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La argentina Mónica Katz doctora especialista en nutrición decía que: “El descenso de peso dispara una respuesta en el organismo que se opone a la pérdida de peso y genera efecto rebote. El cuerpo no sabe de dietas”, nos comenta la nutricionista Shirley Cardozo quien habla de este efecto muy común en las personas.
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“Si ingresan calorías, se gastan. Ahora, si el organismo no recibe suficiente energía, entonces pone en marcha un mecanismo psiconerurohormonal que limita la pérdida de peso. Esto puede disparar la famosa meseta o efecto rebote. Las dietas que no tienen efecto rebote son aquellas que te enseñan buenos hábitos alimenticios, sostenibles, reales y adaptadas según tus gustos y necesidades”.
Aquí nos habla de algunas causas: Realizaste dietas muy restrictivas, dietas milagro.
¿Cómo identifico una dieta milagro?
Son regímenes muy estrictos sin evidencia científica, imposibles de mantener a largo plazo y con efectos secundarios contrarios a los que queremos conseguir.
Suelen basar su efectividad en las bondades de un solo alimento (como “la dieta de la piña”, por ejemplo) o en restringir de forma severa un determinado grupo de nutrientes.
Nos prometen una pérdida de peso rápida y sencilla.
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¿Pero qué pasa luego?
Si tu cuerpo está acostumbrado a trabajar con 2.000 calorías diarias, ¿qué pensás que ocurrirá cuando le provees 1.200 calorías? (algunas dietas milagro proponen menos).
Nuestro cuerpo es un organismo inteligente y diseñado para la supervivencia: si le damos de repente mucha menos gasolina de la que necesita para poder mantener sus funciones diarias, se hace mucho más eficiente y consigue seguir trabajando solo con las calorías que le estamos dando.
Esto genera una tremenda frustración que la mayoría de las veces nos lleva a dejar la dieta al ver que “no funciona”: volvemos a nuestros antiguos hábitos, y ahí es cuando llegan los kilos de más después de haber estado a dieta.
No hagas una dieta a corto plazo, aprende a comer y cambia tus hábitos.
No cambiaste tus hábitos
Bajar de peso requiere constancia, necesitas cambiar tus hábitos y que estos duren toda la vida.
Cambiar de hábitos es como aprender a andar en bicicleta, requiere un esfuerzo al principio y luego sale de manera natural.
No vale la pena realizar sacrificios para una sola ocasión (casamientos, 15 años o el famoso llegar al verano). ¡Hay que ser constante! Que tus cambios no tengan fecha de vencimiento.
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Llevas una vida sedentaria
Parte de un cambio de hábitos es realizar ejercicios por sus innumerables beneficios independientes a la pérdida de peso.
Si no logras ser constante con el ejercicio, necesitas cambiar tu enfoque y entender lo siguiente: El objetivo de realizar ejercicios es sentirte bien y no verte flaco/a. (La modificación de la composición corporal se da como consecuencia de tu constancia con el ejercicio).
Debes encontrar algo que te guste y entender que hacer ejercicio no es solo ir al gimnasio, puedes caminar, andar en bicicleta, jugar fútbol, volley, patinar todo lo que requiera movimiento es bueno para tu salud.
“No importa el movimiento que optes realizar, elegí algo que te guste, y hazlo un hábito”, concluye Shirley Cardozo nutricionista clínica, especialista en obesidad.