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Así lo considera el neurocientífico Stefan Schneider, quien se remite para ello a los resultados del proyecto de investigación “DenkSport” (deporte mental), que él mismo coordina en la Escuela Alemana Superior de Deportes (DSHS) de la ciudad de Colonia.
“Si se sale a caminar una vez por semana, entonces las manifestaciones degenerativas causadas por la edad pueden llegar a detenerse, pero no se logra alcanzar un efecto positivo”, comenta el profesor en un podcast de la DSHS. Y señala que a partir de dos o tres veces por semana sí se observa un impacto positivo.
El proyecto investiga, de acuerdo con sus propias indicaciones, los efectos que puede tener un entrenamiento de resistencia moderado durante un año en el avance del deterioro cognitivo leve. Este tipo de deterioro frecuentemente representa la etapa previa a la demencia.
Ya son varios los estudios que han demostrado el efecto positivo que puede tener el deporte sobre las capacidades cognitivas, algo que también se aplica al impacto preventivo con vistas a la demencia. También por esa razón es recomendable mantenerse físicamente activo con el avance de la edad.
¿Por qué puede el deporte favorecer el rendimiento mental? Según Schneider, los mecanismos neurofisiológicos son una posible explicación.
El deporte supone un reto para el organismo, apunta, lo que conlleva procesos de transformación que, al parecer, también repercuten en el sistema nervioso central.
Desde el punto de vista del investigador, lo primordial es que el deporte nos permite estar en buenas condiciones físicas. Esto conduce a su vez a que las personas tengan más confianza en sí mismas y, por ende, se mantengan más activas y se muevan más en la vida cotidiana. El aislamiento, puntualiza, es uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de una demencia.
Y describe así el problema: “Las personas mayores se repliegan, se quedan en casa, ya no se tienen confianza, no se animan a hacer cosas. Y eso es prácticamente como envolver el cuerpo en un yeso. Ahí ya no sucede más nada. Se produce un retroceso”.
Schneider detalla que, lo que se puede lograr mediante el deporte y el ejercicio, es recuperar el estado físico y, por lo tanto, reforzar la confianza corporal en uno mismo.
En última instancia, subraya, esto hace posible la participación social y brinda a las personas mayores la oportunidad de volver a relacionarse también intelectualmente con el mundo exterior.
“Lo que nuestro cerebro necesita es un ‘input’ multisensorial”, afirma el profesor. “No sirve de nada resolver crucigramas”. Porque a través de ello solo se trata de volver a recordar información que probablemente aún se encuentra allí. “Hay que motivar al cerebro, exigirle más”, sostiene Schneider.
Un ejemplo sencillo, indica, es el de ir a hacer compras: para ello se necesita capacidad de orientación para llegar hasta el comercio y ubicarse en su interior. Se requiere además memoria a largo plazo (“¿en qué estante se encontraban qué cosas?”) y a corto plazo (“¿qué cosas quiero comprar?”).
El requisito previo para poder hacerlo es, por supuesto, que se cuente con un estado físico suficientemente bueno como para llegar hasta el supermercado. “Este es uno de los factores decisivos”, acota Schneider.