El pasajero siempre fue el afectado

Multitudes en las paradas, retrasos en las frecuencias y viajes incómodos, son una constante que gira en torno a la problemática del transporte público en el país. El inconveniente no es nuevo, data ya de décadas atrás.

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Es casi redundante graficar el calvario por el que atraviesan diariamente los usuarios del transporte público que, obligados por las distancias y el colapso de las unidades, deben abandonar sus casas a tempranas horas del día.

El inconveniente principal por el que pasa el usuario, aparte de viajar encogido y en ocasiones colgado de la estribera, es que gran parte de los pasajeros salen exactamente a la misma hora.

Luego de la jornada laboral –o en algunos casos estudiantil– el regreso vuelve a tornarse incidentado. Ubicarse en los asientos del medio –si se consigue uno– implica hacerse paso entre la muchedumbre para conseguir al menos pulsar el timbre. Mientras tanto, al chofer se lo oye pidiendo a los pasajeros pasar “más al medio” para seguir cargando el vetusto vehículo.

Si uno opta por no abordar estas verdaderas “latas de sardinas”, lo único que le queda es aguardar por más de 20 minutos otra unidad, que quizás llegue en las mismas condiciones. Mientras tanto, el tiempo corre y el horario de entrada se acerca.

El jueves 22 de febrero de 1990, hace 23 años, el diario ABC Color publicaba en tapa una noticia en la que informaba que la denominada Comisión Permanente del Transporte solicitó a los ministerios de Industria y Comercio y de Justicia y Trabajo la reglamentación del “horario escalonado”.

En caso de que no se cumpla el horario escalonado, que establecía para los comercios en general que la entrada en horas de la mañana sea a las 8:00 y por la tarde a las 15:00, se apliquen sanciones a los locales.

Las autoridades de entonces atribuyeron al incumplimiento del horario el fracaso de la implementación de esta modalidad.

En la época, ya se catalogaba a la falta de fluidez del tránsito automotor como otro factor “fundamental” que motivaba a la escasez de ómnibus y solicitaban que el escalonamiento de las frecuencias debía ser establecido por la Municipalidad de Asunción.

El Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones de entonces solicitó al Gral. Porfirio Pereira Ruiz Díaz, intendente de Asunción, que defina las nuevas frecuencias de los vehículos.

Luego de quedar definidas por la Junta Municipal, se estableció que la frecuencia de salida sea: cada cinco minutos en “horas pico” y 10 minutos en horas “normales”.

El representante de la llamada Confederación de Empresarios Transportistas (Cetrapam), Regis Cárdenas, negó que los transportistas hayan realizado una “regulada”, haciendo parar varios vehículos con el objeto de utilizarlos en el futuro.

“El mismo dijo que la falta de un espaciamiento adecuado en los distintos horarios de entradas y salidas laborales sería otra de las causas de la poca efectividad del horario escalonado”, publicaba el diario ABC Color, en ese entonces.

Hoy en día, 23 años después, el tire y el afloje entre el Gobierno y el sector transportista sigue dándose en detrimento de los usuarios del transporte. Subsidio, regulada, compensación, amenaza, huelga, paro, obsoleto, deuda, son palabras comúnmente escuchadas en los distintos informativos.

A puertas de una nueva posible huelga del sector transportista, no se avizora una solución al problema. Mientras tanto, Juan y María intentan abordar un bus que podría: dejarlos; llevarlos más allá de la parada; o simplemente transportarlos en la estribera, colgados.

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