Este comportamiento no solo afecta a la persona que lo practica, sino que también puede tener un impacto negativo en sus relaciones personales y profesionales. Estas son las posibles causas, consecuencias y estrategias para salir de este ciclo de negatividad llamado lamento crónico.
¿Qué es el lamento crónico y cuáles son sus causas?
El lamento crónico se caracteriza por una tendencia persistente a enfocar la atención en lo negativo, expresando insatisfacción o frustración con frecuencia. A diferencia de expresar un descontento ocasional –lo cual es una reacción natural ante adversidades– el lamento crónico representa un patrón habitual de quejas.
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En algunos casos, quejarse puede ser un comportamiento aprendido de figuras de autoridad o padres durante la niñez. También la necesidad de validación lleva a las personas al lamento crónico: buscar empatía o confirmación de emociones puede llevar a personas a verbalizar quejas con regularidad.

Al enfocarse únicamente en problemas, las personas pueden evitar enfrentar estos problemas directa y activamente, es decir, hay una evitación del cambio.
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Además, una percepción del mundo en la que los aspectos negativos son percibidos como preeminentes puede predisponer a una persona al lamento crónico.
El lamento constante tiene consecuencias varias tanto a nivel personal como interpersonal.
A nivel personal hay un incremento del estrés. El enfoque constante en lo negativo puede elevar los niveles de estrés y afectar el bienestar emocional y físico. La incapacidad de ver aspectos positivos o soluciones puede hacer que las personas sean menos resilientes ante los desafíos.
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A nivel interpersonal hay una desgaste de relaciones, pues la constante negatividad puede agotar la paciencia de amigos y familiares, quienes podrían preferir distanciarse. En el ámbito profesional, un enfoque negativo reiterado puede afectar la moral del equipo y el ambiente de trabajo.
Estrategias para superar el lamento crónico
Para superar el lamento crónico es esencial cambiar la mentalidad y aplicar técnicas que promuevan una perspectiva más equilibrada y positiva.
Conciencia y registro. El primer paso para salir del hábito del lamento es reconocer su frecuencia e identificar las situaciones que lo provocan. Llevar un diario de quejas puede ayudar a tomar conciencia del grado y situaciones específicas que lo desencadenan.

Desarrollo de la gratitud. Cultivar la gratitud implica enfocar intencionadamente en los aspectos positivos de la vida. Practicar la gratitud a través de ejercicios diarios, como anotar tres cosas por las que estás agradecido, puede ayudar a reconfigurar la mente para centrarse en lo positivo.
Reencuadre cognitivo. El reencuadre cognitivo consiste en modificar la interpretación de las situaciones para verlas desde una perspectiva más positiva o neutral. Esto implica preguntarte: “¿Qué puedo aprender de esta situación?” o “¿Cuál es el lado positivo de este desafío?”
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Soluciones prácticas. Enfocarse en soluciones en lugar de problemas puede nutrir una mentalidad más proactiva. Reemplazar pensamientos negativos con preguntas como: “¿Qué puedo hacer para mejorar esta situación?” fomenta una actitud de resolución de problemas.
Apoyo profesional. Buscar el apoyo de un terapeuta o coach puede proporcionar estrategias personalizadas y un espacio seguro para explorar y cambiar patrones de pensamiento negativos.
Salir del ciclo del lamento crónico requiere tiempo, esfuerzo y compromiso, pero es un paso crucial para mejorar la calidad de vida tanto a nivel personal como interpersonal.
Adoptar una actitud más positiva no solo beneficia a uno mismo sino que también mejora las relaciones y el ambiente en el que se interactúa. Con dedicación y las estrategias adecuadas, es posible transformar el plagueo habitual en una mentalidad de gratitud y solución.