20 Aniversario de Augusto Roa Bastos

Hoy se cumplen 20 años del fallecimiento de nuestro escritor más universal, Premio Cervantes 1989, ocurrido un 26 de abril.

Conmemorando al Premio Cervantes Augusto Roa Bastos a 20 años de su partida.
Conmemorando al Premio Cervantes Augusto Roa Bastos a 20 años de su partida.

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Hoy se cumplen 20 años del fallecimiento del mayor novelista del Paraguay, Augusto Roa Bastos, quien nació en Asunción el 13 de junio de 1917 y falleció el 26 de abril de 2005 en su ciudad natal.

Ganador del Premio Cervantes en 1989 y con sus obras traducidas a, por lo menos, veinticinco idiomas, Augusto Roa Bastos, que además de narrador fue periodista y guionista, está considerado uno de los autores más destacados en la literatura latinoamericana del siglo XX.​

La reflexión sobre el poder en todas sus formas fue el tema central de la obra de nuestro “supremo escritor”, y el motivo principal de su novela Yo el Supremo (1974), para muchos su obra maestra, que apareció el mismo año en el que el cubano Alejo Carpentier publicaba El recurso del método, y el colombiano Gabriel García Márquez, El otoño del patriarca, obras con las que comparte el interés por la figura del dictador.

Augusto Roa Bastos, Gabriel Casaccia, Mario Vargas Llosa y Rubén Bareiro Saguier durante la primera visita del escritor peruano a Paraguay.
Augusto Roa Bastos, Gabriel Casaccia, Mario Vargas Llosa y Rubén Bareiro Saguier durante la primera visita del escritor peruano a Paraguay.

Una peculiaridad de la obra de Augusto Roa Bastos es que, a pesar de caracterizarse por ser un retrato de la realidad y la historia paraguayas, fue producida en su mayor parte fuera de Paraguay, en el exilio. “En el caso de Paraguay, las obras del novelista Augusto Roa Bastos, que escribió sobre la dictadura desde el exilio político, reflejan el dolor del desarraigo. La literatura fue su compañera en los momentos de soledad en el extranjero”, expresa Silvia Jung en un artículo sobre “Migración y literatura” que los lectores encontrarán en nuestra edición de mañana en El Suplemento Cultural.

No deja de ser profundamente significativo el hecho de que Augusto Roa Bastos falleciera un 26 de abril, Día del Periodista. No solo porque trabajó desde su juventud como periodista y porque siempre manifestó particular aprecio por esta profesión, sino también, y sobre todo, porque la primera vez que tuvo que salir de Paraguay fue debido a que sus artículos en el diario El País, publicados en el marco de la guerra civil del 47, le valieron la enemistad del gobierno de Higinio Morínigo (1940 - 1948). Su segunda expulsión llegaría, por cierto, a fines de un mes de abril como este, en 1982, bajo el régimen de Alfredo Stroessner. En los días juveniles de su trabajo periodístico en la redacción del mencionado diario asunceno, para Augusto Roa Bastos, como para tantas víctimas de la diáspora del 47, pasada la Primavera Democrática y desembozada ya la dictadura de Morínigo, no había otra salida que partir al extranjero.

El director de ABC Color, Aldo Zuccolillo, recibe a Augusto Roa Bastos en el Aeropuerto en 1989. Atrás, se lo ve a Juan Manuel Marcos.
El director de ABC Color, Aldo Zuccolillo, recibe a Augusto Roa Bastos en el Aeropuerto en 1989. Atrás, se lo ve a Juan Manuel Marcos.

El joven Augusto Roa Bastos se refugió en Argentina, donde, como otros inmigrantes, tuvo que irse abriendo camino en el mundo laboral de la capital porteña a fuerza de tenacidad y de talento. En sus inicios trabajó en el diario argentino Clarín a medio tiempo como corrector, por recomendación del ilustre artista gráfico villetano Andrés Guevara, creador de su logotipo.

El mismo diario Clarín que, en su suplemento cultural, la famosa Revista Ñ, publicaba lo siguiente en ocasión del centenario de nuestro Premio Cervantes:

“En Paraguay, país oficialmente bilingüe, único del mundo donde la bandera tiene dos lados diferentes, el monopolio de Roa Bastos como representante literario exterior parece inconmovible. Con la lucidez sin desfallecimientos que la caracteriza, la crítica, poeta y narradora Montserrat Alvarez observa qué suscita y regurgita Roa a cien años de nacido: ‘un banquete de epítetos –todos un tanto obscenos– proferidos, para decirlo con la debida pompa, por ‘referentes’: nuestro más profundo escritor / sublime artífice del verbo / trágico paraguayo de úlceras recubiertas por fino papel / devoto artesano de la palabra / paraguayo universal / alquimista titánico del verbo / orfebre de la prosa cintilante. En un juego especular, Roa se mira en Paraguay, que se mira en Roa: una nación, una obra’” (“Arte supremo de un gran novelista”, Revista Ñ, suplemento del diario Clarín, Buenos Aires, Argentina, 20/06/2017).

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Pasaron varios años para que, finalmente, Roa Bastos se ganara también un lugar en el dinámico ambiente literario de Buenos Aires. Y recientemente, como si también volvieran del exilio, cientos de libros, fotografías, cartas y papeles personales suyos fueron encontrados en un contenedor de basura, a punto de ser quemados, al costado de una ruta de la provincia de Buenos Aires, Argentina. La joven socióloga Celina Brittez, protagonista del rescate de este patrimonio, hoy en nuestro país, relató la aventura en una serie de artículos que fueron publicados en El Suplemento Cultural de ABC Color.

Pero lo que mantuvo vivo el lazo que unía secreta, íntimamente a Augusto Roa Bastos con Paraguay fue la literatura, ese “otro país” que se construye con memoria, imaginación y palabras, ese otro país en el que Roa Bastos pensó y repensó a lo largo de su vida la historia y el carácter de su tierra lejana, ese otro país del que ningún dictador podía desterrarlo. Fue el exilio lo que le impulsó a crear ese otro país, y fueron sus artículos los que lo llevaron al exilio. Cabe decir, pues, que el Roa periodista fue, a la vez, el padre del Roa exiliado y del Roa escritor.

Fotografía de Jesús Ruiz Nestosa que muestra a Augusto Roa Bastos partiendo al exilio en 1982, en Puerto Falcón.
Augusto Roa Bastos partiendo al exilio en 1982, en Puerto Falcón. Fotografía de Jesús Ruiz Nestosa.

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