Ingenio para la delincuencia

El ingenio no tiene límites, y un buen ejemplo para comprobarlo es el penal de Tacumbú, donde permanentemente guardiacárceles descubren curiosas “técnicas” utilizadas por visitantes del reclusorio para introducir objetos indebidos hasta los reos.

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Casi a diario son decomisados un sinfín de materiales de parientes y amigos de reclusos, cuya intención es hacer llegar objetos de acceso restringido.

De acuerdo al director del penal, Artemio Vera, los chips de teléfonos y las drogas son los objetos más preciados por los condenados, por lo que estos son los materiales más decomisados en la entrada al penal.

Uno de los hechos más llamativos se dio en 2013, cuando detuvieron a una mujer que intentó introducir en el reclusorio un pequeño teléfono celular y chips de telefonías dentro de una mandioca.

Al trozo de mandioca le quitaron parte de su interior, haciendo una cavidad exacta para un celular, y recubierta nuevamente con restos de la planta herbácea. Pero, el ingenio de la mujer no superó el detector de metales instalado en la entrada del penal.

En otras ocasiones, los guardiacárceles descubrieron chips de teléfonos en los ruedos de las polleras de mujeres, dentro de las zapatillas y calzados de los visitantes, ocultos en pequeñas aberturas.

Inclusive, a veces hasta los bebés son usados para distraer a los guardias. Tanto así que en más de una ocasión fueron incautados de los pañales tocos de marihuana, crack, pastillas y chips de compañías telefónicas.

El tradicional tereré no escapa al ingenio de algunos visitantes de Tacumbú. Dentro de los termos hay agua fría y remedios refrescantes, sin embargo, entre la capa interna y externa de dicho termo existe una cavidad cubierta con material esponjoso, que es retirado y llenado con drogas, chips o incluso caña, como ya se ha descubierto.

Asimismo, los 'avivados' se valen de técnicas, como por ejemplo, querer introducir bebidas alcohólicas dentro de envases de agua mineral y yogur, los cuales aparentan no haberse abierto. “Es increíble cómo hacen para cerrar estos envases”, expresa Vera.

Otros, en tanto, recurren a la practicidad y pegan drogas y chips en partes de su cuerpo, especialmente en la zona de los genitales para superar el control del penal, que en algunos casos son descubiertos.

El director Vera cuenta que en este aspecto las normativas nacionales les impide el control estricto en los genitales. “Muchas mujeres vienen y nos dicen que están con su periodo menstrual y no podemos intervenir”, afirma. Cuenta que dentro de las toallas femeninas y hasta dentro de la cavidad vaginal se es capaz de introducir objetos, especialmente chips.

Añadió que en ese sentido requieren un escáner para personas, a fin de detectar lo que ellas traen adheridas a su cuerpo. Actualmente en Tacumbú solo cuentan con un detector de metales para bolsos y con la “astucia” de los guardias.

Un dato que no es menor es que en el penal están condenados 10 exguardiacárceles de Tacumbú por comprobarse su complicidad en la introducción de objetos indebidos al reclusorio.

El director de Tacumbú menciona que en el penal están “muy relajados” en cuento a hacinamiento, pues desde que el penal cerró sus puertas a nuevos reclusos el 10 de diciembre de 2013 – por orden del Ministerio de Justicia y Trabajo-, el número de reos bajo de 4.030 a 3.010.

Destacó la reducción de sus “huéspedes”, lo que significa a la par la disminución de “pasilleros” (reclusos que carecen de celdas y duermen en los pasillos), de 750 a 200 aproximadamente.

Vera explica que la resolución de la cartera de Justicia de impedir que más condenados vayan a Tacumbú es por tiempo indefinido, pues la meta es reducir al máximo el hacinamiento.

Como se mencionó, el año pasado existían poco más de 4.000 personas en una cárcel diseñada solo para 1.500 reclusos.

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