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Pero si podemos encontrar belleza en lo que conmueve, es cuando pienso que realmente estamos creciendo, ganando algo. Esa experiencia es algo que puede vivirse siendo espectador de la obra “Un premio para Lucía”, con libreto y dirección de Guillermo Hermida.
Esta obra actualmente se está presentando en la Alianza Francesa, con un elenco conformado por Tana Schémbori, Lourdes García Stark, Rossana Bellassai, Dani Willigs, Manni Delvalle, Rodrigo Pastore y Damián Ricardo.
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La premisa de la obra indica que después de un largo tiempo, Lucía vuelve a las tablas con un regreso triunfal. La noche del reestreno recibe una noticia letal, ella es la única del equipo de la obra teatral que no es nominada al más prestigioso de los premios vernáculos.
Lucía quiere vengarse. Gregoria (su fiel asistente) intenta calmarla. Esmeralda (única compañera de elenco de Lucía) se siente incómoda. Martín (director de la obra) no logra fluir. Santiago (el asistente) se esfuerza para que todo siga como siempre, mientras Gregoria despliega su ingenio creando estrategias y generando complicidades bienintencionadas. Secretos y simulación. Lucía, empeora. Todo pareciera atentar contra la función de esa noche.
Esta obra es realmente una celebración a la humanidad pero para celebrarla primero debe indagar en ella. ¿Qué nos mueve? ¿Qué nos conmueve? ¿Qué nos guardamos y por qué? Tantas preguntas pasan entre líneas en esta obra, cuyo libreto sabe resolver desde un lado sumamente sensible, honesto y respetuoso.
Este es, quizás, uno de los mejores ensambles de elenco que vio el teatro. La energía fluye sin cortes entre todos, quienes saben recibir la energía del otro y cuidarla, porque saben que lo que cada uno tiene para decir es importante. Hay entendimiento y amor por el mensaje que, es verdad, a cada uno puede llegar de una forma diferente. De cada uno se podría hablar con precisión porque el trabajo actoral es quirúrjico y emocional. La manera en la que cada uno abrazó y contuvo a su personaje es admirable.
Lourdes García está impecable con un personaje hecho a medida de sus inmensas posibilidades actorales. La diva del teatro herida y apasionada está tan bien representada con su retrato profundo. Ella supo desentramar los complejos caminos que llevan a uno a sentir, quizás, celos, resentimiento, tristeza. Su cara solemne nos dice todo lo que está callando por dentro. Sus silencios saben gritar cuando no puede, sus gritos nos hablan de ciertos vacíos. Todo eso ella equilibra de una manera extraordinaria y magnética, algo que hace que no podamos dejar de posar nuestros ojos sobre ella.
A Tana Schémbori es un placer y un deleite verla actuando. Su personaje carga con tanta ternura. Esa ternura de esa gente que quiere solamente el bien para todo el mundo y que es esa mano compañera que entiende todo lo que uno tiene por dar. Es esa persona que sabe que todos, en el fondo, somos buenos y nos merecemos ser felices. Su naturalidad en escena nos habla de una persona que entiende a su personaje y que nos confirma que lo más importante a la hora de mostrarse vulnerable es saber que tenemos quien nos de la mano.
Rossana Bellassai como Esmeralda hace uso de un gran lenguaje corporal para impactarnos con una entrega impecable. Furia, desdén, dolor, frustración, todo eso y más ella representa como un huracán de sentimientos que emergen en escena. Ella sabe medir también la forma en que saca a relucir su mundo interior lleno de matices emocionales trabajados excepcionalmente. Incluso se luce cantando en francés en uno de los cuadros más emotivos.
Manni Delvalle, como el asistente, supone el alivio cómico de la obra en gran manera, ya que en momentos en que casi sucumbimos al llanto aparece él para recordarnos cómo podemos llevar las cosas en esta vida, con naturalidad y con risas. Los bailarines, también actores, Rodrigo y Damián, maravillan con la elasticidad emocional que manejan para la comedia y el drama, lo que habla también de que tenemos toda una nueva gran generación de actores que se impone con solidez y solvencia.
El personaje de Dani Willigs es el director de la obra. Una persona que reflexiona que se siente como una “mamushka”, como esas muñecas rusas que se encuentran huecas pero en su interior albergan una nueva muñeca y esta, a su vez, otra. Él tiene tanto por dar y creo que, nos da uno de los mensajes más fuertes de la obra, al afirmar que se siente libre creando realidades ficticias. Nos dice cómo a él le cuesta encontrarse consigo mismo pero al escribir y dirigir teatro es donde se encuentra. Es canalizando su pasión cuando logra ser él mismo, y eso también está bien.
Todos tienen algo adentro, todos bajo capas y capas, pliegues y pliegues de corteza curtidas por las penas y los altibajos de la vida, y esta obra buscó la belleza en los pliegues del dolor y supo encontrarla, supo materializarla en escena con estos actores, con esta historia. La belleza recorre cada rincón de ese teatro cuando “Un premio para Lucía” nos dice que todo lo que tenemos para dar está ahí si seguimos el camino de la pasión y que cuando soñamos somos todos iguales. Humanos. Y que el premio es verdaderamente para quien abre su corazón al encuentro con la felicidad y la plenitud, no sin reconocer los defectos que nos conforman.{
Todo esto enmarcado en una gran puesta en escena donde la escenografía nos mete de lleno en lo que sucede tras bambalinas como también arriba de un escenario. Ello sumado a las luces y la música, con sus diversos matices, hace que esta obra cierre de una forma excelente.
La obra se despide de escena este fin de semana con funciones los días 26, 27 y 28 de noviembre siendo los viernes y sábados a las 21:00 y los domingos a las 20:00, en la Alianza Francesa (Mcal. Estigarribia 1039 e/ Brasil y EE.UU.) Entradas en venta al WhatsApp (0982) 839489.