La primera escuela de Ciudad del Este está en ruinas. Con casi 800 estudiantes, la institución cuenta con un predio de cuatro hectáreas, pero sus aulas necesitan mantenimiento. Además, el mobiliario está tan deteriorado que los alumnos deben ingeniarse para dar clases con pupitres agujereados o improvisados con planchas de isopor, ya que los costosos pupitres chinos adquiridos por la Itaipú Binacional siguen sin llegar.

“Los pupitres están prácticamente en desuso. Este año debíamos recibir nuevos muebles adquiridos por Itaipú Binacional, pero aún no llegaron. Estamos remendando con lo que tenemos para que los niños puedan sentarse y escribir”, lamentó Miguel Goitia, encargado de despacho de la institución.
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Agua a medias
Durante más de ocho meses, la escuela estuvo sin acceso a agua potable. El pozo que utilizaban tiene más de 50 años de antigüedad y se secó.
Tras reiterados reclamos de la comunidad educativa y varios meses dependiendo de una aguatera privada o acarreando en baldes de vecinos, una empresa privada se hizo cargo de la limpieza del pozo y la instalación de un motor. Sin embargo, el abastecimiento es parcial y apenas cubre los sanitarios y un pabellón.
“Seguimos pagando por agua a una empresa privada para abastecer la cocina del programa nacional Hambre Cero. Como primera escuela de Ciudad del Este, creemos que merecemos un pozo artesiano que garantice una solución definitiva”, expresó Goitia.
Ocho años sin director titular
Desde 2017, la escuela no cuenta con un director titular designado oficialmente. Goitia ocupa el cargo bajo la figura de “encargado de despacho”, con un único rubro docente y sin remuneración correspondiente al cargo.
Inseguridad
La escuela está ubicada al lado de la plaza del Mercado Municipal de Abasto, un espacio frecuentado por personas en situación de calle. Debido a ello, y a la falta de una buena infraestructura, ya sufrieron hurtos de cables eléctricos, escaleras y materiales escolares y cámaras de seguridad.

La última obra de relevancia fue la construcción de un tinglado por parte de la Itaipú Binacional en 1996. Sin embargo, fue construido entre dos pabellones, lo que impide su uso como espacio para actividades recreativas. Actualmente, los alumnos realizan sus clases de educación física y juegos al aire libre bajo el sol o la lluvia, en canchas improvisadas.
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“La educación no se trata solo de tener docentes en las aulas. Se necesita infraestructura adecuada, mobiliario, materiales didácticos. Solo así podemos hablar realmente de una educación de calidad”, concluyó el docente.