Williams no sabe, ni quiere saber, por qué el director pensó en ella para ponerse en la piel de Mitzi Fabelman, una excéntrica madre de familia con vocación de artista en los Estados Unidos de los años cincuenta y sesenta, inspirada en Leah Adler, la madre real de Spielberg.
"No quería saberlo para no estrechar mi visión del personaje", argumenta la actriz estadounidense en un encuentro con un reducido número de medios internacionales, EFE entre ellos.
Pero a la vez confiesa que se empapó de todos los detalles y circunstancias de la vida de Adler que impregnan el personaje. No debió de hacerlo mal porque Spielberg se emocionó viéndola.
"Hay que tener en cuenta que estaba recreando su infancia, su propia casa, con gran nivel de precisión y detalle; para él era como caminar a través de su pasado y rodeado de personas importantes que ya no están vivas, es lógico emocionarse", explica.
En cuanto a ella misma, dice que siente que todos y cada uno de los 30 años que lleva dedicada a la actuación han sido una preparación para este papel; entre otras cosas, le ha permitido reflexionar sobre las dificultades de compaginar la faceta de madre -tiene tres hijos- y de artista.
"Cualquier madre puede entender esa lucha porque todas nos exigimos mucho a nosotras mismas", razona, pero recomienda recordar que "quien eres como madre influye en quién eres en el trabajo y viceversa", y que con un poco de benevolencia, el conflicto puede transformarse en "simbiosis".
Una historia de infancia
La película, que se estrena en España el 10 de febrero, aúna drama, humor, emoción y espíritu lúdico y lleva el sello del creador de "Tiburón", "Indiana Jones", "E.T." o tantos títulos que conectaron con el niño interior de cada espectador.
Pero esta vez Spielberg narra su propia infancia, sus traumas en relación con un secreto que le guardó a su madre durante un tiempo o con el acoso escolar que sufrió por ser judío; y, en medio de todo eso, el descubrimiento del cine como herramienta para controlar sus propios miedos.
Williams también descubrió su vocación a muy temprana edad. Debutó con 13 años en televisión y dice que el cine le ha enseñado no solo a ensanchar su visión de lo que significa ser humano, sino también a aceptarse a sí misma.
"El cine independiente me descubrió la posibilidad del amor propio y la autoaceptación, porque al ver a los personajes de las películas de Cassavetes, tan difíciles y desafiantes y que sin embargo me atraían tanto, pensé que tal vez podría darme algo de eso a mí misma".
De ídolo adolescente a ser candidata al Óscar
A Williams le costó dejar atrás su faceta de ídolo adolescente lograda por su participación en la serie "Dawson crece" a finales de los noventa. Pero en 2005 tocó la cumbre y logró su primera nominación al Óscar gracias a "Brokeback mountain", a la que siguieron otras tres por "Blue Valentine", "My week with Marilyn" y "Manchester by the sea".
Aunque su imagen se asocia a menudo a mujeres que sufren y con una turbulenta vida interior, lo cierto es que las primeras películas que le marcaron y le hicieron querer ser actriz fueron musicales como "Sonrisas y lágrimas" y "El mago de Oz".
"Me atraían porque parecía que lo pasaban bien, que eran felices y sigo creyendo que cantar y bailar te proporciona alegría, porque al hacerlo tu conciencia se apaga, para llevar el ritmo y el tono tienes que dejar de pensar, no puedes sobreanalizar ni preocuparte ni distraerte con otras cosas, y creo que eso es la felicidad y la vida, estar en el momento presente".
Su próximo proyecto, a las órdenes de Todd Haynes, tal vez le brinde esa alegría ya que se trata de una biografía sobre la cantante, compositora y actriz Peggy Lee (1920-2002), autora de canciones como “Fever” o “Whay don’t you do right”.