El poeta Mario Licón y los «azules» de Sonora

De «filósofos, cábulas, bufones, místicos, políticos en ciernes, mayates, travestis, padrotillos y pillos»: recordando a los «azules», un divertido capítulo de juventud de la intensa y aventurera vida del recientemente fallecido poeta y traductor mexicano Mario Licón Cabrera (Nuevo Casas Grandes, Chihuahua, 1949 - Sídney, Australia, 2025).

Mario Licón y Murielle Horry en Monte Albán, enero de 1980. Foto: Cortesía de Claudio Albertani.
Mario Licón y Murielle Horry en Monte Albán, enero de 1980. Foto: Cortesía de Claudio Albertani.Gentileza

Durante la década de 1970, entre los habitantes de Hermosillo, Sonora, se conocía popularmente como «los azules» a un grupo de jóvenes de pelo largo y vaqueros (al parecer, el color de esta prenda de vestir inspiró su apodo) que se plegaban a manifestaciones y huelgas por causas que consideraban justas, amaban las artes y la música y cultivaban el amor libre y la experimentación sensorial, principalmente con marihuana y LSD: en suma, un grupo de hippies mexicanos, es decir, de esos que algunos estudiosos del tema, en alusión a su frecuente interés por las culturas precolombinas, llaman «jipitecas».

Que las relaciones entre los azules y el resto de la sociedad hermosillense no estuvieron libres de roces e incluso de choques es fácil de adivinar. Y, aunque no fuera una excepción, un episodio en apariencia irrelevante resultó decisivo en este aspecto. El 11 de enero de 1972, algunos azules estuvieron de farra –con libre consumo de drogas, naturalmente– en una casa de Hermosillo y la reunión terminó con la Policía allanando el lugar y arrestando a varios de los presentes.

El diario El Sonorense, al día siguiente, tituló su nota principal, impresa en grandes letras rojas: «Drogadicción y vicio cunden en la Cd» (El Sonorense, 12 de enero de 1972). Y El Imparcial publicó lo siguiente en la nota «Mariguana party descubrió ayer la policía preventiva»:

«La policía preventiva de Hermosillo descubrió ayer en la madrugada un “nido” donde se celebraba una “mariguana party”. [Varios policias] se abocaron al lugar del deshonesto agasajo y encontraron a nueve hombres y cuatro mujeres que se divertían abiertamente consumiendo drogas […] Se les recogió cerca de cuatro kilos de marihuana, más una cantidad de pastillas tóxicas, así como varios “carrufos” de la hierba maldita que estaban fumando (1).

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No era la primera farra de los azules, como los lectores sospecharán. Pero dio comienzo a una verdadera campaña antidrogas impulsada por las autoridades y la prensa local (en especial por el diario más influyente del lugar, El Sonorense, y su director, Enguerrando Tapia), y el ambiente se volvió más hostil a los azules. A tal punto que incluso un colectivo de la Universidad de Sonora conocido como «los activistas» rompió con los azules en ese contexto, con la prensa utilizando a nuestros amigos jipitecas para desprestigiar al movimiento estudiantil.

Además de la afición por la farra, el alcohol y las drogas, los azules compartían el gusto por la música, la poesía, la literatura y el arte en general, pero incluso esto fue convertido en un arma en su contra, ya que, tratándose de actividades consideradas, en aquel tiempo y aquel lugar, poco «varoniles», sirvieron para pintar a los azules como doblemente desviados, por «mariguanos» y por sospechosos de homosexualidad.

Los azules, por su parte, nunca rechazaron tales «acusaciones». Para empezar, porque nada en dichas condiciones es malo ni condenable. Y para continuar porque la «desviación» era su estilo de vida, no algo de lo cual avergonzarse. Tampoco ignoraban los azules que su forma de vestirse y de comportarse, como era por demás obvio, tenía que despertar suspicacias inevitablemente en la conservadora sociedad hermosillense de aquella época. De modo que cabe decir que no podían sorprenderse si recibían «piropos».

Si algo les faltaba a los azules no era ilusión, optimismo, esperanza ni energía. Lejos de ser unos vagos, hasta crearon su propia revista, Germen, que tenía como lema: «Una nueva mirada para un nuevo mundo».

En los números que se conservan de Germen podemos encontrar publicaciones muy diversas, algunas serias, otras cómicas. «La preparatoria de la Uni-Son es un nido de mariguanos; tenemos que destruirlos» era una declaración atribuida a Jesús A. Corella, el por entonces candidato a presidente de la sociedad de alumnos de la Escuela Preparatoria de la Universidad de Sonora, declaración que apareció reproducida en el número 2 de Germen con el título «Frase célebre para meditar» y una esvástica como ilustración (2).

Claudio Albertani fotografiado por Mario Licón cuando eran lavaplatos en The Buttercup Bakery, Berkeley, California, 1978.
Claudio Albertani fotografiado por Mario Licón cuando eran lavaplatos en The Buttercup Bakery, Berkeley, California, 1978.

Los azules fueron un capítulo de la interesante vida de un poeta mexicano fallecido hace un par de semanas, al cual su amigo el historiador y politólogo italiano Claudio Albertani dedicó un hermoso artículo que tuvimos el placer de publicar en estas páginas. En él, Claudio cuenta cómo se conocieron:

«Conocí a Mario en 1978 en Berkeley, California. Ambos trabajábamos de lavaplatos en el restaurante The Buttercup Bakery en el cruce de College con Alcatraz, no lejos del campus. Era una suerte de fast food de lujo; los dueños eran panaderos y producían desayunos, cuernitos, donas y tortas de calidad.

Un día se descompuso la lavavajillas y no me quedó más remedio que lavar los platos a mano. Cientos de platos, pues el lugar estaba lleno a reventar.

En pánico, el mánager aullaba:

–¡Más rápido, más rápido!

Enseguida, me fastidié:

–¿Más rápido? Aquí te va.

Y empecé a tirar los platos contra la pared con todo y las sobras de los clientes.

Las cosas se estaban poniendo tensas, cuando apareció Mario. Apenas nos conocíamos porque yo tenía muy poco tiempo en el lugar. Se puso a mi lado, rompió una botella y rugió en español:

–¡Órale cabrones! ¡Dejen en paz al italiano o les parto la madre!».

Sí, el poeta Mario Licón fue un azul. Pueden leer y releer las palabras de Claudio Albertani en El Suplemento Cultural de ABC Color del domingo 3 de agosto. El aventurero testimonio se titula «Una larga amistad» y se encuentra tanto en la edición impresa como en la web (3).

Volviendo a la «época azul» –para decirlo al picassiano modo– de Mario Licón, nuestro poeta le comentó su experiencia como tal, en una entrevista de 2007, al investigador Joel Verdugo:

«Los Azules nos hicimos en el camino, on the road. No fuimos un movimiento, éramos un grupo aleatorio al movimiento estudiantil [de la Universidad de Sonora], independiente, pero al mismo tiempo enclavado en él; un grupo de base muy activo. No convocábamos a manifestaciones o a huelgas, nos adheríamos a ellas. No teníamos demandas más allá que nuestra presencia ¡que ya era mucho para muchos!».

Un poco más adelante, Licón agregaba una ráfaga de noches de juventud:

«Para mí, la génesis de los Azules está en Ciudad Obregón. Entre el 67 y el 69, yo pasaba buenas temporadas en esa ciudad con mi hermano mayor, Héctor. Entre los vecinos estaba Patricia, la futura madre de Jorma, mi primer hijo, pero en ese entonces era la “precisa” de Benjamín Castro; éste y dos hermanos de Paty eran parte de un grupo de chavos que invariablemente se reunían todas las tardes en la misma banca de la plazuela 18 de Marzo, que era en aquel entonces uno de los mejores sitios para el conecte [la compra-venta de drogas] […] Ahí nos explotaron los primeros aceites [LSD], unos oranges […]. Ahí en el mero centro de la ciudad, siempre caliente, ahí se conseguía prácticamente de “tocho morocho”. Yo me integré a ese grupo, un grupo por demás ecléctico y pintoresco: filósofos, cábulas, bufones, místicos, políticos en ciernes, mayates, travestis, padrotillos y pillos…» (4).

Hasta siempre, Mario Licón, poeta de Chihuahua. Filósofos, cábulas, bufones, místicos, mayates, travestis, padrotillos y pillos beberemos esta noche a tu salud.

Mario Licón en Tepoztlán, 2023.
Mario Licón en Tepoztlán, 2023.

Notas

(1) Ver: Galaviz Miranda, Cuitlahuac Alfonso (2023), «Contracultura setentera en el noroeste de México: el caso de los Azules hermosillenses», en Iztapalapa. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, núm. 95, año 44, julio-diciembre de 2023.

(2) Íbid.

(3) Claudio Albertani: «Una larga amistad». El Suplemento Cultural de ABC Color, 03/08/2025.

(4) Mario Licón entrevistado por Joel Verdugo en 2007. Citado en: Galaviz Miranda, Cuitlahuac Alfonso (2023), «Contracultura setentera en el noroeste de México: el caso de los Azules hermosillenses», Iztapalapa. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, núm. 95, año 44, julio-diciembre de 2023.

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