“1917” es una historia sencilla y una maravilla técnica

La travesía de dos soldados por los campos de la Primera Guerra Mundial se convierte en un hipnótico viaje de turismo por el fin del mundo en la nueva película de Sam Mendes.

George McKay en "1917".
George McKay en "1917".Universal Pictures

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1917 es extremadamente modesta en la escala de su historia, en comparación con muchos otros dramas bélicos que tocan puntos de enorme importancia en sus respectivos conflictos.

Al comenzar la película, los cabos británicos Will Schofield (George McKay) y Tom Blake (Dean-Charles Chapman) están descansando en algún campo del norte de Francia cuando son convocados por su general, que les otorga una misión urgente: ir hasta donde está el coronel de un batallón que está a punto de lanzar un asalto contra las fuerzas alemanas en retirada, informarle que en realidad está a punto de caer en una emboscada, y entregarle la orden oficial de cancelar el ataque y salvar a sus tropas, entre las que se encuentra el hermano de Blake.

La nueva película del galardonado cineasta Sam Mendes no trata de una batalla decisiva en la guerra que dio forma al Siglo XX, no está interesada en los trasfondos políticos de la carnicería o en mostrar todo el espectáculo macabro de algunas de sus batallas más grandes y devastadoras, sino que se centra en el denominador común mínimo de esa y todas las guerras: el soldado común, obligado a vivir en trincheras lodosas, entre ratas y los cadáveres putrefactos de amigos, enemigos y civiles atrapados en el fuego cruzado de una guerra causada por una maraña de tratados y alianzas políticas que habrán sido tan incomprensibles como algún idioma extraterrestre para la gran mayoría de las personas en esos campos de batalla.

George McKay en "1917".
George McKay como el cabo Will Schofield.

Como intentando transmitir la sensación de surrealismo que uno imagina acompaña al acto de la guerra, Mendes y el legendario director de fotografía Roger Deakins –cuyo trabajo en 1917 ha sido justamente reconocido con un premio Óscar– presentan toda la película como dos tomas continuas, ininterrumpidas mientras Schofield y Blake se abren camino por laberintos de alambre cortante, cadáveres de animales y cráteres llenos de agua ensuciada por los cuerpos en descomposición de innumerables combatientes caídos.

La ilusión es obvia, y otros elementos como una banda sonora de Thomas Newman que a veces se pasa de bombástica desentonan, pero lo del plano secuencia ininterrumpido no necesita ser verosímil para ser efectivo, porque el objetivo de Mendes y Deakins claramente no es la credibilidad de su técnica sino hundir al espectador en una atmósfera ligeramente surreal al mismo tiempo que los mete de lleno en la cabeza de sus protagonistas, y la fantasmal cámara que se desliza con fluidez entre escombros y trincheras abandonadas cumple ese objetivo a cabalidad, además de convertir a la película en un logro técnico asombroso por cuenta propia.

Dean-Charles Chapman y George McKay en "1917".
Dean-Charles Chapman como el cabo Tom Blake y George McKay como el cabo Will Schofield.

Como Gravedad u otros filmes que usan técnicas similares de rodaje ilusoriamente ininterrumpido, 1917 es menos una historia y más una experiencia, y aunque no tiene la escala ni el impacto emocional de las mejores películas sobre guerra, su mirada con microscopio a una historia diminuta en medio de una catástrofe masiva es atrapante mientras dura.

La película en sí probablemente es una de esas que no serán recordadas como un todo sino por algunas de sus secuencias más memorables, pero esas secuencias, entre las que destacan un aterrador recorrido nocturno por un pueblo en ruinas iluminado de forma antinatural por bengalas y la tensión de la carrera final contra el tiempo entre trincheras abarrotadas y un hermoso campo abierto convertido en una amenaza de muerte, son verdaderamente inolvidables.

La película está bien actuada tanto por sus dos jóvenes protagonistas como por un escuadrón de estrellas británicas que aparecen cada tanto para robarse una escena y desaparecer – destacable entre ellos el siempre confiable Mark Strong en un inusual rol no antagónico.

Al final, por muy impresionante que es la forma en que está hecha y presentada, el mayor logro de 1917, y el objetivo que claramente a Mendes le importaba más, es la forma en que obliga al espectador a pensar en el sacrificio y el dolor de estar atrapado en una guerra, independientemente del color del uniforme o la ausencia del mismo; el logro de retratar con cruda precisión ese dolor en un caso específico y dejar que el espectador lo multiplique en su imaginación por los cientos de miles, por los millones que no se ven en pantalla.

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1917

Dirigida por Sam Mendes

Escrita por Sam Mendes y Krysty Wilson-Cairns

Producida por Sam Mendes, Pippa Harris, Callum McDougall, Brian Oliver y Jayne-Ann Tenggren

Edición por Lee Smith

Dirección de fotografía por Roger Deakins

Banda sonora compuesta por Thomas Newman

Elenco: George McKay, Dean-Charles Chapman, Mark Strong, Colin Firth, Andrew Scott, Benedict Cumberbatch, Richard Madden, Claire Duburcq, Daniel Mays, Adrian Scarborough, Jamie Parker, Nabhaan Rizwan

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