Las entradas anticipadas tienen un costo de G. 35.000 y G. 50.000 en puerta. Las funciones se realizarán en el Espacio Ñakyra, ubicado en Herrera 115, esquina Independencia Nacional, en la ciudad de Asunción.
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La programación incluye una diversidad de obras que, aunque distintas en forma y tono, se enlazan por un mismo eje temático: la memoria, el recuerdo, lo íntimo y lo oculto.
La cartelera comienza con “Recuerdo Nº 7”, de Carmen González, que podrá verse el 13 de junio y el 4 de julio. Le sigue “El espejo del alma”, a cargo de OM Teatro, con funciones el 14 de junio y el 12 de julio.

El 22 de junio y el 5 de julio subirá a escena “Takuare’e Ko’e”, creación de Brahian Aquino y Carlos Rolón. Por su parte, Milagros Alfonso presentará “Mejoraré la puntería” el 27 de junio y también el 5 de julio. “Magenta”, de Ronald von Knobloch, tendrá sus funciones los días 21 y 29 de junio.
El ciclo continuará con “Yvoty Morotí”, de Mainumby Teatro, el 28 de junio y el 11 de julio. La obra “Refugio”, de Magín Fullaondo, se presentará el 15 y el 20 de junio.

En el mes de julio, Frank Mareco llegará con “Andariego kerasy” el 18 y el 27; “El último banquete”, de Tava Mba’e Teatro, tendrá lugar el 20 y el 26; y “Dilema de pájaros”, de Fátima Estigarribia, se presentará con funciones el 13 y el 19.
Teatro cargado de simbolismos
Luis Corrales, actor, director y responsable del Espacio Ñakyra, explica el concepto detrás del festival: “¿Por qué Ático? Porque pensamos en ese espacio simbólico donde se acumulan objetos, relatos y emociones que el tiempo ha dejado de lado. Queremos abrir esa puerta polvorienta y traer al escenario aquello que alguna vez fue relegado, silenciado u olvidado”.
El Festival Teatro Ático nace así “con el objetivo de generar un espacio de encuentro y visibilización para propuestas que dialoguen con la memoria desde múltiples lenguajes: teatro poético, teatro documento, teatro de objetos, entre otros”.

Además, “busca fomentar la participación de artistas tanto emergentes como consolidados, y posicionarse como un ciclo donde el arte escénico se convierte en vehículo de introspección, reflexión y reencuentro”.
Más que una serie de funciones, Teatro Ático “es una invitación a detenernos, revisar lo que fuimos, reconocer lo que somos y abrir la puerta a lo que todavía podemos ser”.