Principalmente la violencia y los tiroteos en los colegios de Estados Unidos, como el de Columbine, de 1999, en el que murieron 12 alumnos y un profesora y en el que se inspira el inicio de un filme dirigido por Brady Corbet que compite por el León de Oro de Venecia.
“No es exactamente una película que contenga un mensaje, es una pieza de arte más que un retrato. Un reflejo sobre nuestra sociedad y la intersección entre la cultura pop y la violencia”, resaltó Portman. La actriz de origen israelí reconoció que ser de un lugar en el que la gente ha sufrido mucho durante tanto tiempo hace que tenga un interés especial “en la psicología de lo que la violencia provoca en los individuos”.
Un fenómeno muy presente ahora en Estados Unidos, donde se producen regularmente tiroteos en escuelas, una “especie de guerra civil y de terror” que está teniendo un impacto psicológico en toda la sociedad, pero especialmente en los niños que después de esos hechos tienen que volver a las aulas y en sus padres. Es tremendo, agregó, “cómo un pequeño acto de violencia puede provocar un amplio tormento psicológico”.
Una película que es de alguna forma la continuación del trabajo anterior de Corbet - The Childhood of a Leader -, que se situaba a comienzos del siglo XX tras la I Guerra Mundial. Ahora el realizador se centra en el paso al siglo XXI y como, en ambos casos, el mundo está marcado por el mal.
“Vivimos en una época de ansiedad y el filme nació de ahí”, explicó Corbet, para quien el personaje de Celeste no es un monstruo, sino la “víctima de una era”. Lo que él quería mostrar es que “el siglo XX estuvo marcado por la banalización del mal” y el XXI lo estará por la existencia de ese mal. Y lo cuenta a través de la historia de Celeste (Portman), una joven de 14 años que resulta herida en un tiroteo en su escuela y que escribe una canción en homenaje a las víctimas que supone el principio de una meteórica carrera en la música.
En la primera parte de la película la protagonista está interpretada por Raffey Cassidy, que en la segunda mitad hace de la hija de Celeste adulta, a la que da vida Natalie Portman. Una especie de “fábula”, en palabras de Corbet, que ha querido resumir en su película “los momentos que han definido los últimos 20 años”.
La violencia, la lucha de egos, la exposición mediática o las redes sociales encuentran su hueco en un filme que también habla de las relaciones familiares y de cómo se pueden corromper, pero también sobre la pérdida de la inocencia, como explicó Portman. Porque su personaje es una mujer que ha crecido expuesta al mundo, que ha sufrido la violencia, que depende de los demás y que al mismo tiempo está aislada en su torre de cristal, alguien que no es un monstruo, en opinión de la actriz.
“Pero no creo que tengas que juzgar a tus personajes para poder interpretarlos, tienes que permitir que vivan por sí mismos”, precisó Portman, que se preparó para su papel viendo muchos documentales de música, aunque no se inspiró en una estrella en particular.
También reconoció lo divertido que fue preparar en su casa y con su marido -el bailarín y coreógrafo francés Benjamin Millepied- las coreografías de su personaje y el honor que supuso cantar las canciones compuestas por Sia. “Para la grabación de las canciones estaba aterrorizada y emocionada al mismo tiempo”, dijo Portman, que se declaró fan de la cantante australiana.
Una experiencia completamente diferente a la de la bailarina que interpretó en Cisne Negro y que le proporcionó su único Óscar. “Son diferentes momentos de mi vida, muy diferentes estilos, personajes y narraciones”.
Y sobre las posibles semejanzas con Celeste, tras asegurar que el sistema de egos es muy diferente en el mundo del cine y en de la música, señaló que no le gusta compararse con sus personajes. “Creo que es genial explorar la mente de otros y sus experiencias, pero me pone nerviosa hacer paralelismos”.
Junto a Portman, aparecen la joven Cassidy, Jude Law o Stacy Martin en una película que no fue muy bien recibida en la primera proyección de Venecia, donde se escucharon unos leves silbidos al acabar el pase.