Cargando...
Cuando me doy cuenta de que no puedo escribir el copete de una reseña en solo dos líneas, puedo estar seguro de que el texto va a ser divertido de redactar, pero probablemente largo de leer, así que pido disculpas por adelantado.
Pero es que filmes como Force Majeure, que parte de una premisa increíblemente simple, en realidad están cargados de cosas interesantes qué destacar, y después de todo ese es el punto de estas reseñas semanales fuera de cartelera: destacar filmes interesantes que no llegan a nuestras salas de cine.
La historia de Force Majeure es la de una familia sueca de vacaciones en un “resort” de esquí: el padre Tomas (Johannes Bak Kuhnke), la madre Ebba (Lisa Loven Kongsli) y los hijos pequeños Vera (Clara Wettergren) y Harry (Vincent Wettergren). Su primer día en el resort pasa con la total normalidad que ellos mismos desprenden: Ebba y Tomas son una pareja promedio en apariencia y comportamiento, y parecen llevarse bien, con un amor cuyo fuego pervive pero cuyo brillo e intensidad evidentemente se han opacado un poco ante la rutina de la vida de familia. Sus hijos son similarmente normales, con los ocasionales brotes de hiperactividad y desobediencia propios de su edad, pero sin exageraciones.
Pero sus plácidas vacaciones toman un desagradable giro en su segundo día, cuando a la hora del almuerzo se reúnen en el concurrido restaurante del resort, ubicado en un balcón con una espectacular vista de las montañas. Una explosión en la distancia sobresalta a todos los comensales, seguida por un gran desplazamiento de nieve. “Es una avalancha controlada”, asegura Tomas a su familia, aunque evidentemente con cierto grado de nerviosismo. Otros presentes coinciden, y la mayoría saca sus “smartphones” para inmortalizar el momento. Los encargados del resort “saben lo que hacen”, después de todo.
La escena continúa por instantes que parecen largos minutos, y la avalancha parece cada vez más cercana, hasta que el pánico finalmente cunde entre los presentes. En el caos, Tomas huye, su familia se queda y todo se cubre de blanco.
En una película de supervivencia, Ebba y los niños habrían quedado enterrados bajo la nieve, de alguna forma aferrándose a la vida mientras Tomas intenta valientemente rescatarlos. De alguna forma Tomas quizá hubiera preferido eso a lo que estaría por venir, porque resulta que sí era una avalancha controlada que quizá se salió mínimamente de control, cubriendo inesperadamente el balcón comedor de escarcha pero sin causar daños. Materiales, al menos.
En el momento de pánico, Tomas abandonó a su familia. Lo sabe cuando regresa avergonzado, intentando hacer pasar el momento como algo gracioso con una nerviosa risa que choca contra la fría muralla de decepción de su esposa. Pero se rehúsa a admitirlo abiertamente, y Ebba se abstiene de reprochárselo abiertamente. La vergüenza de él y el enojo de ella quedan anidados bajo un manto de comportamiento pasivo-agresivo mientras las vacaciones continúan.
Con eso como conflicto central, Östlund explora varios puntos de vista igualmente válidos sobre lo que pasó, sobre la naturaleza humana y , y se apoya en un guión paciente y buenas actuaciones para sacar de eso un efectivo, atrapante y sostenidamente angustiante drama (en el buen sentido). De forma similar a la excelente Locke, convierte un drama menor e íntimo en un conflicto épico.
A medida que la tensión entre Tomas y Ebba va creciendo, la mujer gradualmente pierde la capacidad de guardarse la frustración, frustración que crece cada vez más con los persistentes intentos de Tomas de desviar el tema o abiertamente negar lo ocurrido cada vez que ella lo trae a colación, que tiende a ser en situaciones sociales frente a desconocidos.
Östlund luego introduce a otra pareja como contraste casi directo de Tomas y Ebba: Mats (Kristofer Hivju, a quien más de uno reconocerá como el salvaje Thormund de Game of Thrones) y Fanni (Fanni Metelius). Mats y Fanni son lo que Tomas y Ebba quizá fueron alguna vez: aventureros, en una relación aún cargada de pasión y apetito sexual. Mats y Fanni también actúan como el punto de vista del público: como espectadores del conflicto emocional de la otra pareja, ambos ofrecen consejos razonables y opiniones sensatas - postulando, por ejemplo, que es difícil saber cómo uno reaccionaría en una crisis o emergencia como una avalancha –, pero a esas alturas la cosa está fuera de la jurisdicción de la sensatez. Tomas se pasó demasiado tiempo tratando de negar una verdad innegable por vergüenza y Ebba traduciendo su decepción y resentimiento en ataques pasivo-agresivos; quizá una discusión a viva voz en un momento de privacidad hubiera evitado días de angustia, pero ambos se niegan a ceder.
Por supuesto, ningún problema se origina del vacío, y en sus momentos individuales el director nos da vistazos de otros problemas que plagan a nuestro protagonista, como una perspectiva algo cerrada y rígida que Ebba tiene del mundo y una obvia pero no muy llamativa crisis de mediana edad desarrollándose en Tomas.
Eventualmente el filme llega a un desenlace en que la crisis familiar llega a un incómodo clímax y un desenlace que podría prestarse tanto al optimismo como al pesimismo. No me atrevo a decir más al respecto y revelar algo de más a quien esté interesado en la película, pero diré que es un final que parece directo, pero es mucho más ambiguo de lo que parece a primera vista.
Force Majeure es un complejo drama sobre una situación sencilla, y es sencilla y complejamente fascinante.
-------------------------------------------------------------------------------
FORCE MAJEURE (Turist)
Dirigida por Ruben Östlund
Escrita por Ruben Östlund
Producida por Philippe Bober, Erik Hemmendorff y Marie Kjellson
Edición por Jacob Secher Schulsinger
Dirección de fotografía por Fredrik Wenzel
Banda sonora compuesta por Ola Fløttum
Elenco: Johannes Bah Kuhnke, Lisa Loven Kongsli, Kristofer Hivju, Fanni Metelius, Vincent Wettergren, Clara Wettergren, Karin Myrenberg, Brady Corbet, Johannes Moustos y Adrian Heinisch