El director de Frances Ha despliega todos los matices del proceso de la ruptura de una pareja de largo recorrido y con un hijo en común, desde la incredulidad inicial a las discusiones más agrias para llegar, finalmente, a la comprensión y, tal vez, a otra forma de amor. La familia, más allá del matrimonio.
“Escribí esta película de manera que me pusiera yo en su lugar, y una de las cosas importantes que quería contar es que, aunque se separan, el amor está ahí, todo el rato”, explicó Baumbach en rueda de prensa, acompañado por los actores.
No es el único que ha puesto algo personal en el proyecto. Johansson confesó que ella estaba inmersa en su propio proceso de divorcio cuando Baumbach le propuso el papel.
“Estaba saliendo de mi divorcio y aunque hacía tiempo que no veía a Noah, tenemos confianza y yo le estaba contando mis quejas con un vino en la mano cuando él me dijo que tenía un papel que quizá quisiera hacer o quizá no quisiera hacer en absoluto”, contó.
Finalmente resultó una experiencia “muy catártica”, dijo. “Vino en el momento adecuado”.
El empeño en mantener la generosidad y la mirada mutua por parte de los protagonistas es evidente desde ese arranque, cuando cada uno de ellos relata las cosas que le gustan del otro, en lo que después se desvela como un primer intento de resolver las cosas en el salón de un terapeuta.
Pero las buenas intenciones resultan torpedeadas, más allá de por sus propias limitaciones, por un sistema legal que parece concebido para exacerbar la confrontación, y en el que se lucen como secundarios una fantástica Laura Dern, Alan Alda y Ray Liotta, sus abogados.
Actores y director se han referido en particular a una escena de fuerte discusión que condensa la parte amarga del proceso y que tardaron dos días en rodar.
“Teníamos el salón donde transcurre la escena y en la planta de arriba diferentes habitaciones para descansar. No hablamos mucho de ello ni lo analizamos pero lo que puedo decir es que había algo muy teatral en esa escena y en todo el rodaje”, explicó Adam Driver, que saltó al terreno de las superproducciones con la saga Star Wars.
Baumbach señaló que se trata de una escena particularmente coreografiada, muy técnica.
“Pero tener a estos actores completamente entregados y a la vez controlando, ha sido una maravilla, esa escena es quizá la experiencia más gratificante que he tenido como director”, aseguró.
La crudeza se equilibra con el sentido del humor del cineasta, que pone en juego toda su experiencia teatral en el trabajo con los actores y recursos de la “screwball comedy” más clásica.
Entre sus influencias, el director ha reconocido desde Ingmar Bergman hasta el E.T. de Steven Spielberg, “una gran película sobre el divorcio”, ha apuntado.
Laura Dern, que tiene un monólogo afiladísimo sobre las expectativas con las que lidian las mujeres en la pareja, ha subrayado que la película cuente los dos lados de la historia.
“No hay enemigo, hay compasión”, dijo.
Y volviendo a la idea del aprendizaje en la destrucción, Baumbach puso un ejemplo muy gráfico. “Cuando algo deja de funcionar es cuando te paras a pensar, al igual que cuando una puerta no abre te fijas por primera vez en cómo funciona, a través de un divorcio podemos explorar un matrimonio”.