No próximamente: “The Homesman”

Tommy Lee Jones dirige y co-protagoniza un atrapante “western” en el que inmensos paisajes envuelven una historia de violencia, soledad y locura.

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Como es lógico de un género que ha existido durante tanto tiempo, prácticamente desde el nacimiento del séptimo arte, el “western” ha sido retratado desde todos los ángulos a lo largo de la década. Decenas de filmes han glorificado la figura del forajido y del alguacil que imponen sus voluntades a través de las seis balas de sus revólveres, y han sido luego desafiados por otros que descomponen el mito con miradas más realistas a la violencia de ese periodo histórico; hemos visto el género parodiado y animado, trasplantado al presente y llevado a los confines del espacio.

Pero algo que se ha tocado de forma desproporcionadamente poco frecuente es la idea de ese mundo de planicies y cañones fronterizas, de peligros y dureza, desde la perspectiva de gente que no es capaz de enfrentarse con pistoleros en grandes duelos, ni rastrear criminales en las nevadas montañas; el “Salvaje Oeste” visto desde los ojos de alguien normal, en desventaja o directamente débil, algo que no está precisamente relacionado al género sino a factores menos discriminantes.

The Homesman, dirigida por Tommy Lee Jones, ofrece esa perspectiva no tan comúnmente destacada por el “western”, y lo hace sin tomar salidas fáciles a la hora de contarnos su absorbente y ocasionalmente perturbador relato de tristeza, locura, muerte, violencia, solidaridad y esperanza.

Una pequeña comunidad de granjeros se alza en Nebraska, y allí vive Mary Bee Cuddy (Hilary Swank), una mujer de 31 años cuya evidente capacidad para la complicada vida en el Oeste no la resguarda de una profunda sensación de soledad. Vive en una sociedad en la que una mujer de su edad que no está casada es algo atípico, y por más que sea capaz de mucha fuerza y valentía, eso parece afectarla. En una incómoda escena inicial es ella quien propone matrimonio a uno de sus vecinos, quien la rechaza llamándola “plana” y “mandona”, adjetivos que volverá a escuchar en los próximos días.

Pero no todas las personas tienen la fortaleza de Cuddy para afrontar la dura vida de los campos de Nebraska a mediados del siglo XIX, y tres mujeres de la comunidad acaban enloqueciendo ante pérdidas y abusos. El reverendo del pueblo propone llevar a las mujeres a Iowa, donde pueden ser atendidas en una iglesia que cuida de gente con problemas mentales, y cuando ninguno de los respectivos maridos parece ser adecuado para la misión, Cuddy se ofrece.

Entonces entra en escena George Briggs (Tommy Lee Jones), un vagabundo a quien casi linchan por invadir la casa de otra persona. Cuddy lo salva a cambio de que la acompañe a ella y a las tres mujeres en su viaje, diciéndole que hay 300 dólares esperándolo en su destino.

El filme es abrumadoramente oscuro a pesar de no ser particularmente violento. Ciertamente hay escenas de violencia, y momentos gráficamente perturbadores – una de las mujeres enloquecidas mató a su bebé, un acto que Jones decide mostrarnos de forma terriblemente directa –, pero la película impacta más por su violencia psicológica, por la forma en que deja claro que las vastas expansiones de campo deshabitado son peligrosas para muchas personas de una forma muy sutil pero no menos apremiante que una pandilla de indígenas hostiles o depredadores sexuales armados con revólveres.

El filme no pinta el padecimiento de las tres mujeres enloquecidas o el sufrimiento envuelto en estoicidad de la propia Cuddy como una cuestión de género. Su dolor no viene porque son mujeres, sino simplemente porque son seres humanos, y todos los seres humanos tienen un límite de resistencia ante el dolor de perder a alguien, o los abusos físicos, o el aislamiento. Briggs, quien parece mucho más preparado para afrontar la vida en los páramos desiertos de esas tierras aún indómitas no debe su virtual fortaleza a sus cromosomas, sino al hecho de que parece haber renunciado al mundo y al resto de la raza humana, a que evita la empatía - o lo intenta - como si fuera un virus, lo que en sí es otra forma de vulnerabilidad.

Es inspirada la elección de poner en el papel de Cuddy a Hilary Swank, quien es bien conocida por saber interpretar a personajes en los que se debaten fuerza y vulnerabilidad, y la doble ganadora del Óscar brilla en el papel, mientras que el propio Jones trae ese cinismo irritable pero con corazón que es marca registrada suya para darle énfasis y contraste a la aparentemente estoica empatía de Cuddy.

El viaje va evolucionando de una forma que es serenamente trágica, con la evocativa banda sonora de Marco Beltrami y la bella fotografía de Rodrigo Prieto dando un marco que es disonantemente atractivo, con hermosas postales propias del género “western”, largas y meditabundas tomas de inabarcables paisajes. Y por si eso fuera poco, Jones adereza su filme con breves pero memorables apariciones de grandes actores como James Spader y Meryl Streep.

Con The Homesman, Tommy Lee Jones vuelve a demostrar que sabe contar historias tanto como sabe actuarlas. Recomendada.

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THE HOMESMAN

Dirigida por Tommy Lee Jones

Escrita por Tommy Lee Jones, Kieran Fitzgerald y Wesley A. Oliver (basada en una novela de Glendon Swarthout)

Producida por Luc Besson, Peter Brant y Brian Kennedy

Edición por Roberto Silvi

Dirección de fotografía por Rodrigo Prieto

Banda sonora compuesta por Marco Beltrami

Elenco: Hilary Swank, Tommy Lee Jones, Miranda Otto, Grace Gummer, Sonja Richter, John Lithgow, James Spader, Meryl Streep, William Fitchner, Jesse Plemons, Evan Jones, Tim Blake Nelson y Hailee Steinfeld

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