cualitativa viene documentando.
- La hipersensibilidad al rechazo no es un criterio formal del diagnóstico, pero muchas mujeres la identifican como el síntoma más limitante en lo social.
- Algunas pacientes relatan “hiperempatía” y lectura fina de microseñales sociales, que coexisten con distracción en tareas monótonas.
- El uso de colores y texturas en sistemas de organización (pizarras, notas adhesivas, apps) tiene mejor adherencia que listas monocromas, según ensayos de intervención conductual.
- En tests estandarizados, la variabilidad intraindividual (picos y valles) puede ser más informativa que el promedio de rendimiento.