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Era de noche y el avión sobrevolaba un oscuro territorio estadounidense, concretamente Florida. El vuelo interno partió de Miami y la curiosidad por saber cómo era la ciudad de Pensacola desde el cielo nocturno cobraba cada vez más fuerza.
Las ansias de la primera impresión que causaría una ciudad de 55.000 habitantes totalmente desconocida por muchos culminó a la medianoche del viernes 8 de febrero, cuando la azafata anunciaba el aterrizaje: “Pensacola, la ciudad de militares y playas bonitas (...) Llegamos en 20 minutos”. Las diminutas luces que se asemejan a las navideñas adornaban a una ciudad que no alberga edificios, lo cual ya es notable desde el cielo.
Al dejar el aeropuerto -que calificaba más para un aeródromo internacional que el Silvio Pettirossi- y al día siguiente, durante un recorrido, la percepción de lo que era la ciudad iba cambiando. El clima de 20 grados en pleno invierno justificaba la existencia de las pequeñas casitas de playa y algunos que otros pequeños bazares al estilo tropical y conexiones de puertos.
Menos populosa en relación a otras que tienen costas en los Estados Unidos, el escenario calmo de la ciudad portuaria quedaba demostrado en las avenidas, en su mayoría kilométricas, sin tráfico alocado, la ausencia de transporte público, el movimiento comercial y la forma de andar de sus habitantes.
Un pelícano, muy poco común de observar de cerca, se posaba en el borde de una valla de la Plaza de Luna, ubicada al costado del puerto, meditando sobre su próximo destino. El cálido mediodía de 22 grados nos ubicó en el 'downtown', donde se yergue la primera iglesia de toda Florida -bien conservada, por cierto-, el museo y las casas al estilo colonial intactas en barrios que rodean la Pensacola Bay.
Coincidentemente con la visita, un fin de semana se llevó a cabo una fiesta tradicional originaria de Nueva Orleans denominada “Mardi Gras”. Su nombre deriva del francés, que se traduce directamente al castellano como “martes graso”, pero se denomina tradicionalmente como "Martes de Carnaval".
Esta celebración consiste básicamente en cientos de carrozas desfilando sobre las avenidas principales del centro, desde donde sus ocupantes, con vestimentas alegóricas, arrojaban al aire múltiples chucherías, entre las más características: los collares de colores. Aquel que lograba juntar mayor cantidad y tener el cuello cargado de collares se convertía en el “rey” del evento.
Pero lo más emblemático y quizás lo que hace más popular a Pensacola es la NAS (Estación Aérea Naval, por sus siglas en inglés). Es conocida como la base de la formación inicial básica para toda la Armada, Marina y la Guardia Costera de los aviadores y oficiales de la Marina de vuelos.
Es, igualmente, la base de entrenamiento avanzado para oficiales de vuelo naval y base de operaciones para el Escuadrón de Demostración Estados Unidos (Navy Flight), de los conocidos Blue Angels.
Dentro de la base naval -que parece una ciudad dentro de otra-, en el museo de aviación se exhibe la historia de los mejores aviones del mundo. De más está decir que fue escalofriante ver en persona desde el Blue Angels F18 hasta el helicóptero del presidente Nixon y el Grumman F-14 Tomcat, de la película “Top Gun”. Una visita obligada especialmente para los amantes de la aviación.
Esta ha sido solo una fugaz reseña de lo sorpresivamente atractiva que puede llegar a ser esta ciudad durante un breve recorrido. Pensacola ha sufrido la disputa de su territorio entre países europeos, y hoy, con sus kilómetros de playas de agua cristalina y arena blanca, se ha convertido en un nuevo destino turístico para seguir descubriendo.
La “ciudad de las cinco banderas” es conocida por haber sido colonizada y administrada por España, Francia, Gran Bretaña, EE.UU y los Estados Confederados de América, a lo largo de toda su historia. Fue fundada en 1559 por un explorador español de nombre Tristán de Luna y Arellano. Es oficialmente conocida como el primer asentamiento.
Después de unos 116 años de dominio español, Francia tomó el control de Pensacola desde 1719 hasta 1722.
La colonia se pasó entonces al dominio británico, que temporalmente fue controlado por la Paz de París.
Pensacola también fue nombrada capital de la nueva colonia británica. Estados Unidos, posteriormente, recuperó el control, y la ciudad fue una vez más una parte de la unión de mayo de 1862.