MONTREUX, Suiza. En la tercera noche de conciertos del Festival de Jazz de Montreux, Hancock ofreció un concierto que conjugó maestría, improvisación y experimentación.
El artista cubrió las expectativas de un público enterado y seguidor del jazz y de sus tendencias, que fue generoso en sus manifestaciones de admiración hacia el músico, que a sus 73 años exhibió gran vitalidad.
Hancock (Chicago, 1940) ofreció un concierto en el que derrochó imaginación y destreza en el teclado, y en el que estuvo acompañado por una banda potente que puso sus diversos talentos al servicio del jazzista.
En el saxofón y teclado estuvo Terrace Martin, quien trabaja actualmente con Hancock en la producción de un nuevo álbum, mientras que del bajo se encargó James Genus, quien participó en el álbum “Random Access Memories” del dúo francés Daft Punk.
Completaban el grupo el guitarrista beninés Lionel Loueke, a quien Hancock descubrió en una audición en 2001, y el baterista Vinnie Colaiuta, quien trabajó con el multifacético Frank Zappa y fue la estrella de la banda por su fuerza y entrega a su instrumento.
Siempre atentos a las improvisaciones de Hancock, sus músicos supieron responder con rapidez a sus gestos y mantener entre todos un rico intercambio musical, que fue varias veces ovacionado por la sala. Esta 51 edición del Festival de Jazz de Montreux es la vigésimo quinta en la que Hancock participa, lo que le hace ser el artista que más conciertos ha ofrecido en sus escenarios, con un total de 38 actuaciones.
En la noche, lejos de que tal ritmo de participación en Montreux fuese a reunir a un público tolerante alrededor de Hancock, lo que propició fue lo contrario: la presencia de seguidores atentos llegados de distintas partes de Europa.
El músico y sus acompañantes cumplieron sin duda con la expectación de asistir a un concierto que combinó la pericia de seis décadas dedicadas a la música y la innovación de la que Hancock ha sido uno de los padres en el género del jazz.
El pianista y compositor, catorce veces ganador de los premios Grammy, es uno de los referentes de la música moderna y de los que más lejos se ha atrevido a ir en la innovación del jazz. Fue el primer exponente de este género que utilizó un teclado eléctrico, que alternó numerosas veces con el piano clásico.
Como concierto de cierre, el Festival de Montreux presentó al canadiense Chilly Gonzales, pianista y compositor magistral, que se presentó con un cuarteto de cuerda. El conjunto mostró de manera dinámica su propuesta de reinvención de la música romántica, que transformó con éxito incorporando ritmos de jazz, pop, electro y sobre todo rap, causando deleite y admiración en el público.
Gonzales, en permanente diálogo con el público, desmontó en hora y media algunos mitos de la música clásica, utilizando violines, viola y bajo en emisores de los sonidos propios de la música electrónica y del “rapeo”. En los próximos días, por los tres distintos e intimistas escenarios del Festival de Montreux pasarán cantantes y músicos de los más distintos géneros, en una fiesta de la música que completarán decenas de conciertos gratuitos en distintas partes de la localidad.
Montreux se ha querido preparar este año mejor para facilitar con diversas obras y remodelaciones el flujo de 200.000 visitantes que acuden cada año a este evento, considerado el segundo mayor festival de su tipo tras el Festival Internacional de Jazz de Montreal. Más de una docena de conciertos han colgado ya el cartel de completo, entre ellos el de Tom Jones, Passenger y The Lumineers.