El domingo 20 de julio, el Festival Bach Sudamericano Asunción 2025 tuvo su ceremonia de apertura con la interpretación de La Pasión según San Juan BWV 245 de Johann Sebastian Bach. El Teatro Municipal “Ignacio A. Pane” fue escenario y testigo de este acto conmovedor, donde lo sagrado se hizo presente en la forma más noble que conoce la humanidad: la música.
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La interpretación reunió al Bach Collegium de Asunción —agrupación invitada dos veces al BachFest Leipzig—, la Orquesta Sinfónica del Congreso Nacional y un destacado elenco de solistas nacionales e internacionales: Ricardo González Dorrego (Evangelista), Víctor Torres (Jesús), Agustín Barboza (Pilatos), Jessica Bogado (soprano), María Weiss (alto), José Mongelós y David Portillo (tenores), todos bajo la dirección del maestro Diego Sánchez Haase.
Desde la primera nota, algo se elevó en el aire: una energía sublime, como un silencio respetuoso por parte del público, generando así una comunión tácita entre quienes interpretaban y quienes escuchaban.
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Todo estaba predispuesto para el desarrollo de la obra que narra el drama de la Pasión de Cristo, pero también ofrece un espacio íntimo, donde cada quien puede buscar su propia forma de fe, consuelo o sentido, porque lo que se vivió esa noche fue más que un concierto: fue un rito.
A través de cada coral, cada recitativo y cada aria, la obra fue desplegando su arquitectura emocional con precisión y sentimiento. La espiritualidad que atraviesa a Bach —y que dotó a sus obras de una densidad única— se hizo tangible. No importa el credo ni la tradición: cuando la música logra tocar esa dimensión profunda, el efecto es universal.
No fueron necesarias grandes escenografías ni gestos teatrales. Bastó la entrega plena de los músicos, el oficio impecable del maestro Sánchez Haase y la honestidad con la que se ofreció esta obra monumental. Y bastó también el recogimiento del público, que respondió con silencios largos, miradas comprometidas y un agradecimiento que no necesitó palabras, solo respeto, admiración y aplausos encendidos.

Resulta conmovedor ver cómo este proyecto, liderado por Diego Sánchez Haase, sigue creciendo con tesón. Recuerdo cuando él dirigió esta misma obra en noviembre de 2015, celebrando sus 25 años de carrera en la Iglesia Santísima Trinidad. Diez años después, su impulso no ha menguado: sigue construyendo puentes entre lo académico y lo popular, entre lo local y lo universal, entre lo humano y lo sagrado.
¿Qué necesidad estamos intentando saciar cuando buscamos experiencias como esta? ¿Qué sed antigua venimos a calmar? Tal vez no sea un escape, sino una forma de volver a algo que no sabemos nombrar, pero que reconocemos apenas suena el primer compás.
Es que traer a Bach a nuestros tiempos no es solo una apuesta por la excelencia musical, es también un acto político, social y espiritual. En un mundo saturado de estímulos inmediatos, esta música nos pide otra cosa: detenernos, escuchar, estar presentes, mirar al otro, pensar en un mundo mejor posible en comunidad.

Lo que sigue en el festival
El Festival Bach Sudamericano continúa hoy con el concierto “Un mundo paralelo a Bach. El gran barroco del Paraguay”, a cargo del grupo Sonidos de Paraqvaria dirigido por Ian Szarán. Será en la Capellanía Virgen de la Asunción (ex Seminario), sobre Kubitschek casi Herrera, desde las 20:00.
Mañana, martes 22, el ciclo sigue con “Bach, el violoncello y el contrabajo”, en el Espacio Cultural Staudt (Iturbe casi Mcal. Estigarribia), también a las 20:00. En esta ocasión, las suites para violoncello solo de Bach se presentarán en versiones para violoncello y contrabajo, interpretadas por Francisco Álvarez y José Luis Velasco, respectivamente.

*Fotos de redes sociales: Esteban Cabral / OSIC