Los viajes en el tiempo han formado parte de la imaginación colectiva de la humanidad desde hace siglos, con presencia en la tradición religiosa hindú, en el judaísmo, el islam y el budismo, en la literatura antigua japonesa y, eventualmente, en la literatura occidental de la mano de autores como Washington Irving y H.G. Wells.
Posteriormente, esas inmortales obras literarias sirvieron de inspiración para adaptaciones cinematográficas e historias originales en las que los personajes saltan hacia atrás o hacia adelante en el espacio temporal. Desde el descubrimiento del astronauta George Taylor en “El Planeta de los Simios”, pasando por Superman haciendo girar en reverso la Tierra, un robot asesino enviado para matar al salvador de la humanidad antes de su nacimiento, los viajes de Marty McFly y su icónico DeLorean, algunos de los momentos más memorables del séptimo arte han involucrado viajes en el tiempo.
Este viernes se sumó a la cartelera paraguaya “Cuestión de Tiempo”, un filme dirigido por Richard Curtis -guionista de películas como “Cuatro Bodas y un Funeral”, “Notting Hill” y “El Diario de Bridget Jones”, y director de “Realmente Amor”- en el que un hombre descubre que los hombres de su familia tienen el poder de viajar en el tiempo, una habilidad que utiliza para intentar conseguir una novia.
Con eso en mente, me pareció oportuno recordar algunos otros filmes recientes que, de modos -y géneros- muy distintos, pusieron su giro particular a los viajes en el tiempo.
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Con un estilo gráfico que recuerda bastante a las películas del laureado Studio Ghibli de Hayao Miyazaki, el director Mamoru Hosoda -quien coincidentemente iba a dirigir el filme de 2005 “El Increíble Castillo Vagabundo”, proyecto que finalmente lideró el mismo Miyazaki- estrenó en 2006 “La Chica que Saltaba en el Tiempo”, un filme en el que una estudiante llamada Makoto que, por accidente, gana el poder de saltar en el tiempo.
La película es básicamente un drama romántico con un giro de ciencia ficción y algunos ocurrentes ingredientes cómicos. El título de la película, por ejemplo, es totalmente literal: para volver en el tiempo, Makoto debe saltar con suficiente impulso, y lógicamente pone su recién descubierto poder al servicio de cosas como mejorar sus calificaciones y evitar llegar tarde a clases.
Con una animación atractiva y fluida, personajes entrañables -particularmente la protagonista- y un guión que logra mantener las cosas razonablemente comprensibles aun con una parte final que requiere mucha atención por parte del público, la película fue merecidamente premiada en múltiples ocasiones, y vale la pena tanto para fans del anime como para quienes simplemente busquen una buena historia.
Tres cuarentones amigos desde la infancia y el sobrino de uno de ellos van al lugar donde en los años '80 hubo una legendaria fiesta, y a través de un accidente involucrando una bebida gaseosa rusa y un jacuzzi viajan en el tiempo al momento en que visitaron el lugar décadas atrás.
Esa es la premisa de “Un loco viaje al pasado” (Hot Tub Time Machine), una comedia para adultos que usa su ridículo argumento como una catapulta para lanzar hacia el público una seguidilla casi ininterrumpida de frases hilarantes, personajes dementes y momentos que dan fe de que ninguna idea surgida al azar fue considerada demasiado excesiva. Es un torrente de sexo, drogas, rock, referencias culturales y paradojas temporales.
Combinar esa actitud de “todo vale” con una banda sonora cargada de nostalgia y actuaciones efectivas de parte del cuarteto protagonista (John Cusack, Craig Robinson, Clark Duke y Rob Corddry, quien se roba la película) con apariciones estelares de gente como Chevy Chase y Crispin Glover, resulta en un filme que abraza con total orgullo y sinceridad la ridiculez.
Luego de saltar a la fama con su película de ciencia ficción “Moon”, el realizador Duncan Jones volvió a la carga con otra película de alto concepto.
En “Ocho minutos antes de morir” (Source Code), Jake Gyllenhaal encarna al capitán Colter Stevens, quien despierta en un tren camino a la ciudad de Chicago, sin tener idea de cómo llegó allí, ya que lo último que recordaba antes de despertar era que estaba en una misión en Irak. El resto de las personas en el tren lo ven como otra persona, y a los ocho minutos de despertar el tren explota matando a todos los pasajeros. Entonces es revelado que Stevens está en una misteriosa cabina, donde una mujer le informa que su misión es revivir los últimos ocho minutos de vida de una de las víctimas del atentado, con el fin de descubrir la identidad del responsable.
Con grandes dosis de tensión y acción intercalados con drama bien escrito e igualmente bien actuado, el filme conquistó a críticos de la talla de Roger Ebert y fue un éxito moderado de taquilla. Como la mayoría de los filmes que involucran viajes en el tiempo, esta película requiere de atención para no perderse en los detalles y la lógica detrás de sus giros argumentales, pero quienes lo hagan se verán recompensados con un thriller de los buenos.
Uno de los eternos “tipos duros” de Hollywood (y experimentado viajero en el tiempo, como se vio en “12 Monos”), Bruce Willis, junto con Joseph Gordon-Levitt, uno de los más cotizados actores de la actualidad, interpretan al mismo personaje en diferentes edades en “Looper”, el excelente largometraje de Rian Johnson que merecidamente fue recibido con aplausos casi unánimes de la crítica el año pasado.
El filme transcurre en un futuro 30 años antes de la invención del viaje al pasado. Joe es un “looper”, un sicario que se encarga de matar a las personas que los mafiosos del futuro quieren muertos, pero que no pueden eliminar en su propio tiempo debido a que los cuerpos son rastreados por las autoridades. Un día, llega el turno de Joe de “cerrar” su contrato: el blanco que le llega del futuro es nada menos que él mismo, lo que inicia un enfrentamiento por cambiar el futuro.
“Looper” es de esas películas que invitan no solo a pensar como requisito para seguir la trama, sino a la introspección. Decisiones morales ambiguas son planteadas junto con los tecnicismos del viaje en el tiempo, la trama se complica sin salirse de control gracias al cuidadoso trabajo de Johnson en el guión -uno puede retrasarse un poco por momentos tratando de seguirle el paso al filme, pero la película nunca lo deja atrás-, y Bruce Willis da una de sus mejores actuaciones de los últimos años junto a un siempre efectivo Gordon-Levitt.