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PARÍS (AFP). Junto a Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro, Iñárritu forma parte del grupo de directores que a través de Hollywood han colocado a México en la máxima categoría del cine mundial.
El cineasta, guionista y productor, de 55 años, ha dirigido seis largometrajes, todos ellos nominados a los Óscar, certamen en el que ha cosechado múltiples estatuillas. En 2016, con “El Renacido”, protagonizada por Leonardo DiCaprio, se convirtió en el tercer director de la historia en ganar dos veces consecutivas el Óscar al mejor director, siguiendo los pasos de John Ford (1941 y 1942) y de Joseph L. Mankiewicz (1950 y 1951).
Además, se unió a grandes figuras que han recibido dos estatuillas doradas por su dirección, como Billy Wilder, Clint Eastwood, Steven Spielberg, Milos Forman, Oliver Stone y Ang Lee.
“El Renacido”, una historia de supervivencia que cosechó tres Óscars, incluido el de mejor actor para DiCaprio, es un claro ejemplo de lo que el cine significa para Iñárritu: remover el alma para comprender un poco mejor de qué está hecha la naturaleza humana.
Pero este triunfo no fue el más clamoroso: un año antes, “Birdman”, una comedia que explora el ego sobredimensionado de un artista venido a menos, se alzó con cuatro estatuillas, incluida la de mejor película. - Una voz radiofónica popular -
Aunque su nombre está escrito en oro en la meca del cine, “El Negro” vivió varias vidas antes de darse cuenta de que lo suyo era el cine.
Durante la década de los ochenta fue una de las voces radiofónicas más populares de México al frente de la emisora de radio WFM.
La música es tan trascendental para él que en alguna ocasión ha reconocido ser un “músico frustrado”, antes que director. Su espíritu aventurero lo empujó a dejar los micrófonos en los noventa para probar suerte en la publicidad y los cortometrajes con su productora Z Films. Fueron años de crecimiento personal durante los que estudió dirección teatral bajo las órdenes del polaco Ludwik Margules.
En ese tiempo conoció a uno de los hombres más importantes de su carrera, el guionista mexicano Guillermo Arriaga, con quien filmó su primer largometraje, “Amores Perros” (2000), estrenado en la Semana de la Crítica de Cannes.
El filme, protagonizado por Gael García Bernal, representó a México en los Óscar y marcó el inicio de una nueva etapa en el cine latinoamericano.
Luego llegaron “21 gramos” (2003), con Sean Penn, y “Babel” (2006), con Brad Pitt, que completaron la llamada trilogía de la muerte creada junto a Arriaga y con las que Iñárritu metió un pie en Hollywood. Pero el éxito y las discrepancias rompieron para siempre la amistad entre ambos.
Iñárritu tardó cuatro años en recomponer sus bases en el cine. “Biutiful” (2010) fue su particular resurgir, un drama en español protagonizado por Javier Bardem.
“Birdman”, su primera comedia, supuso su apogeo, a la vez que sacó a relucir su lado más político criticando la gestión del expresidente Enrique Peña Nieto.
Casi en seguida, Iñárritu ultimó “El Renacido”, un proyecto personal con un presupuesto estratosférico que lo consagró como uno de los mejores cineastas de Hollywood.
“Ha sido muy extenuante hacer dos películas al hilo”, reconoció entonces. “El único reto que tengo frente a mí es descansar seis meses. Quiero, como un oso, meterme en una cueva e hibernar”.
Desde entonces, concibió su instalación de realidad virtual “Carne y Arena”, seleccionada en Cannes en 2017, en la que ofrecía una inmersión en el drama de los migrantes mexicanos que tratan de cruzar la frontera con Estados Unidos. La experiencia se llevó también un Óscar especial.
Iñárritu obtuvo el año pasado la nacionalidad española, que ya tenían su esposa y sus hijos.