“El Transportador” ya no tiene combustible

Carente de energía tanto en su argumento como en sus escuálidas escenas de acción, “El Transportador Recargado” es señal de que a esta serie ya deberían dejarla descansar en paz.

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No voy a fingir que la saga El Transportador, uno de los múltiples engendros del incansable – aunque bastante inconsistente en calidad – Luc Besson, pero al menos durante sus primeras dos entregas mantuvo un nivel de entretenimiento y espectáculo más que respetable, dando un buen escaparate para que el estoico pero carismático Jason Statham se presentara al mundo de una forma más notoria que lo que le permitieron sus dos (excelentes) colaboraciones previas con Guy Ritchie.

Las dos primeras aventuras del “transportador” Frank Martin – antes de sucumbir en la tercera parte a las sensibilidades de ese asesino del cine de acción que es Olivier Megaton - tenían acción creativa y bien filmada, con su punto cumbre en la segunda entrega, que ostentaba algunas excelentes secuencias de artes marciales y demás locuras. Las dos primeras películas no eran nada extraordinario, pero eran entretenimiento satisfactorio; a veces uno simplemente quiere ver a un tipo genial barrer el piso con un montón de secuaces anónimos, de ser posible con un trabajo de cámara que permita entender lo que está pasando, y aquellas películas entregaban eso en buenas cantidades.

La idea de una cuarta entrega, sin Statham, no me era particularmente atractiva, aunque personalmente siempre estoy dispuesto a ver un poco de buena acción, independientemente de quién propine los golpes. Incluso un mal guión es fácil de perdonar con algo de buena acción, pero El Transportador Recargado se queda corto en lo único que tenía que hacer bien.

No queda del todo claro si el filme es una continuación, una precuela o una secuela de las anteriores entregas de la saga, aunque tampoco importa. Nos encontramos con Frank Martin (Ed Skrein) de vuelta en Francia, y en una situación similar: en un estacionamiento, defendiendo su auto de una pandilla de ladrones que no saben con quién se metieron.

Además de ser un homenaje a una película mucho mejor, esta primera pelea sirve para mostrarnos cómo el director francés Camille Delamarre filma sus secuencias de acción: de una forma bastante mediocre. No abusa de sacudir la cámara y hacer cortes cada fracción de segundo hasta hacer de sus peleas incomprensibles sucesiones de borrones como cierto compatriota suyo arriba mencionado, pero sus peleas están editadas de una forma que resta impacto a los golpes, que rara vez vemos debido a los constantes cortes; esto es algo que, deprimentemente, es demasiado común también en muchos filmes de Hollywood.

Al final, son escenas que no irritan, pero aburren. Fuera de una emocionante secuencia de pelea a la que sigue una persecución a un avión – por lejos el mejor momento del filme y uno de los pocos en los que la película manifiesta un pulso –, son secuencias simplemente olvidables. También carecen de la variedad que caracterizaba a las películas previas; no hay ningún momento creativo como la pelea sobre aceite en la primera entrega, o el interesante uso de una manguera como arma en la segunda película.

En fin, Frank acepta una misión de una misteriosa mujer llamada Anna (Loan Chabanol), lo que lo acaba arrastrando a él y a su padre (Ray Stevenson) a un complot de venganza que un grupo de mujeres está llevando a cabo contra Arkady Kasarov (Radivoje Bukvić), un mafioso que las convirtió en esclavas sexuales años atrás.

Es una idea interesante, una historia de venganza que probablemente hubiera sido más fuerte sin el elemento sobrante que es el propio Frank. Un thriller en que cuatro mujeres idean un complicado plan para vengarse del peligroso hombre que les arruinó la vida, utilizando engaños y pensamiento estratégico al estilo de La Gran Estafa en vez de fuerza bruta, suena como una película que querría ver; un duelo de inteligencia contra recursos infinitos y guardias armados.

El principal problema con la presencia del “transportador” en todo esto es que es un entierro en el que literalmente no tiene vela hasta que el guión le inventa una. En las películas previas, la acción también surge a partir de problemas de otra gente, pero Frank siempre se ve involucrado por romper de alguna forma una de sus “reglas” profesionales: abrir el “paquete” que se le encomendó entregar en la primera película y formar vínculos emocionales – por tenues que hayan sido – en las otras dos películas. Aquí, el guión tiene que crear un personaje, el padre de Frank, exclusivamente para forzar la participación de su protagonista en los acontecimientos de la película.

No ayuda el hecho de que Skrein nunca tiene el tipo de carisma que se necesita para este personaje, careciendo de la intensidad silenciosa de Statham; Skrein interpreta a Frank como un héroe de acción demasiado genérico, y el elenco que lo rodea - con excepción de un ocasionalmente entretenido Ray Stevenson - no ayudan mucho.

El Transportador Recargado es, simplemente, un filme de acción en que la acción no brilla.

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EL TRANSPORTADOR RECARGADO (The Transporter Refueled)

Dirigida por Camille Delamarre

Escrita por Luc Besson, Adam Cooper y Bill Collage

Producida por Luc Besson y Mark Gao

Edición por Julien Rey

Dirección de fotografía por Christophe Collette

Banda sonora compuesta por Alexandre Azaria

Elenco: Ed Skrein, Loan Chabanol, Ray StevensonRadivoje Bukvić, Gabriella Wright, Tatiana Pajkovic, Wenxia Yu, Noémie LenoirYuri KolokolnikovLenn KudrjawizkiSamir Guesmi

Enlance copiado
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