“Ant-Man”: pequeña gran película

La nueva película de Marvel está innegablemente cortada con la misma tijera que sus previos filmes, con todo lo positivo y negativo que eso implica, aunque a una escala reducida y con mucha creatividad.

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2061

Cargando...

Inmediatamente tras mi primera función de Avengers: Era de Ultron unos meses atrás, el aspecto del filme que dejó un mayor impacto en mí era lo enorme que se sentía, la escala de la acción en pantalla y de la producción en sí. Este era un filme que reunía en pantalla a algunos de los más populares personajes del cine en general en la actualidad, y que presentaba peleas mano a mano que derrumbaban edificios, batallas a gran escala contra un ejército de robots y un villano que usa una ciudad como proyectil.

Pero la última Avengers era también grande detrás de escena, y no totalmente para bien. Con tantos personajes y tantas líneas argumentales de filme anteriores que incluir o aunque sea referenciar, incluso un maestro de hacer malabares en sus guiones como Joss Whedon parecía tener dificultades. Era de Ultron acabó siendo una muy buena película, pero hay que admitir que era el equivalente cinematográfico de comerse una pizza familiar entera uno solo: fue deliciosa y definitivamente uno va a querer más en el futuro, pero ees demasiado pesada para pedir otra inmediatamente.

Con eso en mente – además del hecho de que una de las principales virtudes de Marvel a la hora de dar variedad a sus producciones ha sido variar constantemente el tono y el estilo de una película a otra manteniendo la estética en general - Ant-Man es el plato perfecto para luego de tal atracón: tiene todo el color, el humor y la emocionante acción que uno esperaría de Marvel a estas alturas, sin mencionar la gran cantidad de referencias a todo lo ocurrido en las películas anteriores y augurios implícitos de lo que se viene, e incluso algunos de los defectos que plagan comunmente a estos filmes, pero todo a una escala relativamente pequeña, fácilmente digestible.

Tras una introducción ambientada en los '80 que sirve para sentar antecedentes y poner en pantalla a un par de favoritos secundarios del universo Marvel, el filme nos presenta a Scott Lang (Paul Rudd), un ladrón recién liberado de prisión que busca reformarse y ser un buen padre para su hija Cassie. Mientras tanto, el brillante científico Hank Pym (Michael Douglas) ve su peor pesadilla peligrosamente cerca de volverse realidad cuando su inescrupuloso pupilo Darren Cross (Corey Stoll) se acerca a replicar la tecnología que Pym inventó, capaz de reducir en tamaño a un hombre e incrementar su fuerza. Cross, obviamente, quiere aplicar este descubrimiento a fines militares. Ante este predicamente, Pym y su hija Hope (Evangeline Lilly) deciden poner las habilidades especiales de Scott a buen uso y darle el traje de Ant-Man, para que pueda llevar a cabo el robo del traje que Cross está creando.

Ahí está el “giro” de Ant-Man; Thor era una fantasía shakespeareana, la primera Capitán América era un filme de aventuras a la antigua, Iron Man 3 era una comedia de acción, Guardianes de la Galaxia era una “space opera” a lo Star Wars, El Soldado del Invierno era un thriller de espionaje y Ant-Man es una película sobre robos al estilo La Gran Estafa.

Pero como aquellos filmes, Ant-Man es primero y principalmente una película de Marvel. Eso implica que se amolda al estilo cultivado por Kevin Feige y su gente, un estilo enormemente efectivo pero algo rígido. Siempre hay un trabajo de construcción de universo en el trasfondo, siempre estableciendo personajes o eventos futuros y apelando al “fan-service” descaradamente al traer a personajes de las demás películas, sin importar lo débiles que sean las excusas. Y si bien muchos filmes que intentan apelar al fanatismo de esa forma pueden resultar irritantes y cínicamente gratuitos – Terminator Génesis, te estoy mirando – la verdad es que Marvel ha perfeccionado el “arte” del “fan-service”. ¿Necesitábamos ese prólogo en los '80? En realidad no aporta mucho, pero vale la pena para ver a dos personajes muy queridos. ¿Era esa incursión en cierta base a la mitad del filme totalmente vital para la trama? La verdad es que para el argumento del filme da perfectamente igual que esté o no, pero sin ella nos íbamos a quedar sin una pelea entre Scott y... bueno, ya van a ver. Mi punto es que el “fan-service” gratuito con gusto no pica.

Hay, por supuesto, otro ingrediente clave en este filme: Edgar Wright, el brillante director de filmes excelentes como Shaun of the Dead y Hot Fuzz que fue el principal impulsor de Ant-Man en el cine, y quien iba a dirigir este filme hasta desvincularse antes del inicio del rodaje por diferencias creativas con Marvel, que lo reemplazó con Peyton Reed. Si bien es difícil saber exactamente hasta qué punto las ideas de Wright y su colega Joe Cornish sobrevivieron en el guión – que fue retocado por Paul Rudd y su director de Anchorman Adam McKay luego de la desvinculación de Wright – es innegable que la presencia del inglés se siente a lo largo del filme. Momentos como Scott probando suerte con un empleo normal parecen referencias directas al trabajo de Wright, y secuencias como la excelente pelea final están teñidas de la gran creatividad y el humor que Wright siempre imprimió en sus secuencias de acción.

En cierta forma Ant-Man puede percibirse como una manifestación de las preocupaciones que el siempre evolutivo experimento de Marvel ha generado en sus fans. ¿Cómo hacer emocionante una historia pequeña en un universo que ha lidiado antes con invasiones extraterrestres, deidades cósmicas y conspiraciones mundiales? Es ingenioso que el filme que viene después de la masiva acción destructora de ciudades de Era de Ultron presente su devastación a una escala diminuta, con el héroe escapando no de los escombros de edificios, sino de la destrucción de una pequeña maqueta de un edificio. Iron Man 3 y la serie de Daredevil han demostrado que no todo lo de Marvel después de Los Vengadores necesita ser masivo para causar impacto, y Ant-Man vuelve a exponer esa verdad.

Pero si Ant-Man hereda las virtudes de las demás entregas del universo Marvel, también hereda su defecto más notorio: la aparente imposibilidad de crear un villano genuinamente interesante que no sea interpretado por Tom Hiddleston. A pesar de los mejores esfuerzos de Corey Stoll – quien abraza totalmente la unidimensionalidad de la maldad pura de su personaje y trata de convertirla en virtud - , Darren Cross es simplemente otro maniático sin personalidad ni motivaciones interesantes. El guión lo convierte en algo igual al traje que él mismo crea: un simple objeto disparador de conflicto, necesario para que Scott, Pym y compañía tengan obstáculos con los cuales luchar.

Por supuesto, estos filmes mantienen el interés por el gran trabajo que sus guionistas hacen a la hora de desarrollar a sus personajes principales – uno podría decir que no vamos a ver Iron Man por Iron Man, sino por Tony Stark -, y en ese aspecto Ant-Man no es la excepción, ya que Scott, Pym y Hope son un trío interesante cuyos actores sacan a relucir un guión inteligente y emocionalmente cargado. Se puede ver por qué Pym elegiría a Scott como sucesor, viéndolo como una oportunidad de redimirse al ofrecer la redención a alguien más como él, otro hombre con una hija con la que no puede conectar. El filme hace un gran trabajo en hacer de sus protagonistas personajes a los que da gusto ver - e incluso hace brillar a sus secundarios, como Michael Peña, quien se anota un par de hilarantes momentos como el socio de Scott - , pero sería genial que este universo tenga al menos un villano más de interés aparte de Loki.

Visualmente el filme es único sin dejar de encajar en el molde Marvel. Reed aprovecha de gran manera la perspectiva del mundo desde los ojos de un ser diminuto. “El mundo se ve distinto desde aquí abajo”, dice Pym, y Reed se regodea en la oportunidad de poner a su héroe en entornos normales que, vistos a escala microscópica parecen masivos y extraños; lanza a Scott por tuberías, sobre un tocadiscos en funcionamiento, en los túneles de un hormiguero y en muchas otras curiosas situaciones, y manda las cosas directamente al surrealismo cuando lleva el poder especial del traje de Ant-Man a su extremo lógico, y luego más allá.

Reed maneja la acción de forma competente, aunque algo ordinaria en los momentos en que simplemente debe mostrar personajes peleando, algo que también suele aquejar a otros filmes de Marvel; la acción en estas películas es efectiva – salvo en El Soldado del Invierno, donde es excelente-, pero sería interesante ver qué cosas pueden lograr en este universo cineastas con más destreza en el cine de acción como, digamos, Gareth Evans o los directores de John Wick.

Ant-Man es otra buena propuesta de Marvel, que sigue arreglándoselas para mantener el interés y la variedad en un universo que, uno pensaría, a estas alturas ya debería sentirse gastado. La fórmula es la misma de siempre: poner cerebro y corazón detrás de los efectos especiales.

------------------------------------------------------------------------

ANT-MAN

Dirigida por Peyton Reed

Escrita por Edgar Wright, Joe Cornish, Paul Rudd y Adam McKay

Producida por Kevin Feige

Edición por Dan Lebental y Colby Parker Jr.

Dirección de fotografía por Russell Carpenter

Banda sonora compuesta por Christophe Beck

Elenco: Paul Rudd, Michael Douglas, Evangeline Lilly, Corey Stoll, Michael PeñaDavid Dastmalchian, T.I., Bobby Cannavale, Judy Greer, Abby Ryder Fortson, Martin Donovan, Anthony Mackie, John Slattery y Hayley Atwell

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...