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Desde este viernes tenemos en las salas de cine de Paraguay “El Llanero Solitario”, que revive al legendario héroe enmascarado de Texas y a su compañero indígena Toro para una nueva aventura repleta de acción y aventuras.
Además de ser el reencuentro de muchas personas con uno de los héroes de su infancia o juventud, y el primer contacto de muchos más con una de las figuras más importantes de la cultura pop occidental del pasado siglo, esta película tiene la particularidad de marcar una nueva colaboración –la quinta, para ser precisos- entre dos personas que sin duda se han convertido en figuras ampliamente influyentes en Hollywood: el director Gore Verbinski y el actor Johnny Depp.
Se trata de una unión que hasta ahora no ha fallado en producir películas que tuvieron excelentes resultados, sea con la crítica o el público, y en algunos casos con ambos.
Verbinski, actualmente de 46 años, nació en 1964 en Oak Ridge, Tennessee (Estados Unidos), y antes de dedicarse al cine tuvo una breve carrera como músico en varias bandas de rock de la escena local de Los Ángeles, California.
Desde sus años de adolescencia, sin embargo, tuvo afinidad con el cine, produciendo numerosos cortos amateur en formato súper 8.
Su carrera profesional lo vio dando sus primeros pasos dirigiendo videoclips para bandas de música como Bad Religion y The Crystal Method, un trabajo del que saltó a dirigir pautas comerciales para marcas importantes como Nike, Coca-Cola, United Airlines y Budweiser, un comercial que consistía en un trío de ranas croando el nombre de la marca de cerveza; este fue por lejos su comercial más exitoso, e incluso llegó a ser parodiado en un episodio de “Los Simpson”.
En 1997 Verbinski debutaba en el cine con “Mouse Hunt”, estrenada en Latinoamérica como “Un Ratoncito Duro de Cazar”, una comedia sobre dos hermanos que heredaban una casa ocupada por un ratón del que buscan deshacerse, con desastrosos resultados.
La película, protagonizada por Nathan Lane y Lee Evans, era la primera comedia familiar estrenada por el entonces recién fundado estudio DreamWorks, y fue un gran éxito de taquilla, recaudando más de 122 millones de dólares habiendo costado sólo 38 millones de producir.
El film puso a Verbinski en el mapa, y fue encargado con las riendas de “La Mexicana” (2001), una comedia de acción que tenía como protagonistas a Brad Pitt y Julia Roberts, por entonces dos de las estrellas más taquilleras de Hollywood.
Pitt interpretaba a un hombre con una importante deuda que pagar a un temido mafioso (Gene Hackman), por lo que es enviado a México a encontrar una legendaria pistola de gran valor y llevarla a los Estados Unidos, mientras que su novia es escoltada por un asesino a sueldo (el recientemente fallecido James Gandolfini). La película fue presentada por el márketing como una comedia romántica, aunque en realidad la película dista de serlo.
Aunque dobló en recaudación su relativamente bajo presupuesto de producción -38 millones de dólares-, la película rindió por debajo de lo esperado en taquilla.
Ese no sería el caso de la siguiente película de Verbinski. Luego de una comedia familiar y una de acción, el director cambió totalmente de registro y pasó al campo del terror sobrenatural con “La Llamada” (2002), la “remake” de una exitosa película japonesa sobre una maldición que afectaba a las personas que veían un extraño vídeo, que ocasionaba su muerte siete días después.
El film, protagonizado por Naomi Watts, fue un gran éxito mundial, recaudando casi 250 millones de dólares en todo el planeta. Ese mismo año, Verbinski dirigió las escenas finales de “La Máquina del Tiempo”, sustituyendo al director Simon Wells, quien tuvo que descansar debido a cansancio extremo.
Mientras tanto, en los estudios Walt Disney se estaba preparando una adaptación al cine de “Piratas del Caribe”, la emblemática atracción de Disney World, y el productor Jerry Bruckheimer, un veterano de la taquilla con films de éxito como “Armagedón” en su historial, se decidió por Verbinski para ocupar la silla del director, y el cineasta se mostró entusiasmado por poder utilizar la tecnología de efectos especiales para revivir un género de la “época dorada” hollywoodense, por entonces desaparecido.
¿El elegido para encabezar el elenco como el capitán Jack Sparrow? Originalmente el australiano Hugh Jackman, pero los ejecutivos se mostraron reacios debido a que por entonces el actor que había ganado notoriedad interpretando a Wolverine en “X-Men” no tenía aún un nombre muy conocido en Estados Unidos. Finalmente el elegido fue Johnny Depp.
Depp distaba mucho de ser un desconocido, pero también estaba lejos de ser lo que uno podía considerar una estrella taquillera. Hasta entonces, sus filmografía estaba compuesta de films de culto pero de no muy amplio alcance con el “gran público”, películas extrañas y atípicas como “El Joven Manos de Tijera”, “Ed Wood” o “Sleepy Hollow”. Ciertamente era una curiosa elección, y acabó siendo providencial.
En preparación para el rol, Depp investigó a fondo sobre la vida de los piratas del siglo XVIII, y decidió que para él se asemejaban más a las estrellas de rock del siglo XX que a las versiones romantizadas que habían poblado el cine hasta entonces, y decidió interpretarlos como tales, basando su interpretación en Keith Richards, guitarrista de los Rolling Stones. El resultado: el tambaleante y excéntrico pero siempre carismático capitán Jack Sparrow.
Sparrow era algo nunca antes visto; el afamado crítico Roger Ebert diría luego que se trataba de no solo de un pirata como nunca antes se había visto en el cine, sino de un ser humano en general totalmente novedoso. Era tan totalmente contrario a cómo los piratas hasta el momento que asustó hasta al entonces presidente de Disney, Michael Eisner, quien dijo no entender si el personaje estaba perpetuamente ebrio o era gay, y llegó a decir que Depp estaba “arruinando el film”.
“Piratas del Caribe: La Maldición del Perla Negra” presentaba a Sparrow como el capitán derrocado del legendario barco pirata “Perla Negra”, cuya tripulación amotinada había sido afectada por una maldición azteca. Jack, en su empeño de recuperar su barco, une fuerzas con el joven Will Turner (Orlando Bloom), quien busca rescatar a Elizabeth Swann (Keira Knightley), secuestrada por la tripulación maldita.
La película se estrenó en julio de 2003, y se convirtió en un éxito de taquilla a nivel mundial, catapultando a Depp al estatus de estrella global definitiva de forma inmediata, con críticos y audiencias cayendo rendidos ante el film en general y la actuación de Depp en específico.
La película recaudó un total de más de 654 millones de dólares, y logró nada menos que cinco nominaciones a los premios Óscar, incluyendo una para Depp en la categoría de Mejor Actor, premio que finalmente fue otorgado a Sean Penn por “Río Místico”.
En el par de años siguientes, Verbinski dirigió el drama “El Hombre del Tiempo” (2005), con Nicolas Cage y Michael Caine; mientras que Depp se involucraba con otros filmes de éxito taquillero como “Érase una vez en México” (2003, de Robert Rodríguez), “Charlie y la Fábrica de Chocolate” (2005, de Tim Burton”) y “El Cadáver de la Novia” (2005, también de Burton).
Pero luego Verbinski, Depp y el mundo de los piratas se reunían para filmar de manera conjunta dos películas más de la saga “Piratas del Caribe”, subtituladas “El Cofre de la Muerte” y “En el Fin del Mundo”.
En esta ocasión Jack, Will y los piratas en general enfrentan la amenaza de la East India Trading Company del Imperio Británico, que busca acabar con la piratería, y al legendario Davy Jones, capitán maldito del imparable buque “El Holandés Errante”.
Al igual que la saga “El Señor de los Anillos” o las dos últimas “Matrix” antes, ambas películas se filmaron como una sola, lo que significó que el equipo de producción trabajó desde 2005 hasta los primeros meses de 2007 completando las dos películas. El rodaje incluyó versiones a escala real y totalmente funcionales de gran parte de los barcos mostrados en pantalla, incluyendo el “Perla” y el “Holandés”.
“El Cofre de la Muerte” debutó en los cines a mediados de 2006, logrando un éxito taquillero aún mayor y rompiendo la barrera de los 1.000 millones de dólares recaudados en todo el mundo. La reacción de la crítica en esta ocasión fue más dividida, aunque los elogios para Depp fueron iguales, y los críticos aplaudieron también la habilidad de Verbinski para integrar de forma creíble los efectos especiales, incluyendo el impresionante realismo del personaje de Davy Jones (Bill Nighy).
“En el Fin del Mundo” tuvo un éxito de taquilla similar –poco más de 900 millones de dólares- y un igualmente dividido recibimiento por parte de los críticos, con quejas principalmente contra el enrevesado guión lleno de traiciones dobles y triples.
Para cuando la trilogía terminó, Verbinski ya era un nombre de gran influencia, y Depp era uno de los reyes indiscutidos de la taquilla. El actor protagonizaría luego films como “Sweeney Todd” (2008, de Tim Burton), “Enemigos Públicos” (2009, de Michael Mann) y “Alicia en el País de las Maravillas” (2010, también de Burton) antes de volver a reunirse con Verbinski.
Esta vez, la colaboración sería en el debut del director en el cine de animación con “Rango”, un homenaje al género “western” con Depp interpretando a un camaleón con crisis de identidad que se convierte en el alguacil de un pequeño pueblo de animales en el medio del desierto.
La película reflejaba el deseo de Verbinski de hacer algo más sencillo luego de la compleja saga “Piratas”, aunque luego admitiría que subestimó por completo lo difícil que es hacer cine animado. Al contrario de la mayoría los filmes animados, donde los actores graban sus líneas solos y confinados en una cabina, Verbinski hizo que sus actores grabaran como si estuvieran actuando la obra en un teatro, incluso vistiéndolos como sus personajes.
Era no solo el debut de Verbinski en la animación, sino también la primera película realizada por Industrial Light & Magic, uno de los principales estudios de efectos especiales de Hollywood.
La película se estrenó a mediados de 2011, y fue recibida con aplausos casi unánimes de la crítica, con expertos como el ya mencionado Roger Ebert llamándola “una especie de milagro” y alabando su particular estilo visual y sus referencias al género western y a películas ajenas a él como “Barrio Chino” y “Miedo y Locura en Las Vegas” tanto como sus creativas escenas de acción y humor.
La película acabó alzándose con el premio Óscar a la Mejor Película Animada.