El disco ya está disponible desde este jueves 30 octubre en formato digital. En tanto, el innovador libro-arte que incluye un vinilo de 180 gramos y una aplicación de realidad aumentada para visualizar los instrumentos en 3D, estará disponible en las tiendas de Servilibro, Books y Music Hall, desde el viernes 31.
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Mientras que un documental del proceso de creación, también titulado “La huella de las cuerdas”, se estrenará hoy a las 20:00 en el canal de YouTube de la artista.
Allí se podrá ver el proceso de cuando Berta fue al encuentro de 17 artistas referentes de 10 países distintos, revelando la riqueza musical que florece en los pueblos de nuestra América.
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Un fascinante uso del derecho a la curiosidad
“Nuestro continente es un sueño convertido en camino, y en ese camino queremos dejar una huella”, expresa Berta Rojas en una entrevista para ABC, sobre la misión de este trabajo. El proyecto llevó a la maestra a recorrer cerca de 13.000 kilómetros a lo largo de 10 países y a colaborar con 17 artistas invitados, con el objetivo de celebrar la diversidad de los instrumentos de cuerda de América, a los que cariñosamente llama “hermanos de la guitarra”.
La investigación es una parte central del proyecto, que traza el linaje de las cuerdas desde el siglo XV. Consultada sobre el desafío de pasar del rol de ejecutante a una suerte de musicóloga-narradora, Berta lo define como un "fascinante uso del derecho a la curiosidad“.
El detonante fue el hallazgo de un inventario que documenta el ingreso de 30 guitarras y 13 vihuelas a Puerto Rico y Santo Domingo en 1523, un hecho que probablemente dio origen a la generación de cordófonos que hoy conocemos, como el charango, el cuatro, el tiple o el ronroco, entre otros.

La guitarra como puente de diálogo
El álbum es un ambicioso mosaico sonoro que busca ensamblar la guitarra clásica con instrumentos como el guitarrón chileno, el cuatro puertorriqueño, el bandolim brasileño o el arpa paraguaya. Rojas asegura que la guitarra es “el puente” que se acerca respetuosamente para iniciar un diálogo donde “todo está bien... desde el respeto, el cuidado, el cariño”.
El viaje del disco comienza en el siglo XV con “La huella del códice”, donde Berta interpreta una antigua guitarra de 12 cuerdas de 1820 junto a la vihuela y la guitarra barroca. Sobre la preparación mental que requirió tocar este instrumento del siglo XIX, la guitarrista revela la profunda conexión de su historia: “ese mismo instrumento muestra el cruce de un español que busca un lugar donde crear sus instrumentos y lo encuentra en Cuba”, y que luego, siglos más tarde, se encuentra con ella en Italia.
“Son procesos que llevan años y múltiples transformaciones… Quizás las mismas que pasamos nosotros mismos. Dice Jorge Drexler que ‘somos de ningún lado del todo, de todos lados un poco’. Viniendo de algún lugar pasamos por distintos procesos de transformación hasta llegar a lo que somos. Así también, estos instrumentos y sus músicas", reflexiona.

De la polca al ronroco universal
El viaje sonoro comienza en el siglo XV retratando la llegada a América Latina de la vihuela española y la guitarra que hoy llamamos renacentista. El primer corte, “La huella del códice”, reúne los sonidos de la vihuela renacentista y la guitarra barroca (ambas tocadas por Evangelina Mascardi) junto a la antigua guitarra de 12 cuerdas fabricada en La Habana en 1820 que Berta interpreta en este track.
En México, la paraguaya se une a la formación tradicional de jarana huasteca, quinta huapanguera y violín para interpretar “El canario” con Eloy Zúñiga y La Mata del Huapango.
De Puerto Rico destaca el cuatro puertorriqueño en manos de Fabiola Méndez, una de sus máximas exponentes, con quien toca “Sara”, danza puertorriqueña emblemática del folclore jíbaro de la isla.
De Colombia, la maestra Rojas nos presenta otra familia de instrumentos de cuerda de origen andino: la bandola y el tiple, y ofrece “Bambuco pa’ Billy” con los hermanos Saboya.

Desde Chile nos trae la canción “Tierra mía”, basada en la antigua tradición del canto a lo poeta, con el guitarrón chileno de Alfonso Ureta y las voces de Francesca Ancarola y Manuel García.
Para generar una serie de diálogos con el charango, el cuatro venezolano y el bandolim brasileño encarga a la compositora y guitarrista Elodie Bouny la obra “Tríptico sudamericano”.
Son tres movimientos para orquesta de cámara y guitarra que dan como resultado “El mar” (con la mandolina del brasileño Pedro Franco), “La montaña” (con el peruano Federico Tarazona en charango) y “Los llanos” (con el célebre cuatrista venezolano Jorge Glem).
Lo más cercano al corazón de Berta son los sonidos de su Paraguay natal que no podían faltar en esta obra. En un dúo con Lincoln Almada tocando el arpa paraguaya, presenta una versión de “Arroyos y Esteros” y “Che la reina”, dos polcas que son parte del añorado sonido de su niñez.

En el décimo track, estos instrumentos ancestrales se proyectan al futuro en compañía del multipremiado músico argentino Gustavo Santaolalla, con quien interpreta “The Last of Us”, una versión adaptada para guitarra y ronroco del tema principal del videojuego y luego serie de televisión.
Como bonus track en la versión digital, y para rendir homenaje al sonido de la viola caipira, cordófono tradicional del nordeste brasileño, Berta interpreta una versión de “Baiaozim calungo” en un arreglo para guitarra solista.
Sentimientos profundos
Uno de los momentos más íntimos del álbum es el dúo con el arpa paraguaya de Lincoln Almada en una “versión estremecedora” de las polcas “Arroyos y Esteros” y “Che la reina”. Al respecto, Rojas explica el balance entre la emoción y la reinvención: el arpa de Lincoln se asemeja al arpa renacentista que trajeron los españoles a América, un sonido que buscaron como un tributo al ritmo paraguayo por excelencia.
La obra se proyecta hacia el futuro en el décimo track, al unir el ronroco del multipremiado Gustavo Santaolalla y la guitarra de Berta en una versión de “The Last of Us”. Para Rojas, esta pieza simboliza que Santaolalla “logra darle universalidad al ronroco”, demostrando que el instrumento andino puede habitar y enriquecer los lenguajes musicales contemporáneos y masivos.
Otro encargo explícito, “Tríptico sudamericano” de la compositora Elodie Bouny, logra hacer dialogar la estructura de una suite clásica con la esencia popular del charango, el cuatro venezolano y el bandolim brasileño, reflejando geográficamente “El mar”, “La montaña” y “Los llanos” con sus ritmos característicos (Baiao, Huayno, Joropo).

Innovación y legado
El proyecto es el resultado del trabajo de un gran equipo dirigido por los renombrados productores Sebastián Henriquez y Popi Spatocco, quienes lograron que cada pieza mantuviera una cohesión sonora, siendo el sonido de la guitarra de Berta, la O’Leary, el canal conductor que une el viaje.
La fusión de arte clásico y tecnología se materializa en el libro diseñado por la paraguaya Celeste Prieto y con textos del crítico argentino Santiago Giordano. Las narraciones, textos musicológicos y fotografías se enriquecen con la realidad aumentada, permitiendo ver los instrumentos en 3D y escuchar cómo suenan sus cuerdas. En tanto, el audiovisual es trabajo de Noe Armele.
El sueño de la artista es que este formato sea una excusa para el encuentro y el diálogo intergeneracional.

Finalmente, pensando en su rol como docente en Berklee College of Music, Berta Rojas lanza un llamado a los jóvenes músicos del continente: “Nuestra búsqueda está en el sonido más auténtico que salga de sus corazones”.
La historia, insiste, marca un camino y la identidad está en los toques. Es crucial investigar la historia de nuestra América, no solo en los libros, sino también en los lugares que resisten, como una deuda y un capítulo presente que no admite más demoras.
