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Para que eso funcione bien es importante que el tono del color del producto vaya bien con nuestro propio tono de piel.
El portal “Haut.de” explica que el tono se alcanza con la mezcla de óxidos de hierro. De acuerdo a su composición, son amarillos, rojos, marrones o negros y dan como resultado una gran variedad de colores.
La base elegida debe ser como mucho un tono más claro o más oscuro que la propia tez.
Lo mejor es probar con la luz del día partiendo del tono de piel del cuello. Si no, quedan bordes y la transición llama demasiado la atención.
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Si se quiere usar la base sobre todo de noche, se puede optar por un tono más fuerte dado que la luz artificial absorbe mucho color.
Resultado parejo e imperfecciones cubiertas
Para que el resultado se vea parejo y no se generen manchas lo mejor es distribuir la base a través de pequeños movimientos desde el centro del rostro de manera uniforme hacia los lados. No olvidar ocultar bien las transiciones hacia la raíz del cabello y hacia el cuello.
Las ojeras, las imperfecciones y las manchas rojas se pueden cubrir luego con corrector. Este se aplica sobre la base y debería ser algo más claro que esta.