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Los científicos temen que el aislamiento forzoso pueda estar creando un nuevo tipo de epidemia, ya que los que se ven forzados a la soledad se enfrentan a crecientes problemas de salud mental.
Al principio de la pandemia, en Australia, psiquiatras encuestaron a 5.070 adultos y constataron que más de tres cuartas partes reconocían que su salud mental había empeorado desde el comienzo de la crisis del coronavirus.
Casi el 80 por ciento de los encuestados señaló niveles de incertidumbre sobre el futuro entre moderados y extremos, mientras que la mitad dijo sentirse de moderada a extremadamente sola. Otro 50 por ciento también señaló tener temores económicos entre moderados y extremos.
“Es comprensible que en momentos como este la gente sienta temor, que esté preocupada, ansiosa y asustada por los constantes cambios en las alertas y la cobertura informativa sobre la propagación del virus”, señala Lifeline, una organización benéfica australiana de apoyo en momentos de crisis, en su web.
En ella, Lifeline ofrece consejos sobre salud mental y bienestar, además de sugerir que las personas deben gestionar activamente su bienestar y ser conscientes de cuánta información de los medios de comunicación pueden soportar.
Otra organización benéfica australiana, Beyond Blue, dedicada a la salud mental, creó un servicio de apoyo para el bienestar mental en tiempos de coronavirus, con una línea de atención telefónica y una página web dedicada.
En Alemania, algunos médicos señalan que la soledad era un problema invisible incluso antes de la pandemia.
“Hay más gente de lo que se piensa que vive en una gran ciudad y casi no tiene contactos sociales”, dice Stefan Deutschmann, que dirige el departamento de asesoramiento y consejo de la organización benéfica Diakonischen Werk, en Hamburgo.
Ahora, ese problema se está agravando durante la pandemia. En la primera fase del brote, entre mediados de marzo y mediados de mayo, su línea de ayuda en Hamburgo recibió entre un 25 y un 30 por ciento más de llamadas. “Muchas personas expresaron un profundo sentimiento de soledad”, añade Deutschmann.
En toda Alemania, el centenar de líneas de ayuda dirigidas por las iglesias católica y protestante identificaron niveles similares de necesidad. Alrededor del 40 por ciento de las personas llamaron queriendo hablar de las restricciones, la incertidumbre y los cambios que comportó la pandemia, señala Ulrike Mai, portavoz de las líneas de ayuda.
La pandemia puede estar creando una “epidemia de soledad” en Alemania, opina Horst Opaschowski, un investigador de Hamburgo que centra sus estudios en cómo será el futuro.
Para alrededor del 80 por ciento de las personas, la falta de contacto con la familia y los amigos fue una pesada carga, según una encuesta del Instituto Forsa encargada por la aseguradora de salud alemana Techniker Krankenkasse.
Los límites entre la soledad, la depresión y la enfermedad mental son fluidos, avisó en agosto la Asociación de Psicoterapeutas de Alemania.
“Junto a la depresión y los trastornos de ansiedad, pueden surgir también trastornos de estrés agudo y postraumático, así como adicción al alcohol y las drogas, trastornos obsesivo-compulsivos y psicosis”, puntualiza Dietrich Munz, presidente de la Asociación, quien también señala que las personas mayores están entre los grupos más afectados.
Científicos de todo el mundo están valorando los peligros de la soledad y sus efectos, y piden a los que se quedan en casa que sean comunicativos en lo que respecta a sus preocupaciones y mantengan activas sus relaciones a través de Internet.
Los expertos en salud mental del Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña dicen que también es importante “no quedarse pegado a las noticias” y desconectarse de ellas para hacer cosas que realmente hagan disfrutar y cuidar la salud física, que está relacionada con la salud mental.
La soledad tiene un grave impacto en la salud de las personas, según Carla Perissinotto, profesora asociada de medicina de la Universidad de California en San Francisco.
La soledad y el aislamiento social se asocian con un mayor riesgo de sufrir dolencias crónicas, incluyendo la demencia y las enfermedades cardiovasculares, así como un mayor riesgo de muerte prematura, asegura el Dr. Audiey Kao, editor del Journal of Ethics de la Asociación Médica Americana.
La pandemia del coronavirus se produjo cuando más personas en Estados Unidos viven solas, según Kao. Ahora, en medio de ella, muchas personas tienen todavía menos contactos sociales.
“Estamos protegiendo a corto plazo a la gente aislándola, pero no tenemos idea de qué efectos supondrá esto a largo plazo sobre la salud”, concluye Kao.