La película se basa en la vida real de Tony Lip (su nombre real era Frank Anthony Vallelonga), un duro italo-estadounidense que trabajaba como seguridad en el club Copacabana de Nueva York y que en 1962 se convirtió en el chofer de un magnífico pianista negro, Don Shirley, durante su gira por el sur de Estados Unidos.
“Respeto y empatía son valores que siempre están en riesgo”, afirmó Mortensen, de 60 años.
“Hay gente que se alegra de que hayamos hecho esta película porque considera que desde que se proclamó la Ley de Derechos Civiles (1964) hemos caído en los mismos errores: racismo, xenofobia, homofobia... En fin, intolerancia. Y estoy de acuerdo, pero esta película tiene su razón de ser y será valiosa en cualquier momento”, declaró el actor.
El filme, que supone la primera incursión en territorio dramático para Peter Farrelly, creador de comedias como Tonto y Retonto, Loco por Mary o Irene, yo y mi otro yo, figura entre las apuestas de los expertos para categorías de los Óscar como mejor película, mejor actor (Mortensen) y mejor actor de reparto (Mahershala Ali).
“Esta película puede llegar a ser un clásico”, recalcó el intérprete, que podría sumar su tercera nominación a los premios de la Academia tras Promesas del Este y Captain Fantastic.
“Hay muchas (películas) que las ves y te parecen increíbles, pero las vuelves a ver pasado el tiempo y dices: 'Uhm, no era para tanto'. Green Book es una película que se verá varias veces, va a gustar mucho y se va a recomendar. En cinco o diez años seguirá funcionando porque es divertida y está muy bien construida y dirigida”, señaló.
Mortensen considera, asimismo, que las personas comienzan a “distanciarse, ver diferencias, ponerse por arriba o debajo de los demás” a través de las familias, sus entornos y ambientes.
“Los niños no piensan en el color de la piel. No tienen dudas. Esas cosas se aprenden, pero si hay suerte, en la adolescencia o ya como adultos, uno se deshace de lo aprendido y aprende a jugar bien con los demás. Eso va a ocurrir siempre”, indicó.
En plena era de la segregación, Lip y Shirley forjan una peculiar amistad durante su viaje en vehículo al sur de EE.UU. y confían en una guía de viaje que proporciona opciones seguras de alojamiento para afroamericanos.
“Es una historia sobre las limitaciones de las primeras impresiones”, indicó Mortensen, que engordó 20 kilos para meterse en la piel del personaje, un bruto que no para de engullir comida pero que posee un corazón y un pico de oro.
“La relación entre ambos demuestra que la ignorancia no es solo cuestión de educación, de dinero o de lo viajado que eres. Puedes ser un ignorante teniendo tres doctorados o hablando ocho idiomas como Shirley. Tony parece tosco, pero es noble, tiene sus códigos, es un hombre de palabra y tiene honor”, valoró.
Shirley, por su parte, es un personaje taciturno y reservado, pero decidido en su misión de recorrer el sur mostrando su arte al piano.
“Es una forma de protesta pacífica. Es su resistencia. Un tipo elegante y culto que decide ir al sur para que la gente vea que una persona negra puede ser tan hábil al piano como un blanco. Quiere cambiar la mentalidad de la gente”, señaló Mortensen.
Al actor, criado en Dinamarca y Argentina, se le nota especialmente orgulloso de Green Book y está feliz, sobre todo, por Farrelly.
“La gente de la industria no entiende cómo Peter ha podido hacer esta película, pero es alguien que lleva casi tres décadas haciendo cine”, reconoció el actor, quien destacó el carácter sumamente abierto de Farrelly.
Mortensen recuerda que en el primer día de rodaje, el realizador reunió a todo el equipo, incluidos cocineros y chóferes, y les animó a contribuir con sus ideas para mejorar la historia.
“Normalmente los directores no son así. Una sugerencia puede parecer una crítica o queja. Son muy inseguros y lo entiendo. Hay mucha presión alrededor”, apuntó el artista, que próximamente se pondrá detrás de las cámaras por primera vez en su carrera con la cinta Falling.