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Hace dos años el violonchelista Christoph Wagner y el director invitado Johannes Krohn, se conocieron en Paraguay, cuando cada uno estaba de paso realizando diferentes actividades artísticas, antes de volver a otros países. De allí surgió la idea de hacer algo juntos cuando se de la oportunidad, algo que se materializará esta noche.
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Es así que el repertorio de este especial concierto incluirá la Sinfonía Nº 94 de Haydn, conocida con el nombre de “La sorpresa” debido al sentido de humor del compositor quien, en la obra, incluye pasajes que hacían despertar a los asistentes que se dormían en los movimientos lentos de las sinfonías, en los conciertos.
En la segunda parte se ofrecerá el Concierto para cello y orquesta de Antonin Dvorák, la obra de mayor trascendencia y difusión, dedicada al instrumento, donde el invitado alemán será solista.
Wagner, destacado violonchelista, resaltó que esta obra no es de difícil elección ya que es un repertorio fundamental para su instrumento. Recordó que la aprendió ya hace muchos años en su licenciatura, y que se prepara como un deportista si tuviera que correr una maratón. “Hay que prepararse en cuanto a la concentración, la técnica, la interpretación, la adrenalina”, refirió.

Conexiones desde el poder de la música
Pero Christoph no está aquí solo para esta presentación, ya que también está impartiendo clases de violonchelo a estudiantes de la carrera de Música de la FADA/UNA, de Sonidos de la Tierra, de la Orquesta de Cateura y de la Universidad Evangélica del Paraguay. ”Hay tanto potencial aquí en Paraguay, me gusta conocer todos los proyectos, a la gente, y ver dónde tal vez pueda ayudar un poco”, planteó.
En ese sentido, profundizó en que nuestro mundo hoy en día está atravesado por “mucha tecnología, inteligencia artificial, y pienso que la música es catalizadora para conocer nuestro espíritu y es la lengua del corazón, es muy importante que cultivemos esa parte de nuestra humanidad, no solamente las cosas materiales”, dijo.
Añadió que “cuando tenemos esa conexión con el corazón y el alma pienso que tenemos una cultura diferente. Es que por ddentro nuestro sabemos que queremos tener paz, compasión y alegría, y cuando cultivamos eso podemos transfomar el mundo también con la música, con esa conexión podemos recordar que esos son los valores importantes, no solo el dinero y lo material. Claro que son importantes, pero necesitamos ese balance para poder ser una persona mejor y así hacer de este mundo un lugar mejor”.
“Los mejores ejemplos hay aquí en Paraguay”, dijo, poniendo como ejemplo a Sonidos de la Tierra o Cateura “que transforman las trayectorias de los jóvenes gracias a la fuerza de la música”. “Esto es importante más ahora que hay tanto avance de la tecnología, falta el corazón”, subrayó.
A este pensamiento, se sumó el director quien observó que últimamente “nos distanciamos como sociedad y podría seguir empeorando, sobre todo con el tema de la inteligencia artificial”.

Emociones profundas
Al respecto, Wagner explicó que Dvorak vivió en Nueva York cuando escribió esta obra en 1984 y sentía mucha nostalgia de su país, Checoslovaquia. “Eso se puede sentir en la música”, refirió, indicando cómo el arte puede ser un vehículo para viajar a través de las emociones.
El director añadió que, de hecho, “esta fue la última obra que compuso en los Estados Unidos, y luego cuando volvió a su tierra natal, siguió revisando las capas hasta llevar a su punto cumbre”.
Así como a Dvorak la música le hacía sentir cerca de su casa y evocar esos sentimientos de nostalgia, es la música la que también sirvió a Wagner como identidad, ya que el chelo fue todo lo que siempre quiso tocar, según contó. “Soy de una familia muy musical, mis padres son músicos, también mis hermanos, y a mis 6 años mis padres me dieron un chelo y empecé a estudiar”, dijo con alegría.
Y con esa dicha, es con la que se presentarán hoy en medio también de nervios que son inherentes a esta presentación. Johannes mencionó que se siente muy “cómodo” dirigiendo a Christoph, además de añadir que hay una conexión muy fuerte.
“Estoy de acuerdo y estoy muy feliz, con mucha gratitud, es que somos tan bendecidos los que podemos hacer música, podemos tocar y tenemos la oportunidad de presentar este concierto. Yo quiero estar al servicio de la música, es una experiencia que me da mucha humildad, aunque también estoy un poco nervioso, porque se necesita mucha concentración”, cerró.