Una noche de sentimientos desbordantes con la OSN, Constanza Martínez y Ernesto Estigarribia

Este miércoles 13 la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) ofreció un concierto único por muchas razones ya que tuvo como protagonistas a dos talentos paraguayos que hoy se destacan en el exterior: el director Ernesto Estigarribia y la violinista Constanza Martínez. Además, se presentó un repertorio de una naturaleza sonora exuberante, abordado con una energía impresionante. La gente demostró su entusiasmo y agradecimiento con muchos aplausos.

Con las emociones a flor de piel, la OSN junto con violinista y director como invitados, dieron un concierto memorable.
Con las emociones a flor de piel, la OSN junto con violinista y director como invitados, dieron un concierto memorable.FERNANDO ROMERO

Cargando...

El teatro del Hotel Guaraní fue el escenario para este acontecimiento donde reinó una alegría que emanaba tanto de la orquesta como de la platea. Ese clima de ebullición hizo que las obras aterricen en un colchón de aplausos y gratitud.

El concierto comenzó con un estreno en Paraguay. Se trató de la obra “Into the Wild”, del compositor norteamiercano Jacob Bancks, quien cedió gentilmente a Ernesto esta creación para presentarla aquí.

Compuesta en 2016, “En lo salvaje” (por su nombre en español) se conforma por dos movimientos muy contrastantes. El primero está inspirado en las experiencias de vida del autor en su niñez, en el norte de Minnesota. El segundo evoca emociones producidas por la novela “This Side of Paradise”, de F. Scott Fitzgerald.

A través de estos movimientos, Bancks buscó plasmar dos discímiles terrenos “salvajes” pero que atravesaron su vida de alguna forma. El primer movimiento, más inmersivo, nos sumerge a un área natural con características sonoras más contemplativas y de texturas profundas, mientras que el segundo nos “muestra” una jungla pero en referencia a una ciudad, emulando con sonidos ese ajetreo intenso de un ir y venir constante.

El autor nos muestra así los paisajes de dos factores que impactaron en su niñez y el desarrollo de su juventud/adultez en un chispeante juego de sonidos.

Un pasaje del concierto realizado la noche del miércoles en Asunción.
Un pasaje del concierto realizado la noche del miércoles en Asunción.

Protagonismo paraguayo

En un salto estético y en el tiempo, llegó luego el Concierto para violín en mi menor, Op. 64, de Felix Mendelssohn. El desafío de cumplir con la complejidad de esta obra lo tenía tanto la orquesta como la joven violinista Constanza Martínez, quien actualmente se está formando en el Teatro Colón de Buenos Aires y que con esta actuación marcó su debut como solista.

El reto de este último concierto de Mendelssohn recae en un exigente virtuosismo y sobrada expresividad a través de sus tres movimientos. Pero esto fue cumplido con exactitud desde el inicio en que inmediatamente orquesta y violín arremeten con dinamismo.

Los músicos, ensamblados como una gran y elocuente masa sonora, conquistaron cada carácter requerido por este romántico concierto que atraviesa estados de fervor, explosivos y vibrantes, como también de acentuado lirismo.

Constanza, por su parte, entregó una ejecución grandilocuente, cargada de emotividad, y abordó las dificultades del violín solista con una seguridad digna de una violinista de larga trayectoria. Con todo el cuerpo surfeó por las intrincadas olas propuestas por Mendelssohn y salió airosa generando una fiesta de colores e intensidades. La gente explotó en largos aplausos, sobre todo para Martínez quien con una sonrisa y reverencias agradeció a todos.

El público se mostró en estado de júbilo constante.
El público se mostró en estado de júbilo constante.

El concierto cerró con la Sinfonía Nº 6 en re mayor, de Antonín Dvorak, que consta de cuatro movimientos. Esta obra de grandes proporciones fue alimentada por el director, quien condujo toda la gala con un ímpetu desbordante, para llegar a estar parte en un estado de gozo y celebración.

Ernesto Estigarribia dirige con una templanza y una profundidad que contagia su energía e impregna con su brío a cada fibra de la orquesta. El espíritu onírico plasmado por Dvorak crecía como un enredadera llena de vida, abrazando a cada músico y haciendo florecer en cada uno su atmosférica creatividad.

La gente aplaudió a rabiar. Algunos se pusieron de pie al instante mientras otros seguían este ejemplo. Los aplausos con los brazos en alto eran acompañados de gritos de “¡Bravo!” que cruzaban el aire y se mezclaban con los típicos silbidos de aprobación y emoción.

Esa contagiante emoción hizo que fuera de programa entregaran el poema sinfónico “Gallito cantor”, de José Asunción Flores. Otra ovación de pie y el revuelo de una alegría hizo que la gente forme fila, al término del concierto, para sacarse fotos con las estrellas sinfónicas. Un hermoso fenómeno, digno de estrellas de rock o pop, que hizo que el hall del teatro se abarrote de público para un intercambio de salutaciones y más agradecimientos.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...