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“Las vacaciones en familia son momentos para atesorar, ese referente emocional al que nos gustaría volver siempre; por eso es que tratamos de repetir esas experiencias con los hijos o amigos. Por lo general las experiencias actuales no suelen salir como las que recordamos, pero buscamos siempre ese bienestar que sentimos con nuestra familia de origen”, inicia la psicóloga Gabriela Casco.
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-Es un tiempo entre el deber (obligación) y/o el placer de estar con la familia.
Después de dos años y meses de estar tanto tiempo con los hijos y los hijos con los padres, parece que necesitamos “vacaciones de las vacaciones”, pero nuevamente nos encontramos trabajando en idear qué actividades inventar para que los chicos o adolescentes la pasen bien con nosotros o con sus amigos. Lo bueno de la cuarentena fue que nos enseñó a encontrar nuestros pequeños espacios, nos exigió saber hacer algo con la ansiedad, con el tiempo ocioso y sobre todo a respetar el espacio del otro sin enojarnos u ofendernos si no compartimos todo, todo el tiempo.
-Como padres, ¿qué reglas poner si viajamos con niños y/o adolescentes?
Las vacaciones tienen los horarios más flexibles, pero no por eso quedan exentas de la rutina. Si viajamos con niños es importante que no pierdan su horario del sueño, de comidas y tiempo de exposición a las pantallas, no solo por la salud de ellos, también por nuestra salud mental. Necesitamos esa rutina para organizar también nuestro espacio sin niños. Si además viajamos con adolescentes, debemos establecer horarios de llegada a la casa, información de adónde van y con quién, así como darles las coordenadas del lugar donde se hospedan, los números de celular y dirección de e mail. Los jóvenes deben cuidarse el doble porque estarán en un lugar extraño donde hay desconocidos. Se debe conversar mucho con ellos y advertirles de saber manejar la euforia que provoca estar en otra ciudad de vacaciones. El mensaje es cuidarse, no sentir paranoias y luego miedo o culpa.
-¿Es recomendable llevar de viaje a un amigo de nuestro hijo/a pequeño?
No faltan los viajes a los que van invitados nuestros hijos o vienen con nosotros los amigos o primos. Por supuesto que pueden venir, los niños quieren estar con niños, pero, siempre y cuando, conozcamos el carácter de ese amigo y sepamos manejarlo como a nuestros hijos, es decir, si es necesario también ponerle límites o decirle algo sin que se ponga sensible, y también asegurarnos de que no va a extrañar a sus padres en la mitad de la ruta.
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-¿Qué sugerís respecto a las mascotas?
Hoy son parte de la familia, si las podemos llevar, adelante. Pero asegurarnos de encontrar un lugar pet friendly y de conocer el carácter de nuestra mascota. Fundamental que sea sociable, que pueda estar entre muchas personas, incluso extrañas, que sea educado, que tenga las vacunas al día. Si domina el arte del escapismo, mejor dejarlas en algún hotel de animales o con algún familiar; no pasa nada. Es neurotizante preocuparse demasiado por cómo pasarán sus días sin nosotros, más bien somos nosotros lo que no debemos generar apego emocional en ellos.
-¿Cómo organizar un plan de vacaciones que no falle?
Las vacaciones despiertan muchas expectativas y se viven en tres partes: la planificación, el viaje y el recuerdo. Definamos bien qué tipo de viaje vamos a hacer de acuerdo a la edad de los hijos. Si tenemos una finalidad meramente turística de ocio y relax, como estar en una playa, hay que tener en cuenta que no tendremos la ayuda que tenemos en casa con los pequeños (niñera). Entonces es mejor ir a un lugar cercano para poder llevarla, porque al final termina siendo doble trabajo estar en vacaciones con niños pequeños sin ayuda. Si ya tienen edad para manejarse solos, ahí podemos buscar lugares más desafiantes. Y si son más grandes, ya podemos viajar con fines culturales para que conozcan el mundo, historia, arte, etc. con mucha más garantía de buena inversión de tiempo y dinero en esos viajes.
La felicidad de las vacaciones en casa
“Las vacaciones podrían estar sobreestimadas por los adultos, ya que, a los niños, en realidad no les importa mucho, a ellos les gusta estar en el hogar, siempre y cuando allí reine la armonía. Muchas veces hasta rechazan paseos por la costanera, ir a una plaza o a un club, porque prefieren quedarse en casa. Por tanto, podemos organizar unas lindas vacaciones caseras, cambiando las rutinas, reordenando o redecorando muebles y lugares donde compartimos en familia, viendo películas, armando charlas, piyamadas, invitando a amigos, compartiendo con los abuelos. Todo lo que ellos encuentren fascinante hacer en casa, se convierte en vacaciones y diversión” apunta la profesional.
-¿Volvemos relajados de las vacaciones o todo lo contrario?
Se tiene demostrado científicamente que una persona se “desenchufa” de la vorágine laboral recién en la segunda semana de vacaciones. Y cuando empieza a tomar el ritmo de éstas, ya debe volver a casa sin haberse distendido lo suficiente para comenzar el nuevo año. Para reducir aún más este intento de descanso, llevamos trabajo a casa o trabajamos en casa, y esto hace que el lugar de trabajo sea donde uno también descansa. Tampoco es raro ver gente en la playa/montaña/campo embelesada con el celular, buscando afanosamente conexión a internet. De esta manera uno se pierde no solo la conexión con la familia sino con la experiencia de esas vacaciones. Lo mejor es tratar de equilibrar los tiempos y cumplir con las responsabilidades sin sentirse culpables, pero a la vez disfrutar con la familia los momentos que puedan.
-Muchos padres compran regalos a sus hijos (se endeudan) para compensar el no haber podido llevarlos de vacaciones
Creo que los niños y jóvenes de hoy piden muchas cosas, porque quizás se sienten vacíos de atención, y los padres hacen lo que pueden por darles lo que piden (tecnología, videojuegos). La única verdad es que nunca vamos a poder darles todo lo que quieren. Por eso debemos generar felicidad gratis, innovar con acciones totalmente diferentes a las que impone el consumismo. Podemos incentivar experiencias donde el niño o el adolescente aprenda a dar. Creo que la infelicidad y depresión por la que atraviesan hoy niños y jóvenes es por la falta de servir y de dar. ¿Qué tal organizar una colecta de juguetes y llevarlos a lugares donde hay niños que no los tienen? ¿qué tal conocer un asilo o una escuelita, un orfanato? Qué tal fomentar la empatía. Esto también es un regalo de lujo, porque es para la vida. Criarlos desapegados, generosos, sacarlos de su zona de confort, eso puede marcar unas vacaciones inolvidables.
Libres de estereotipos
“El desafío es adueñarnos de nuestro tiempo para transformarlo en un ocio creador, que no dependa de calendarios estructurados y que permita el intercambio de experiencias y el potenciar el desarrollo individual y social sin sentir angustia por no estar haciendo “lo que hacen todos” para ser parte de la sociedad”, sostiene Casco.
Agrega que “podemos construir una ética del placer basada en la búsqueda de nuestra autonomía hacia un estilo de vida que propicie el bienestar a través de la libertad y la madurez en la elección de nuestras actividades. Para poder abandonar los estereotipos culturales debemos despertar el desarrollo de ciertas áreas de funcionamiento mental como, por ejemplo: conocer nuestras capacidades lúdicas, espirituales, intelectuales y creativas con nuestros hijos y pareja”.
Por otra parte habla de propiciar un desarrollo positivo, desalojar el “super yo” interactivo de cómo y dónde vacacionar. Hay tanto para hacer: recorrer nuestro país, investigando nuestras raíces, “narcisizándonos” como paraguayos, empezando a sentir Paraguay para creer en lo hermoso que tenemos y somos, mucho más que los paquetes de playas caribeñas, ciudades exóticas o cruceros.
“Nada más satisfactorio que romper esquemas e inventar nuestro propio camino acorde a nuestras posibilidades y que no nos cuesta más dinero sino más autoexigencias. Una ética del placer como producto de la autoconciencia, de estar bajo el propio control, genuina alegría, satisfacción y paz”, finaliza la Lic. Casco B.