Estas son algunas de las palabras cuya inclusión se ha ido aprobando en los últimos meses y que todavía no figuran en la versión digital del diccionario, que recibe un promedio de más de 40 millones de consultas al mes.
Tampoco están en ella, pero sí lo estarán en la edición en papel que publique Espasa para todo el ámbito hispánico, voces nuevas como “audioguía”, “cortoplacista”, “hipervínculo”, “medicalización”, “naturópata” y “serendipia”.
También figurarán en la XXIII edición palabras que la Academia ya ha anunciado que se incluirían, como mileurista y otras tan comunes en estos tiempos como tuit, tuitear y red social.
Estas novedades se suman a las más de 22.000 modificaciones (entre nuevos artículos, enmiendas y supresiones) acordadas por las Academias de la Lengua Española desde que se publicó la anterior edición en 2001 y que se pueden consultar en la versión digital del DRAE.
La última tanda de enmiendas se incorporó a la red en junio de 2012 y entre ellas destaca, por su hondo calado social, el matrimonio homosexual, pero también hay otras dignas de mención como bloguero, chat, friki, espanglish, SMS y tableta electrónica.
La edición que se publicará en octubre, como broche del tercer centenario de la RAE, tendrá 2.400 páginas y su tamaño será un poco más reducido que la de 2001. Habrá unas 93.000 entradas, 5.000 más que en la anterior.
“Es una edición renovada en todos los aspectos”, le dice a EFE José Manuel Blecua, director de la Academia. La XXIII edición del Diccionario “es el final de un proceso que comenzó en 1726 y que cada día se sigue construyendo”.
Se ha armonizado con las demás obras académicas y se han revisado los americanismos, una labor en la que han intervenido de forma especial las Academias de América, señala el director.
Los hispanoamericanos se encontrarán con muchas novedades, como “identikit”, definida como “retrato robot” y utilizada en países como Argentina, Bolivia, Ecuador y Perú. Y “jonrón” (del inglés "home run"), un término muy conocido por los aficionados al béisbol.
El Diccionario se ha revisado “en muchos aspectos que tal vez el público no siempre perciba, como los lexicográficos”, afirma Pedro Álvarez de Miranda, director académico de esta obra. Y hay “una presentación más clara de los distintos bloques”.
“Se va a notar el trabajo de estos trece años. Se ha hecho una profunda revisión y se ha buscado un acomodo a la sensibilidad de la época”, asegura el secretario de la RAE, Darío Villanueva.
Y si a veces resultan anacrónicas las definiciones es porque el Diccionario del siglo XXI es “tataranieto del de Autoridades, la gran obra por la que Academia fue creada hace ahora trescientos años”, añade el secretario.
Habrá que esperar a octubre para conocer a fondo las novedades incorporadas al Diccionario, pero a los aficionados al “bótox” les gustará saber que esa “toxina bacteriana utilizada en cirugía estética” (así se define) ya ha sido admitida por la RAE.
Igual sucede con la útil “audioguía” o “dispositivo electrónico portátil de uso individual que, a través de grabaciones, proporciona información en la visita a una exposición, paseos turísticos”, o con el “cameo”, esas intervenciones breves de “un personaje célebre, actor o no, en una película o una serie de televisión”.
Al que persigue resultados a corto plazo se le llama “cortoplacista” que, junto con “cortoplacismo”, entran en el DRAE. Y las aeronaves no tripuladas o “drones” de los que tanto se habla hoy en día aterrizan también en ese “auténtico monumento cultural” que es el Diccionario, como le gusta decir a Darío Villanueva.
Al campo de la informática pertenece otra de las novedades: “hipervínculo” o enlace. Y al de la medicina corresponden “medicalizar”, definida en una de sus acepciones como “dar carácter médico a algo (la medicalización del parto)”, y el “naturópata” o especialista en “naturopatía”, es decir, “método curativo de enfermedades humanas mediante el uso de productos naturales”.
El método gimnástico de “pilates”, que divulgó el especialista alemán J. H. Pilates, se abre hueco en el Diccionario, al igual que lo hace “precuela”, esa “obra literaria o cinematográfica que cuenta hechos que preceden a los de otra obra ya existente”.
Del inglés “serendipity” se adapta al español “serendipia”, es decir, ese “hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual ” y que se ilustra con el siguiente ejemplo: “el descubrimiento de la penicilina fue una serendipia”.
También figurarán términos como impasse, multiculturalidad, feminicidio, hácker, externalizar, spa y positividad.
La Academia se toma su tiempo hasta comprobar que las palabras nuevas que van surgiendo están consolidadas. Por eso, todavía es pronto para saber si serán incluidas o no en futuras ediciones del Diccionario voces coloquiales tan simpáticas como pibón y choni, y otras como link, cronopio, clicar, teocentrismo, identitario, retroalimentar o vintage.
En la RAE se reciben con frecuencia quejas por el posible carácter machista o racista de algunas definiciones y, con motivo de la nueva edición, se han revisado todas esas voces, aunque no se supriman, como sucederá con “gitano” y “gitanada”.
También seguirá “judiada” que, en su uso actual, “está desligada del origen judío. Es una palabra más fina que cabronada o putada”, comenta el secretario.
“El Diccionario no puede modificar la realidad”, señala Álvarez de Miranda. Si judiada o gitanada tienen sentido peyorativo, carece de sentido que la Academia lo oculte.
De la definición de “femenino” se ha suprimido la acepción de “débil, endeble” y de la de “masculino”, “varonil, enérgico”.
Y se han mirado con lupa los nombres de las profesiones para que conste el masculino y femenino “cuando hay la más remota posibilidad de que una mujer desempeñe una profesión. En ese terreno es cada vez más difícil pillar al Diccionario en un resabio machista”, asegura Álvarez de Miranda.