Pero en una charla con Efe, Wan asegura que su reto es demostrar que domina igual cualquier otro género.
“Es un honor que me vean así”, confesó el cineasta de 39 años, nacido en Malasia y criado en Australia. “Lo que me resulta divertido es que haya quien aún me conozca como 'el nuevo maestro del terror', cuando llevo haciendo esto trece años”, añadió.
“Entiendo la necesidad de la gente de etiquetarte. No es malo”, precisó el cineasta. “Significa -opinó- que haces algo realmente bien y que te conocen por ello. Mi reto ahora es demostrar que no solo soy un maestro del terror, sino un maestro del cine en su conjunto. Veremos si ocurre”.
El Conjuro, sobre el drama de una familia que experimenta una serie de fenómenos extraños tras mudarse a una casa en las afueras de Rhode Island, sorprendió a todos en 2013 con 318 millones de dólares en taquilla. La clave de aquella cinta residía, entre otros aspectos, en la química de la candidata al Óscar Vera Farmiga, en la piel de la investigadora de lo paranormal Lorraine Warren, y Patrick Wilson, quien encarna a su esposo y ayudante, Ed.
En esta segunda entrega, el matrimonio viaja hasta el norte de Londres para ayudar a una madre soltera con cuatro hijas, residentes en una casa acosada por la presencia de espíritus malignos, una situación basada en los hechos reales del caso Enfield, originado en Inglaterra entre 1977 y 1979.
“Para mí ha sido como volver a casa”, dijo Wan, que tras una carrera dedicada al género de terror se lanzó en 2015 a las grandes producciones de Hollywood con Rápidos y Furiosos 7, la sexta película de mayor recaudación en la historia, con más de 1.500 millones de dólares.
“Es bonito volver a esta saga. Me lo paso genial con todo el equipo. Volver a visitar estos personajes es algo que me apetecía mucho”, valoró Wan, que en El Conjuro 2 vuelve a demostrar su destreza con la cámara, permitiendo al espectador adentrarse en el escenario mientras recorre con su lente todos los ángulos imaginables del interior de la casa embrujada.
Para Wan, la clave de orquestar una memorable escena de terror, como la del escondite y las palmas en la primera parte o el cuadro que cobra vida en esta secuela, parte siempre del guión.
“Siempre acudo a los rodajes con todas las escenas preparadas. Incluso cuando escribo, pienso en imágenes. Me gusta conocer cada aspecto, desde la fotografía y el diseño de sonido hasta lo que irá a postproducción. Sé lo que voy a hacer cuando llego al set, pero luego me encanta tener la libertad de descubrir cosas allí”, manifestó. “No hay que ser esclavo de conceptos preconcebidos”, indicó el realizador.
Al final, confía en su propio instinto para saber cuándo una secuencia da realmente pavor.
“Tengo un entendimiento innato de aquello que aterroriza a la gente en una película, pero en parte se debe a que miro las cosas a través de una perspectiva muy común y cotidiana”, explicó el cineasta, que suele subvertir elementos con los que “todos nos identificamos”.
“Si el espectador se ve reflejado con lo que ve en la pantalla, eso hace que los sustos y el terror sean más potentes. Yo mismo me uso como barómetro. Me gusta pensar que si me asusta a mí, es probable que a la gente también”, indicó.
Conseguir esa perfecta mezcla de elementos en la pantalla para controlar por completo las pulsaciones e incluso la respiración del espectador, le ha deparado a Wan ser calificado por muchos críticos como “un gran manipulador”, algo que se toma como un gran elogio.
“Me honra. Recuerdo haber leído hace mucho un libro sobre Steven Spielberg y hablaban de él como un gran manipulador de emociones. Él es uno de mis ídolos. Aspiro a ser cómo él”, confesó.
Una de las lecciones que ya sabía pero que confirmó tras su experiencia en Rápidos y Furiosos 7 fue la importancia que tienen siempre los personajes. “Si el público se enamora de los personajes, irán adonde sea con ellos. Da igual que los tires de un avión o crucen de edificio en edificio con un auto volando por los aires. Aceptan la locura del viaje”, sostuvo.
Y esa regla promete ponerla en práctica también con Aquaman, su próximo gran proyecto, para el que, según desveló, podría usar la tecnología que empleó James Cameron, otro de sus ídolos, en Avatar.
“Hay una razón -adelantó- por la que esa historia no se ha hecho antes. Se desarrolla en un mundo increíble que hasta ahora no se ha podido ilustrar para contar bien la historia. Usaremos una tecnología revolucionaria, pero no quitará protagonismo a los elementos humanos del guión”.