Entre raíces y nuevas sonoridades, el Festival Mundial del Arpa cerró con emoción

La última noche del XVIII Festival Mundial del Arpa, celebrada este domingo 5 en el Teatro Municipal, ofreció un cierre musicalmente colorido y diverso. Artistas de Paraguay, Brasil y Japón compartieron escenario en una gala que unió generaciones, estilos y culturas bajo un mismo símbolo: el arpa como identidad y puente musical.

Papi Galán junto a la Orquesta Indígena del Brasil.
Papi Galán junto a la Orquesta Indígena del Brasil.SILVIO ROJAS

El arpista Papi Galán abrió la gala con un espectáculo de sonoridad única junto a la Orquesta Indígena del Brasil, bajo la dirección del maestro Eduardo Martinelli. En piezas como “Che pykasumí”, “Cascada”, “Álamos al viento” y “Mi despedida”, el público disfrutó de una emocionante conjunción de culturas que se fundieron con naturalidad en el escenario. Fue una propuesta tan novedosa como emotiva, una verdadera celebración del mestizaje musical.

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El ensamble Jeheká, integrado por jóvenes músicos paraguayos, sorprendió con su audacia creativa. En temas como “Camino”, “Otra vez”, “Evy’akena” y “Aguyje” (estas últimas junto al rapero Tekovete), demostraron que el arpa también puede dialogar con lenguajes contemporáneos. Fue, sin duda, una de las apuestas más arriesgadas y refrescantes de todo el festival.

Gabriel Sasanuma, arpista del grupo Jeheká.
Gabriel Sasanuma, arpista del grupo Jeheká.

Por su parte, César D’apollo y su grupo Gente Porã ofrecieron un repertorio profundamente tradicional con “Pueblo Ybycuí”, “Che Paraguay”, “Pájaro campana” y “Camino a 3 palmas”. La presencia del acordeonista correntino Emilianito López sumó un color especial a esta fusión entre el arpa paraguaya y el chamamé argentino, en una propuesta sencilla pero impecablemente interpretada.

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Desde Japón llegó nuevamente el Grupo Sonrisa, formado por Enrique Carrera y Arisa Matsuki, una pareja que encarna la unión de dos culturas a través del amor y la música. Su repertorio con temas como “Mi dicha lejana”, “Sakura Sakura”, “A orillas del lago Ypacaraí” y “Tren lechero” fue recibido con calidez y emoción por un público que acompañó con aplausos cada tema.

El reconocido arpista Martín Garcete, radicado durante años en Francia, presentó una selección de raíz folclórica con “Che valle mí”, “En mi pensamiento”, “Flor de Acahay” y “Piririta”. Fue un segmento marcado por la nostalgia y el apego a la tierra natal, ejecutado con maestría y sobriedad.

César D’apollo y su grupo Gente Porã.
César D’apollo y su grupo Gente Porã.

El cierre estuvo a cargo de Elías Balbuena y los Ídolos de Piribebuy, que pusieron al público de pie con su “polka a lo yma”. Entre los temas sonaron “Te añoro Piribebuy”, “La jineteada”, “Línea 21”, “Reservista Itá” y “Caturí Abente”. Fue una clausura alegre, festiva y profundamente paraguaya, donde las palmas y vítores acompañaron cada acorde.

Emotivo homenaje a dos pioneras del festival

Durante la gala de clausura, la Secretaría Nacional de Cultura entregó el Premio Óscar Trinidad a Marlene Sosa Lugo y Ana Scappini Ricciardi, figuras esenciales en la historia del Festival Mundial del Arpa. Ambas fueron homenajeadas por su labor incansable en la promoción cultural y por haber impulsado, desde sus inicios, este espacio de encuentro internacional que celebra al arpa como símbolo de identidad paraguaya.

El reconocimiento, recibido con prolongados aplausos, fue un momento de emoción que recordó al público la importancia de quienes sostienen, con trabajo silencioso y pasión, las raíces culturales del país.

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La clausura del XVIII Festival Mundial del Arpa dejó una impresión de plenitud: la música tradicional conviviendo con la experimentación, los jóvenes dialogando con los maestros, y el arpa reafirmando su poder de unir pueblos y sensibilidades. Un cierre digno de un festival que, año tras año, sigue ampliando sus horizontes sin perder su esencia.