Flow, una hermosa estatuilla de bajo presupuesto

Flow (Straume, 2024), una fábula para nuestro tiempo.
Flow (Straume, 2024), una fábula para nuestro tiempo.

Sobre el encanto melancólico del mundo posdiluviano en Flow (2024), del cineasta letón Gints Zilbalodis, fábula sin palabras acerca de la soledad, el miedo y el agradecimiento.

Hace unos días aprovechamos la oportunidad de ver Flow (en letón, Straume) producción letona-franco-belga que el pasado 3 de marzo fue galardonada con el Oscar a la mejor película de animación de 2024. Dirigida por el cineasta y animador autodidacta Gints Zilbalodis (Riga, 1994), Flow relata las aventuras, desventuras y dilemas de un gato solitario en un escenario en el que resuenan inquietantemente miles de advertencias sobre el cambio climático que llevamos años escuchando, un mundo inundado y en gran parte sumergido después de lo que parece haber sido una catástrofe de dimensiones globales, quizá bíblicas –¿un diluvio universal?–, y en el que toda la raza humana ha desaparecido, dejando solo mudos vestigios –casas, utensilios, estatuas, edificios, ciudades enteras–, espectrales y deshabitados, de su paso por el planeta.

Desde el principio de la película, destaca el inteligente, casi imperceptible manejo de la técnica de desplazamiento de cámara para captar los movimientos del protagonista y los coprotagonistas de esta aventura sin palabras. Precisamente en dicha cuasi imperceptibilidad, gracias a la cual se logra un efecto mucho más orgánico e inmersivo en la narrativa de la historia, radica la belleza de la no menos orgánica y «espontánea» animación de los movimientos del gato, dotando de una notable naturalidad a este entrañable personaje felino cuyos mínimos gestos y fluctuantes estados de ánimo, al igual que la atmósfera –de tensión, entretenida ligereza, solemnidad, tristeza, humor u hondura mística– de los diversos momentos de la historia, están sensiblemente acompañados por la hermosa banda sonora –creación también del versátil Gints Zilbalodis, en colaboración con su compatriota, el virtuoso percusionista y compositor letón Rihards Zaļupe (Talsi, 1983)–, que nos sumerge –nunca mejor dicho– en el encanto melancólico y la extrañeza de este mundo posdiluviano.

Flow (2024), del cineasta letón Gints Zilbalodis, fábula sin palabras sobre la soledad, el miedo y el agradecimiento
"La música nos sumerge en el encanto melancólico del mundo posdiluviano..."

En lo que respecta al diseño y la animación 3D, la película fue realizada completamente con Blender, que es un software gratuito y de código abierto para la creación de contenido 3D que se usa para trabajar en modelado 3D, animaciones, simulaciones, visualización arquitectónica y edición de video, entre otras aplicaciones prácticas. Esta herramienta multiplataforma se utiliza principalmente en industrias como el cine, la animación y los videojuegos. Curiosamente, hasta hace poco tiempo este software no gozaba de mucho prestigio entre los realizadores de la industria, que lo consideraban propio de amateurs, reputación que probablemente el Oscar otorgado a Flow este año haya cambiado para siempre.

Y ya que estamos en el apartado técnico del programa utilizado para la realización de la película, nos gustaría mencionar la técnica de texturas aplicada principalmente a los personajes de la historia: esta técnica, conocida en inglés como toon shaders –que en español se traduciría como «sombreadores de caricaturas»–, reviste a estos personajes con el estilo visual, el aspecto o la sensación de los dibujos animados 2D o los cómics. Es decir, imita la apariencia de los cómics y animaciones dibujados a mano.

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Flow (Straume, 2024)
"Podríamos pasar a detallar la caracterización de cada personaje del film..."

Podríamos pasar a detallar la caracterización de cada personaje del film, comenzando por nuestro pequeño protagonista de grandes ojos amarillos y pelaje gris oscuro, un gato solitario, independiente, pero a la vez desconcertado, vulnerable y temeroso en medio de los peligros de un mundo súbitamente inhóspito, su nuevo entorno acuático. Seguiríamos después con la jauría de perros, entre los cuales, por su temperamento demasiado optimista y amistoso –características de su juguetona raza– para poder albergar prejuicios contra los gatos, destaca un joven y alegre labrador, cuyos conflictos entre su lealtad al clan de origen y su bondad natural nos vuelven inevitable entregarnos a las comparaciones internas con la sociedad humana.

Pasaríamos a continuación al carpincho, dormilón, contemplativo, meditabundo, aparentemente perezoso hasta la pasividad pero en el fondo siempre reflexivo y, gracias a ello, lúcido ante las adversidades –el intelectual del grupo–; seguiríamos inmediatamente con el ave secretaria (Sagittarius serpentarius), alta, bellísima y nívea, conmovedora figura cargada con el peso trágico de su dignidad, justicia y heroísmo; y a reglón seguido nos detendríamos en el excéntrico y codicioso lémur, siempre aferrándose a las posesiones que, hiperactivo, acumula febrilmente, hasta que, como un nuevo Diógenes, descubre que teniendo las aguas de un lago nadie necesita espejos; y llegaríamos por último a la enorme ballena, noble, silenciosa y sabia, tan sabia como para partirte el corazón… pero dado que este articulo no tiene el propósito de espoilearle la película a nadie y que todavía quedan en nuestro verde planeta personas que aún no la han visto, no profundizaremos mas en ellos por hoy.

Flow (Straume, 2024)
"Desde Esopo hasta Samaniego, desde Fedro hasta La Fontaine, los animales han sido protagonistas de las fábulas..."

Desde la Antigüedad hasta el Romanticismo, desde Esopo hasta Samaniego, desde Fedro hasta La Fontaine, los animales han sido protagonistas de las fábulas, y aunque su característica más notable como personajes de este género literario –el ser parlantes– esté ausente en la película de Zilbalodis, que ha respetado sus voces con rigor casi científico, Flow, finalmente, es también una fábula. Una fábula sobre la soledad y el desamparo y el miedo a la muerte, y sobre la dignidad y el heroísmo ante la injusticia, y sobre el respeto y el agradecimiento. Y la ausencia de diálogos (verbales), que acentúa las sensaciones en estado puro en lo que se quiere comunicar, dejando espacio libre a la interpretación, lejos de restarles profundidad, logra sacar del ámbito gastado de los lugares comunes estos temas eternos, devolviéndoles su originaria frescura filosófica.

Altas recomendaciones desde nuestra humilde columna. No se arrepentirán.

Bonus Track / Animación en Paraguay

No quisiéramos cerrar este artículo sin mencionar que todo en la historia de esta producción independiente, desde el recorrido autodidacta (en YouTube) de su creador, Gints Zilbalodis, hasta el muy bajo presupuesto de la realización final, alienta a crear y soñar. Hágalo. (Y, sobre todo, no se olvide de agradecer que por una vez podamos ver una buena historia sobre un gato sin nombre, y sin tener que escuchar el del bendito gato de Schrödinger, que parece que tiene que aparecer en el 99 por ciento de los guiones; si no, no es cine).

En Paraguay, si bien la industria de la animación se encuentra relativamente en ciernes, existen organizaciones que activamente promueven su crecimiento, como Paraguay Animation, que, de la mano de Guille Careaga y Tamara Terashima, busca incentivar la creación local a través de capacitaciones, networking, talleres, eventos y certámenes como los Premios Jaguatá, concurso anual de cortos animados basados en la cultura paraguaya; y productoras como la encarnacena Zet Studios, a cargo de Mathias Maciel y Nicolás Cantero, que lleva años impulsando la animación paraguaya desde la «Perla del Sur» con la producción de cortometrajes animados de excelente calidad; a todos ellos, y a otros más, desde ya estamos intentando contactarlos para ampliar este interesante tema, que bien merece varias columnas como esta.

Flow (Straume, 2024)
"Todo en la historia de esta producción independient alienta a crear y soñar. Hágalo"