El derecho a disfrutar del nacimiento

El parto es el momento de mayor vulnerabilidad de la mujer. Además de los métodos convencionales de alumbramiento, en la actualidad se imponen nuevas tendencias que apuntan hacia un parto humanizado, respetado, para la mamá y para el bebé.

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Al momento de tener un bebé, toda madre busca ser tratada de la mejor manera posible, para así garantizar que el niño nazca en condiciones ideales. Sin embargo, expertos aseguran que por más que acudamos al sanatorio privado más costoso, existen prácticas arcaicas que perjudican la calidad del parto.

En el esquema mental de la mujer, siempre se tuvo la idea de que el parto es extremadamente doloroso. Pero, ¿tiene que ser necesariamente así? ¿O tal vez con ciertas prácticas de respeto a la naturaleza y a la madre, se puede lograr que el traer a luz a un niño sea un proceso fisiológico normal?

En la actualidad existe una tendencia social que lucha contra la violencia obstétrica e impulsa la naturalización del proceso de parto. Existen diversos métodos, como el parto en el agua, el parto domiciliario, el parto natural, pero todas apuntan hacia un mismo objetivo: que la mujer y el niño sean respetados durante este proceso tan maravilloso del ser humano. Patricia Ruiz Díaz, sicóloga clínica, directora del Centro de Maternidad y Crianza Pachamama y doula (mujer que acompaña a otra durante el parto como su protectora y servidora) nos contó acerca de todos los desafíos que existen en la actualidad, en la lucha por la humanización del proceso de parto.

“Es prácticamente imposible tener un parto respetado, humanizado en un hospital o sanatorio convencional. Es por eso que las mamás que buscan ser tratadas con cuidados y delicadeza tienen un parto domiciliario. Diariamente hay denuncias de maltratos. Hay muchas prácticas que deberían dejar de hacerse hace tiempo y se siguen haciendo, que no facilitan para nada el apego entre el bebé y la mamá. Luchamos por un nacimiento sin intervenciones agresivas para la mamá”, arranca contándonos la experta.

La lucha de la que habla Patricia Ruiz Díaz es contra los mismos médicos, que, según la entrevistada, recurren a prácticas para apurar el proceso de parto que resultan violentas para la madre.

“A la mujer el médico la prepara de entrada pensando en que lo más probable es que vaya a una cesárea. No se le permite libre movilidad a la madre, se le pone una vía sin que ella necesite. Se olvidan de que el parto es un proceso fisiológico natural. No es una enfermedad, sino una situación de salud de la mujer”, mencionó Patricia.

La experta dijo que en la mayoría de las ocasiones, los médicos colocan una vía intravenosa a la mujer para poder hacerle inducción artificial a través oxitocina sintética, de manera a que el parto sea más “rápido”.

“Hay una gran diferencia entre las mujeres que se preparan, que se informan, y las que no lo hacen. Ya en el prenatal, el trato con el ginecólogo es diferente para la embarazada que está informada. Incluso, si no tienen la receptividad esperada con su ginecólogo, les da tiempo de hacer un cambio. Si no sabés nada confiás ciegamente y aceptás lo que tu médico te dice”, explicó la doula.

En el centro de crianza Pachamama se realizan cursos de preparación para el parto, gimnasia prenatal, postparto. Pero por sobre todo, se promueve el parto respetado y natural.

Como otro de los grandes problemas citó la falta de control por parte del Ministerio de Salud Pública a las prácticas de los profesionales médicos.

“Ni hablar de los maltratos verbales, las cosas que les dicen a una mujer que está en el momento más vulnerable de su vida”.

La experta mencionó también ciertas prácticas que se consideran buenas pero que, pensándolo un poco mejor, no lo son tanto. En su esfuerzo porque los bebés se vean aún más preciosos de lo que ya son después de nacer, es común que en los hospitales se los lleven inmediatamente tras el parto a bañarlo, y los traigan minutos o incluso horas después, no respetando la primera hora de vida que, según la especialista, es crítica para el bebé, y lo recomendable es que permanezca piel con piel encima de la madre, por al menos una hora.

Aclaran que esta práctica debe darse con los bebés que nacen sanos, y reconocen que en ocasiones si los niños, por alguna deficiencia, necesitan ser llevados para someterlos a incubación u otro tratamiento de regulación de temperatura.

Para el método de apego mencionado por la especialista, el tiempo mínimo que el niño debe estar sobre el cuerpo de la madre (piel con piel, sin vestirlo) es de una hora, aunque si se puede, recomiendan dos.

Otra utilidad del método de apego es que el tiempo que pasa sobre el cuerpo de la mamá, le permite colonizar de todas las bacterias de la madre que le son familiares, y esto fortalece sus defensas. “Ahí es donde esa primera hora es tan crítica para el niño, más aún si nació por parto cesárea, pues no pasó por el canal de parto”, explica la entrevistada.

“No se le debería separar al niño de la mamá. No se debería bañar al bebé hasta que se le caiga el cordón umbilical. Esto puede tardar hasta dos semanas. Mientras, se tiene que hacer una limpieza nada más”, agrega Patricia.

El bebé nace cubierto con vérnix gaseosa, una especie de grasa que protege su cuerpo. La experta nos explicó que esta es una protección muy importante para el niño. Con el baño inmediato tras el nacimiento, se le quita al niño esa barrera. “No es recomendado hacer esto. Cuando se hace un parto respetado, esa cobertura se seca y se cae sola, para el otro día el bebé ya no tiene nada”, nos explica Patricia Ruiz.

¿Qué pasa si aunque quieras tener un parto normal, el médico te dice que no hay de otra, que solo por cesárea?

Patricia dice que es verdad que hay un porcentaje de trabajos de parto que se complican, y llevan a una cesárea obligatoria, pero, “todas en general estamos preparadas para un parto normal”.

Otro factor es que influye en la preferencia por un parto normal. Desde la perspectiva de la directora de Pachamama, es el económico. “Pese a que la diferencia monetaria no es tan grande entre un parto normal y una cesárea, la diferencia radica en la cantidad de horas que permanece el doctor pendiente de una mujer, y por la cual debe cancelar su consultorio y a otras pacientes”, cuenta.

Las cesáreas programadas son muy utilizadas, pero, ¿alguna vez te pusiste a pensar que, cuando te dicen que estás en la semana 38 y lista para una cirugía, perfectamente podés estar en la semana 36? Sí, ocurre, y esas dos semanas, aunque parezcan pocas, son fundamentales para el completo desarrollo de los órganos del bebé. “Una de las peores cosas que se le puede hacer a un bebé es programar su nacimiento. Solo el niño puede decidir cuando están listos su pulmón y su riñón, órganos que activan el inicio del trabajo de parto”, cuenta la directora del Centro de crianza.

“Cuando hay una cesárea programada, el niño, no está listo, estaba durmiendo, no había contracciones, es un forcejeo contra el cuerpo. El organismo chupa al bebé y es una pelea. Es violento el nacimiento”, describe la experta.

Por este motivo, pide a los padres empoderarse de sus bebés desde el primer minuto. “Nadie le puede llevar a tu bebé a un lugar donde vos no puedas ver. Si la mamá está en cirugía, es el papá quien debe exigir. Tu bebé cuenta solamente con vos”, recomienda.

Además de su trabajo en el Centro de Crianza, Patricia ha acompañado partos domiciliarios como doula. Pero aclara que para realizar un parto domiciliario, la mujer debe estar en perfectas condiciones de salud.

El trabajo de partos humanizados también se realiza en sanatorios privados, a pedido de las madres que contratan los servicios de Patricia.

Los partos en el agua son otra tendencia que se está encaminando en el país. Si bien aún no hubo experiencias, un sanatorio privado de la capital está preparándose para ofrecer el servicio pronto.

Según Patricia, muchos son los médicos que se ofenden cuando se habla de parto respetado, pues aseguran que ellos hacen lo mejor para salvarle la vida al bebé.

Pero la postura de Patricia, y de otros defensores del parto humanizado es que el parto no se limita a que el bebé “nazca vivo, es la calidad. Hay una idea de que el parto es sumamente doloroso, pero eso es solo producto de la mala experiencia en los hospitales. La diferencia entre un parto convencional y uno natural es la calidad, el respeto para la madre y el niño”, explica.

Patricia aclara que la tendencia a humanizar los partos no es nada prohibido, y tampoco tiene ningún riesgo.

Contactamos con el Ministerio de Salud donde nos explicaron que el parto humanizado aún no está reglado por la cartera estatal, pero eso no implica que esté prohibido, ya que es una práctica que se realiza en todo el mundo.

De todos los gineco-obstetras que trabajan en nuestro país, los doctores Rubén Ruttia y Guillermo Ramalho son dos de los que marcan la diferencia y apuestan al parto natural.

Patricia trabaja con ellos, y nos cuenta que la filosofía es “como la mamá quiera, todo. Si no se quiere levantar del piso, tiene el bebé ahí. Nadie le impone que tenga que hacer algo que no quiera”.

En el parto natural, según nos explicó la entrevistada, el médico se adecua a la situación. “Si tienen que tirarse al piso para recibir al bebé, lo hacen sin problemas”.

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