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Nacida en Asunción el 1 de marzo de 1929, Márquez forjó inicialmente su carrera artística en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, donde se instaló a los 18 años de edad. Con sus colegas Julio Le Parc, Horacio Sofons y otros, conformó el Movimiento Estudiantil de Reforma de las Escuelas de Bellas Artes. En Asunción, realizó su primera muestra en el Café Capri, con la presentación de Olga Blinder.
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Muchas de las ideas que traía desde la capital argentina, en la década de 1960, cimentaron la formación del grupo “Los novísimos”, conformado por William Riquelme, Enrique Careaga, José Antonio Pratt Mayans y Ángel Yegros.
Al respecto, el crítico de arte y curador Ticio Escobar señalaba que el regreso de la artista a Paraguay “ayudó a remover el ambiente”. “Se había formado en la Escuela de Bellas Artes (Academia Pío Colivadino), pero tenía una actitud inconformista y antiacadémica crecida con el contacto con el Instituto di Tella y desarrollada fundamentalmente a través de la incesante búsqueda de experiencias siempre distintas que pocas veces tuvieron tiempo de cuajar en formas definitivas”, añade Escobar en el texto “Una interpretación sobre las Artes Visuales en el Paraguay”.
Como parte de esa renovación que trajo Márquez a la escena artística, en 1965, junto a un grupo de artistas fundaron el Museo de Arte Moderno de Asunción. En la década del 1970 se mudó a Nueva York, donde participó de muestras y happenings en diferentes galerías y museos, experimentando con diferentes herramientas y materiales.
Entre sus obras se destacan “Seis meses de silencio”, en la que aborda la represión de la dictadura; la instalación “Las puertas inútiles”, presentada en la Bienal de São Paulo de 1967; y una serie dedicada al ñandutí.
“Yo nunca estuve arraigada en un sitio por toda mi vida. Yo creo que eso ha influido mucho en mi hacer artístico”, señalaba a ABC en el año 2005. Una década después, en el 2015, el Centro Cultural de la República “El Cabildo” le otorgó el reconocimiento de “Maestra del Arte”.
