Para encarnar a Aquaman en su primera incursión en el cine se ha elegido al actor hawaiano Jason Momoa, que ya dejó ver sus escamas en dos colaboraciones en Batman vs Superman (2016) y en Liga de la Justicia (2017).
Momoa se hizo muy popular por encarnar en tan solo diez episodios al jefe bárbaro Khal Drogo en Game of Thrones.
Y ahora se convierte en Arthur, hijo de “un pecado” entre la reina de los océanos y un farero, una historia que mucho tiene que ver con la de vida real de este actor, hijo de padre hawaiano y madre alemana-irlandesa.
“Los dos estamos conectados porque venimos de mundos totalmente diferentes entre sí. En su caso, es la superficie frente al mundo acuático de Atlantis; en el mío, es América versus el lugar donde he nacido, Hawai”, confesó Momoa a Efe en Londres.
Para el actor, haber interpretado a Aquaman “ha sido fantástico y muy divertido” y, entre otras cosas, admira la personalidad que caracteriza al superhéroe, al cual define como una persona “noble, poderosa, honrada y un poco insensata”.
Durante la entrevista, Momoa destacó lo fácil que fue trabajar con el director del filme, James Wan, quien “estaba extremadamente preparado y consiguió crear un mundo mágico nunca visto”.
Esto último fue, precisamente, lo que le dio a Wan vía libre para construir Atlantis y la historia de los siete mares desde cero y sin límites gracias a la tecnología.
“A la hora de crear un mundo ficticio, tu imaginación es el único límite porque la tecnología es una herramienta impresionante que te permite diseñar y hacer cosas que no se han hecho en el pasado”, reveló el director.
Con Aquaman, Wan abandona la oscuridad de sus películas de terror (El Conjuro, La noche del demonio o El juego del miedo) para crear un mundo que permite explorar las profundidades del océano a través de medusas y corales bioluminiscentes que “actúan como una fuente de luz y aportan a la película el estilo de fondo marino”, explicó.
En palabras de Patrick Wilson, quien interpreta a Orm, el hermanastro de Aquaman, el Atlantis de Wan es “detallista, preciso, colorido e inusual” y, aunque “no se puede comparar con ningún otro mundo ficticio”, el actor se atrevió a describirlo como “algo parecido al de El Señor de los Anillos, pero bajo el agua”.
“Siempre he sabido que Wan podía hacer cualquier género. Nunca lo he encasillado como un director de cine de terror, al igual que yo no me veo únicamente como un actor de películas de miedo”, destacó Wilson, quien ya ha trabajado con Wan en otros largometrajes.
En la trama de la película de DC Films, mientras los ejércitos del supervillano Orm, actual amo del océano, se preparan para atacar a la superficie, Aquaman deberá aceptar su condición de mitad humano, mitad atlante, para evitar una batalla inminente entre los dos mundos.
No en vano, el nombre de Arthur lleva implícita la famosa historia del rey Arturo, legítimo en el trono, pero esta vez en las profundidades del océano y con un tridente perdido en lugar de la espada excálibur.
En su búsqueda, el superhéroe contará con la ayuda de la princesa Mera (Amber Heard) del reino de Xebel, una auténtica superheroína que se suma a otras del universo DC como la Mujer Maravilla.
“Estoy harta y aburrida de ver siempre el mismo prototipo de mujer en las películas de superhéroes. Ya era hora de ver en escena a mujeres fuertes e independientes como Mera”, reivindicó Heard, quien además añadió que le encantaría que se hiciera un spin-off sobre su personaje.
La adaptación a la gran pantalla que ha hecho Wan de los cómics de Mort Weisinger también presenta cierta influencia grecorromana y neoclásica, la cual está patente “sobre todo en los planos de la antigua Atlantis”, apuntó el director.
Más allá de efectos especiales y ejércitos de tiburones, cangrejos gigantes, caballitos de mar y tylosaurus, Aquaman, que ha contando con un presupuesto de 160 millones de dólares, es también una crítica a la contaminación de los océanos.
“Nos lo tratamos con el respeto que se merecen”, sentenció Wan.