¿Qué es el fallo cardíaco y en qué se diferencia de un infarto?
El fallo cardíaco es una condición en la que el corazón no puede bombear sangre de manera eficiente para satisfacer las necesidades del cuerpo. No debe confundirse con el infarto de miocardio, que ocurre cuando una arteria coronaria se bloquea, impidiendo el flujo sanguíneo al músculo cardíaco y provocando daño o muerte del tejido.
Ambas afecciones pueden estar relacionadas, ya que un infarto puede derivar en fallo cardíaco si el daño al corazón es importante. Sin embargo, el fallo cardíaco suele desarrollarse gradualmente, mientras que el infarto es repentino.
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Factores de riesgo

Varios factores aumentan el riesgo de sufrir un infarto o desarrollar fallo cardíaco. Los principales son:
- Hipertensión arterial
- Colesterol alto
- Diabetes
- Obesidad
- Tabaquismo
- Sedentarismo
- Antecedentes familiares de enfermedades cardíacas
- Estrés crónico
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Síntomas de alarma

Reconocer los síntomas tempranos es clave para buscar atención médica y prevenir complicaciones mayores.
Síntomas de fallo cardíaco:
- Fatiga y debilidad persistentes
- Falta de aire, especialmente al realizar esfuerzos o al acostarse
- Hinchazón en tobillos, piernas o abdomen
- Palpitaciones o latidos irregulares
- Tos o silbidos persistentes, a menudo empeoran por la noche
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Síntomas de infarto:
- Dolor o presión en el pecho, que puede irradiar a brazo izquierdo, mandíbula, cuello o espalda
- Sudoración profusa, náuseas o vómitos
- Palidez y sensación de debilidad extrema
- Dificultad para respirar
Ante la aparición de estos síntomas, especialmente si son súbitos e intensos, es fundamental buscar atención médica de inmediato.
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Prevención: la mejor herramienta

Anticiparse a un infarto implica adoptar hábitos saludables y realizar controles médicos regulares:
- Alimentación saludable: reducir el consumo de sal, grasas saturadas y procesadas; aumentar frutas, verduras y granos integrales.
- Ejercicio regular: al menos 30 minutos de actividad física moderada la mayoría de días a la semana.
- Control de peso: mantener un índice de masa corporal adecuado.
- Abandonar el tabaco y limitar el alcohol.
- Vigilar la presión arterial, colesterol y glucosa: realizar chequeos periódicos y seguir el tratamiento médico si se presentan alteraciones.
El papel de la prevención secundaria
Para quienes ya han sufrido un evento cardíaco, el seguimiento médico y el cumplimiento de la medicación son esenciales para evitar recaídas.
Participar en programas de rehabilitación cardíaca y adoptar un estilo de vida saludable marcan la diferencia en la calidad de vida y la supervivencia.
La conciencia y la detección temprana son cruciales para ganarle al infarto y al fallo cardíaco. Ante dudas, molestias o antecedentes familiares, la consulta con un cardiólogo puede ser la mejor decisión para proteger el corazón y, en consecuencia, la vida.