Memorias de una siciliana

“Memorias de una siciliana” es el libro escrito por Giovanna Arcidiacono de Sorbello (98), que será presentado hoy a las 19:00 en el Colegio Dante Alighieri, Alberdi esquina Humaitá. Ella nos brinda un adelanto.

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Giovanna es divertida, muy agradable y espontánea. Hija de Santa Gentile y Giuseppe Arcidiacono, tuvo seis hermanos: Umberto, Santo, Vincenzo, Carlo, Salvatore y Lucía.

Precisamente, acerca de su amada familia, la infancia en Catania -Sicilia- (Italia), la comida, o su boda “un día de 1943, en plena Segunda Guerra Mundial -a las nueve de la mañana” forman parte de los relatos verídicos incluidos en este volumen de lenguaje claro, espontáneo, como si su autora lo estuviera narrando a viva voz, en el transcurso de una conversación entre amistades.

Cuenta así: “Nuestra luna de miel fue muy especial, porque caían bombas por todas partes. Fuimos a un hotel, donde un amigo de Vito nos esperaba para darnos la bienvenida de recién casados. Tomamos el tren que nos dejaría en el hotel, pero el viaje no duraría mucho, porque de pronto cayó una bomba sobre la locomotora y los que nos salvamos tuvimos que refugiarnos en una estación de servicio. Menos mal nosotros viajábamos en uno de los últimos vagones, de lo contrario, yo no estaría contando esta historia”.

Y así toma la vida Giovanna, con sus luces y sus sombras, siempre desde una perspectiva positiva y optimista.

Otro capítulo interesante de su libro tiene que ver con las comidas sicilianas. Téngase en cuenta la época en la que vivió su infancia y adolescencia, entre dos guerras mundiales. Destaca en especial el menú hogareño, de la “mamma”, y detalla cómo disfrutaban “de los ricos platos elaborados en la casa, como, por ejemplo, el bacalao con papas y salsas de todo tipo. En Catania, en gran medida, la alimentación estaba basada en pescados”.

Explica igualmente que “por supuesto, en nuestra mesa no faltaban las pastas; los fideos con salsa de tomate, con mucho queso, eran el plato típico. También disfrutábamos de las albóndigas, las sopas, y por supuesto, las pizzas. Consumíamos muchas legumbres, garbanzos, lentejas, pero poca carne vacuna, en mayor parte eran carnes de aves, pescados, pulpos, calamares”.

Y el carácter dicharachero de Giovanna es heredado del padre, según puede notarse en su libro, pues Giuseppe “durante el día, trabajaba como asistente de un médico, especialista en pulmones; y de noche era inspector oficial de teatros y espectáculos públicos”, lo que le permitía contar con entradas para diversas presentaciones, adonde podía llevar a sus hijos. Giovanna quedó muy marcada con dichas experiencias, y le siguieron gustando todas las expresiones artísticas, al igual que tomó como divertida costumbre el acudir a fiestas de carnaval y disfrazarse.

Siguió yendo a dichas fiestas en nuestro país, adonde iba disfrazada de la Chilindrina, el Chavo, y otros personajes.

Muchas vivencias y anécdotas, tanto positivas como tristes, son relatadas en su libro “Memorias de una Siciliana”, que sobre todo involucra un mensaje, dedicado especialmente a la familia, y al amor a la vida.

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