La caída de Alvarenga

Se cumple un año de la destitución de Francisco Alvarenga del cargo de Comandante de la Policía, luego de verse implicado en el desvío de fondos que debían ser destinados a combustibles. El primer máximo jefe policial imputado estando en ejercicio.

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Temprano en la mañana del 20 de mayo de 2015, en la sala de conferencias del Ministerio del Interior, el titular de esa cartera del Estado, Francisco De Vargas, anunciaba lo que era un rumor a voces desde la noche anterior: Francisco Alvarenga era destituido del cargo de Comandante de la Policía Nacional, luego de verse implicado en el escándalo de desvío de fondos que las fuerzas del orden debían destinar a la compra de combustible para algunos de sus equipos especiales.

El escándalo había salido a la luz una semana antes, cuando desde la misma Policía presentaron ante el Ministerio Público una denuncia tras la detección de un faltante de alrededor de G. 1.100 millones que debían ser destinados a la compra de combustibles. La exorbitante suma correspondía apenas al mes de abril de 2015.

De acuerdo a la primeras declaraciones brindadas entonces por la Comisario Elisa Ledesma, jefa de Relaciones Públicas de la Policía, alrededor de 186 tarjetas de combustible habían sido utilizadas para efectivizar el dinero que debía ser destinado al abastecimiento de unidades especiales como Antisecuestro.

En la primera conferencia de prensa, Ledesma insistía en que Alvarenga era el ordenador de gastos dentro de la Policía, pero que el mismo no tenía responsabilidad en el caso y apuntaban al comisario Juan Mendoza y al suboficial Roberto Osorio como los principales sospechosos.

Poco más de una semana después, la versión inicial caía por el suelo.

Una investigación periodística realizada por un equipo de ABC Color comenzó a revelar la lujosa vida que llevaban los implicados en el caso. Osorio, siendo apenas un suboficial, era propietario de una coqueta casa en Fernando de la Mora, una residencia de verano y varios automóviles de lujo, entre ellos una camioneta Audi Q7 por la que había pagado en efectivo.

Osorio ya había sido separado en 2008 luego de ser vinculado a una serie de corruptelas. Sin embargo, varios de los implicados terminarían volviendo a puestos claves una vez que Alvarenga ocupó el cargo de máximo jefe de la Policía Nacional.

El 14 de mayo se procedió a la imputación de Osorio por estafa, producción de documentos no auténticos y enriquecimiento ilícito.

Fueron imputados además el comisario Juan Mendoza, girador de la Comandancia, a cuyo cargo estaba la División de Combustibles.

También fueron imputados los playeros Víctor Ojeda, Derlis González y Gustavo Rodríguez.

El 15 de mayo la Policía Nacional detuvo a Osorio en Ciudad de Este.

El 16, el juez Hugo Sosa Pasmor, a pedido del Ministerio Público, ordenó prisión preventiva del policía en la cárcel de Tacumbú.

Ese mismo día fue imputada Ada Liz da Rosa, esposa de Osorio, en carácter de cómplice por enriquecimiento ilícito.

El domingo 17 de mayo es allanada la vivienda de Nelson Osorio, padre de Roberto Osorio, situada en Fernando de la Mora, Zona Norte, de donde los fiscales Aldo Cantero y Luis Piñánez incautaron varias bolsas de basura que contenían documentos originales, pertenecientes a la Policía Nacional.

Al día siguiente la fiscalía allanó una casa de verano en San Bernardino, inscripta a nombre de Ada Liz da Rosa.

Desde la cúpula policial aseguraban insistentemente que caerían con todo sobre los responsables, aunque varios de ellos formaban parte de hecho del esquema involucrado en el caso. El robo alcanzaba proporciones descomunales.

El escándalo comenzaría a afectar cada vez más a Alvarenga, cuya imagen ya era bastante cuestionada en ese momento. El 19 de mayo, en horas de la tarde, los fiscales que llevaban adelante la investigación allanaron un estacionamiento ubicado bajo la Plaza de la Democracia, en pleno centro de Asunción y a pocas cuadras de la Comandancia de la Policía.

En el lugar se incautaron dos automóviles, uno de ellos, un Mercedes-Benz tipo CLK 230 pertenece al hijo del –hasta ese momento– comandante de la Policía Nacional, Francisco Alvarenga, por lo cual, esa noche el entonces jefe policial fue imputado horas más tarde así como su hijo Francisco Alvarenga Rotela y el administrador de la Policía, Carlos Joel Jara.

El espacio por el estacionamiento de ese vehículo y otros tres era pagado por el suboficial mayor Roberto Osorio, quien trabajaba en la División Combustible de la Policía y aparecía como el principal involucrado del caso.

Alvarenga fue imputado inicialmente por lesión de confianza, en carácter de coautor y luego llegaría otra imputación por supuesto enriquecimiento ilícito.

La investigación de ABC Color revelaría también la buena vida que llevaba Alvarenga, quien pocos meses después de haber asumido como máximo jefe policial, decidió comprarse una estancia en el distrito de Mbocayaty, departamento de Cordillera.

Vehículos de la Policía fueron utilizados para transportar materiales al lugar, relataron en la zona. En Capiatá posee una elegante residencia con garita policial incluida.

Estancias con caballos de alta genética que pueden llegar a costar hasta 30.000 dólares, equipados con ornamentos de hasta G. 30 millones para jineteadas. Pago de adiestradores, residencias de fin de semana con piletas y parques, pago de decoradores de interiores para sus hogares. Adquisición de oficinas y departamentos que llegaron a costar hasta G. 80.000.000. Todo ello había conseguido Alvarenga con su sueldo como efectivo policial.

El de Alvarenga fue el primer caso de un comandante de la Policía imputado por un caso de corrupción estando aún en ejercicio de sus funciones. Para tratar de evitar el “golpe”, el ministro del Interior, Francisco De Vargas, llegó a pedir a la Fiscalía que le dieran 24 horas para destituirlo y después anunciar su imputación. El pedido no fue escuchado.

En lugar de Alvarenga fue nombrado como Comandante de la Policía, Críspulo Sotelo, quien se debía encargar de sancionar a los responsables del escándalo; sin embargo, fue su propio antecesor quien sugirió su nombre para ocupar el cargo de máximo jefe de las fuerzas del orden.

En realidad, ambos son grandes amigos y comparten la pasión por los caballos y las jineteadas. Varias son las fotos en las que aparecen compartiendo sobre sus corceles y también en fiestas particulares. Tras ser sacado e imputado por corrupción, el saliente dio consejos de honestidad al reemplazante que él mismo sugirió.

Días atrás, los fiscales Igor Cáceres y Luis Piñánez acusaron y pidieron juicio oral para el excomandante de la Policía Nacional Francisco Alvarenga y otros implicados en el negociado de tarjetas de combustible.

Alvarenga, que fue acusado como autor de lesión de confianza. Por su parte, el suboficial Roberto Osorio fue acusado por estafa y producción de documentos no auténticos junto con el exgirador Juan Mendoza.

juan.lezcano@abc.com.py - @juankilezcano

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