Aunque el programa guarda aún algunas sorpresas para la homenajeada, se sabe que la velada incluirá música, teatro, danza y poesía, en una propuesta diseñada para recorrer medio siglo de creación y entrega artística. Dos maestras de ceremonia conducirán la jornada, mientras colegas y amigos compartirán anécdotas y presentaciones especiales.
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Clotilde Cabral es mucho más que una actriz. A lo largo de cinco décadas ha sido directora, docente, periodista, narradora y gestora cultural, marcando hitos en la televisión paraguaya con producciones como “Sombras en la Noche”, “Nuestros Fantasmas” o “El Regreso de las Sombras”. Actuó en innumerables obras teatrales y películas.
También dirigió instituciones como el Teatro Municipal, la Manzana de la Rivera y el Centro Paraguayo Japonés, además de ejercer actualmente como Directora del FOCMA y Asesora Cultural de la Municipalidad de Asunción.
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Pero más allá de los títulos y reconocimientos, Cabral conserva una mirada profundamente humana sobre su oficio y su vida. “Al comienzo me sorprendió muchísimo, porque no sabía que estaban organizando todo esto —confiesa entre risas—. Hoy en día, los homenajes suelen ser póstumos, y que te hagan uno en vida es casi un riesgo para los organizadores”, bromea.
El homenaje nació del impulso de Ariell López, actor y productor que trabajó junto a ella en El Regreso de las Sombras. “Ariell es un excelente ser humano, y si se arriesgó con esto, es porque confía en que valdrá la pena. Me siento muy agradecida, porque no es poca cosa lo que están preparando”, comenta.
Aunque aún no se anima a decir que está emocionada, sí admite sentirse “gratamente sorprendida y muy agradecida”. Para Clotilde, este gesto tiene un valor que trasciende el escenario: “Este no es un homenaje donde la gente paga entrada. Es un regalo, una muestra de cariño hacia mí, y a la vez mi forma de agradecer al público y a la prensa que siempre nos acompañan. Si la gente no se entera, no existimos.”
La actuación como motor de vida
Cabral mantiene una relación viva con el teatro y el público. “El teatro es sanador. Vos estás triste, entrás al escenario y te olvidás de la tristeza. El cariño de la gente es lo que te sostiene. Me pasa que me reconocen en la calle, en el supermercado o incluso fuera del país. Esas cosas te llenan el alma”, dice con una sonrisa.
Su recorrido no se limita a los reflectores. Durante 35 años fue docente de teatro en distintos colegios, experiencia que recuerda con ternura:“Esos son los grandes premios que te da la vida. Cuando alguien le dice: ‘Mi hijo ahora es abogado famoso, y vos le sacaste la timidez’, ¿qué mejor premio que eso?”, reflexiona.
Pero a lo largo de la conversación reitera una idea que parece definirla: la del dar. “Yo nací para dar, no para recibir. Pero ahora me toca recibir, gracias a Dios. Y aunque me cuesta, me llena de gratitud”, afirma.

Sobre su vigencia, asegura que no piensa en el paso del tiempo:“Yo normalmente no miro para atrás. Siempre estoy mirando para adelante, haciendo cosas. Y quizás por eso los años no pesan tanto. Sigo en movimiento, y eso me mantiene viva.”
El homenaje del miércoles no será solo un repaso por su carrera, sino también una celebración del arte como forma de vida. Y, sobre todo, un abrazo colectivo a una mujer que, desde hace medio siglo, sigue subiendo al escenario con la misma pasión que el primer día.
