¿Por qué sentimos más hambre cuando refresca?

¿Alguna vez has notado que en los días fríos sentís más apetito? Esto no es una coincidencia ni un simple antojo de comidas. Hay razones científicas detrás de este fenómeno. Enterate por qué cuando refresca tenemos más hambre y cómo nuestro cuerpo se ajusta a las condiciones climáticas cambiantes.

Cuando la temperatura exterior baja, este sistema activa mecanismos para generar y conservar el calor corporal.
Cuando la temperatura exterior baja, este sistema activa mecanismos para generar y conservar el calor corporal.Shutterstock

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A continuación, algunas razones por las que en días frescos aumenta el apetito o tenemos antojos:

  • Termostato corporal. Nuestro cuerpo tiene su propio sistema de regulación de temperatura, un ‘termostato’ interno ubicado en el hipotálamo. Cuando la temperatura exterior baja, este sistema activa mecanismos para generar y conservar el calor corporal. Uno de estos mecanismos incluye el aumento del apetito, ya que el proceso de digestión libera energía en forma de calor, ayudando a mantener nuestro cuerpo caliente.
  • Gasto energético y metabolismo. En clima frío, nuestro cuerpo necesita quemar más calorías para mantenerse calentito. Esto significa un aumento en el metabolismo basal, es decir, la cantidad mínima de energía requerida para mantener las funciones vitales en reposo. Para satisfacer esta demanda energética aumentada, sentimos más hambre, incitándonos a ingerir más alimentos ricos en energía.
  • Melatonina y serotonina. La producción de melatonina, la hormona responsable de regular nuestros ciclos de sueño, aumenta en la oscuridad. Durante los meses más fríos y oscuros del año, este incremento puede también afectar nuestros niveles de serotonina, una hormona implicada en el estado de ánimo y el apetito. Bajos niveles de serotonina están asociados con un aumento del apetito, especialmente por carbohidratos, los cuales pueden mejorar temporalmente el estado de ánimo al aumentar los niveles de serotonina en el cerebro.
  • Leptina y ghrelina. La leptina y la ghrelina son dos hormonas directamente implicadas en la regulación del apetito. La leptina suprime el hambre, mientras que la ghrelina la estimula. El clima frío puede influir en los niveles de estas hormonas, incrementando la sensación de hambre.
Durante los meses más fríos y oscuros del año, este incremento puede también afectar nuestros niveles de serotonina, una hormona implicada en el estado de ánimo y el apetito.
Durante los meses más fríos y oscuros del año, este incremento puede también afectar nuestros niveles de serotonina, una hormona implicada en el estado de ánimo y el apetito.

Respuesta evolutiva y estrategias para manejar el hambre en días fríos

Desde una perspectiva evolutiva, el aumento del apetito durante los periodos fríos podría haber sido ventajoso para nuestros antepasados, proporcionándoles la energía necesaria para sobrevivir en condiciones adversas. Este almacenamiento de grasa no solo servía como reserva energética sino también como aislante térmico.

A continuación, enumeramos algunas estrategias para manejar el hambre en climas fríos o frescos

  • Mantené una dieta equilibrada: Optá por alimentos que sean ricos en fibras, grasas saludables y proteínas. Estos nutrientes te ayudarán a sentirte satisfecho por más tiempo y te proporcionarán la energía necesaria sin tener que aumentar excesivamente la ingesta calórica.
  • Mantenete hidratado: A veces, confundimos la sed con hambre. Beber suficiente agua puede ayudarte a controlar el apetito.
  • Hacé ejercicio regularmente: El ejercicio no solo te ayudará a mantener un balance energético sino que también puede regular los niveles hormonales asociados al apetito.
La sensación de tener más hambre cuando hace frío es una respuesta natural de nuestro cuerpo a la necesidad de generar y conservar calor.
La sensación de tener más hambre cuando hace frío es una respuesta natural de nuestro cuerpo a la necesidad de generar y conservar calor.

La sensación de tener más hambre cuando hace frío es una respuesta natural de nuestro cuerpo a la necesidad de generar y conservar calor. Es importante reconocer y adaptarse a estas señales físicas, manteniendo decisiones alimenticias saludables y un estilo de vida activo.

Al entender cómo y por qué nuestro apetito cambia con el clima, podemos tomar medidas para asegurar nuestro bienestar, sin importar la temperatura exterior.

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