Salud mental, dar y pedir ayuda

Un abordaje distinto es el que propone el psiquiatra Agustín Barúa Caffarena, en la semana dedicada a la salud mental. Sus conceptos y críticas nos mueve a una profunda reflexión hacia lo comunitario, los cuidados y la diversidad.

Un abordaje distinto es el que propone el psiquiatra Agustín Barúa Caffarena, en la semana dedicada a la salud mental. Sus conceptos y críticas nos mueve a una profunda reflexión hacia lo comunitario, los cuidados y la diversidad.
Un abordaje distinto es el que propone el psiquiatra Agustín Barúa Caffarena, en la semana dedicada a la salud mental. Sus conceptos y críticas nos mueve a una profunda reflexión hacia lo comunitario, los cuidados y la diversidad.gentileza

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La salud mental no es solo un concepto, según Barúa Caffarena, necesita el lazo comunitario. “No es el sentido de la vecindad, sino cuando una persona es importante para mí y yo soy importante para una persona”.

Luego mencionó “el miedo a la libertad porque tuvimos mucho autoritarismo. Tenemos que trabajar fuertemente nuestro derecho y el disfrute de la libertad”.

Cuando le preguntamos acerca de si las enfermedades mentales se pueden revertir o curar el profesional subrayó “los cuidados porque en el mundo de la medicina hemos disociado mucho cura de cuidados, tenemos que reintegrar eso”.

Su crítica apuntó a que “hemos despreciado los cuidados como algo que no es profesional, que no es serio, que es como menor y cuidarnos define el proyecto humano”.

También desarrolló el alcance de la palabra diversidad: “somos una sociedad que queremos que todos seamos de una sola manera, si no es colorado, heterosexual, carnívoro, cerro-olimpista, no funciona. Inclusive si somos de esas cosas necesitamos ser de diferentes maneras”.

Salud mental frente a los grandes problemas

Los problemas mentales más frecuentes en Paraguay no son los más importantes, advirtió el psiquiatra. “Para mí es el miedo o los miedos, somos una sociedad sufriente de miedo”.

Por la desconfianza social “vemos enemistad y peligrosidad por todas partes y se relaciona con el miedo”, insistió.

Expuso el aislamiento como otro factor preponderante: “vivimos cada vez más solos, más encerrados en nuestras casas, pantallas, y en nuestra propia mente. Nadie sabe lo que nos pasa”.

Por otra parte, “tenemos muchos prejuicios contra la diferencia. El que se sale del esquema es fuertemente castigado. A mí me preocupa más esos temas que los nombres psiquiátricos del sufrimiento”, aclaró.

Sumó una crítica, “la desigualdad, transversal a todo lo dicho, porque hay privilegios para un grupito de personas y enorme falta de derechos para la mayoría”.

Salud mental tratada con medicamentos

Barúa Caffarena opinó que “la psiquiatría trata de una manera medicamentosa todo, reduce los problemas a un abordaje pastillero, y la realidad es que necesita un abordaje integral, complejo y participativo”.

Según afirmó, “el tratamiento no puede ser solo medicación o psicoterapia. La gente tiene que tener voz y no ser pasiva, hay que poder tomar todas las dimensiones de la vida”.

Las adicciones a las sustancias

“Si celebramos la vida y me encuentro con la gente porque estoy contento, porque le fue bien a alguien, nos encontramos y chupamos y fumamos y nos cuidamos”, dijo.

Otra cosa es: “tengo un problema y encima me drogo, en vez de pedir ayuda, y ahí nos va mal. Nos falta más solidaridad, capacidad de pedir y dar ayuda”, afirmó.

En cuanto a los medicamentos, “la historia de la medicación tiene 80 años en la humanidad, toda la historia humana anterior fue sin medicación, no es imprescindible”, destacó.

Y a renglón seguido enunció su pensamiento: “a los psiquiatras nos encanta dar pastillas porque nos da asco vernos en las historias que los pacientes nos ofrecen. La medicación es el peón, no el alfil, menos la reina”, comparó con las piezas del ajedrez.

Cordura y locura

Su discurso prosiguió, “la persona no es un enfermo total, siempre somos una mezcla de cosas, de cordura y locura. La persona nunca es un enfermo total, somos una mezcla dinámica, el cambio existe”.

Criticó las terapéuticas como la internación en el manicomio: “son parte del problema, porque son lógicas de depósito y de cárcel. Se aparta a la persona y se le deja encerrado”. “¿Cómo los psiquiatras entendemos que una persona en crisis de salud mental deberá ser tomado a la fuerza, luego llevarlo y encerrarle en un calabozo, darle medicación, inyectarla a la fuerza, y dejarla sola?”, concluyó.

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