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“El paraguayo es koygua”, “no entiende luego lo que se le dice”. Estas son algunas frases que acostumbramos escuchar con frecuencia, pues resulta que en ocasiones, cuando tratamos de entablar la conversación con alguien que viene del interior, o si vamos nosotros, al realizar consultas nos responden de manera escueta.
El breve ejemplo conduce a una realidad un poco más compleja: a quien habló desde pequeño la lengua guaraní en su hogar y durante toda su vida, si luego le hacen preguntas en castellano, le representa una gran dificultad la posibilidad de explayarse sobre un tema.
Esto mismo ocurre con los niños que van a la escuela y no entienden nada o culminan el periodo de exámenes con bajas calificaciones; quizás solo entiendan guaraní y la profe nada más habla en castellano. Esta situación la han sorteado miles de compatriotas tanto en el nivel inicial como en el universitario cuando llegaron a la tan soñada capital.
En la mayoría de las instituciones educativas se enseña el guaraní como segunda lengua, siendo que aún es la lengua materna de gran parte de la población. Hoy, en el Día del Idioma Guaraní, 25 de agosto, sería importante abordar el debate acerca de la situación actual de la enseñanza y sobre un punto poco mencionado.
Según la magíster en lengua guaraní Eliodora Verón, quien realizó su tesis referente al bilingüismo en la formación docente nacional, nuestra realidad sociolingüística es bastante peculiar, porque tenemos zonas en que la lengua materna es el guaraní, donde debe utilizarse un diseño A, elaborado por el Ministerio de Educación y Ciencias, y el diseño B, que sería para los hispanohablantes, que tienen como lengua materna el castellano.
“En su tesis sobre las percepciones de la formación docente para la educación bilingüe, había llegado a la conclusión de que los educadores no estaban preparados para aplicar el programa de educación bilingüe tal y cual se diseña en nuestro sistema”, expresó.
Relató que en la primera etapa de la reforma se aplicó, y hubo muy buenas experiencias, por lo que a partir de entonces se modificó el programa para dar a luz los tres diseños.
“Que yo sepa, no se aplicó. En los últimos tiempos no leí resultados de la evaluación de la formación docente. Hace 10 años, te puedo decir que todavía la formación docente no contemplaba la capacitación con una competencia bilingüe”, comentó.
La profesora Eliodora Verón, que además ejerce la docencia en un instituto privado como coordinadora del área de guaraní, recalcó que hay una metodología y pedagogía diferentes para enseñar este idioma como segunda lengua, y al hacerlo en todos los casos de la misma manera es lo que conduce al fracaso. “De esa manera una termina formando un semilingue y no un bilingue coordinado que es lo que se pretende”, señaló.
Para un guaraníhablante, cuya lengua materna es este idioma nativo, es necesario que se use el guaraní como herramienta para que se le enseñe las otras materias como matemáticas, ciencias, salud, entre otras. Nada más de esta manera lograría manejar su idioma, expresarte con soltura y llegar a un aprendizaje íntegra.
Sin embargo, hay no solo una falta de capacitación para los docentes, sino también materiales de todas las áreas en nuestro idioma nativo.
Por muchos años, el Ministerio de Educación y Ciencias fue la única entidad que insistió en el uso educativo desde su área. La especialista considera que es necesario el desarrollo de la lengua en todos los ámbitos, que no solo se use en las instituciones educativas, sino también en todas las instituciones del país.
“Desde que se creó la Secretaría de Políticas Lingüísticas, tenemos un órgano rector, pero tiene que ser una política de Estado, no solo una de gobierno o de algún ministerio. Ahora están haciendo muchas alianzas con muchas instituciones. Hay que mencionar que este tipo de instituciones no tiene tanto apoyo económico, y está haciendo un buen trabajo”, indicó.
Somos el único país latinoamericano que tiene dos idiomas oficiales: el guaraní y el castellano. La primera es la lengua de los originarios de esta tierra, y quienes nos legaron la mayoría de sus costumbres y conocimientos medicinales, por lo cual no solo tiene un valor cultural, sino ctambién ientífico.
En la Guerra del Chaco (1932-1935), entre Paraguay y Bolivia, sirvió para una comunicación más privada que no podía ser comprendida por los rivales bolivianos, y que varios historiadores consideran fue de gran ayuda para la victoria.
El guaraní fue también perseguido y prohibido en una época, de lo cual surgió una discriminación hacia “los guarangos”, para denominar supuestamente a gente inferior o ignorante. Esta forma de discriminación no ha acabado del todo hasta nuestros días.
Alguna vez, una persona conocida del vecino país Argentina dijo: “No voy a aprender guaraní, porque a mí, ¿de qué me sirve”, y lastimosamente es el pensamiento de muchos paraguayos capitalinos, que la consideran una lengua obsoleta.
Sin embargo, quienes tienen sus raíces en el campo y no solo miran unos metros de distancia sabrán apreciar que el guaraní es una lengua bastante viva, que cada mañana, durante el mate o el tereré, cuenta historias y chistes como ninguna, recita poesías con tanta melodía, canta canciones que despiertan sentimientos sin igual y describe relatos de amores y guerras de nuestro querido Paraguay, que jamás podrán ser traducidas a otro idioma.