De Paraguay a Suecia, con reggae

Su nombre es Javier Manik. Con 16 años dejó el Paraguay, partió a Buenos Aires y, desde allí, desembocó en Suecia, país donde vive e integra la escena reggae.

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Lleva el ritmo en la piel. Influenciado por el genio que fue Bob Marley, un día Javier Manik (41) descubrió el reggae por las calles del suburbio de Buenos Aires. El paraguayo –por entonces con 16 años– había acompañado a su madre a la Argentina, en busca de mejores oportunidades.

Una vez descubierto su vocación musical, decidió recorrer el mundo junto a músicos amigos. Fue así como, por cosas de la vida, llegó a Suecia, país donde finalmente se radicó y afianzó una carrera acompañada por su novia sueca, Lena.

“Siempre me interesó la movida cultural, la unificación de la cultura y de los barrios; y creciendo como adolescente en Buenos Aires, me crié con varios ritmos de música, y el que más me llegó fue el reggae”, menciona Javier, en una entrevista en la Redacción de ABC Color.

Con un crecimiento como artista independiente en Suecia, Manik compone, graba y produce su propia música, con la autogestión como regla. “Creo que la manera en que se mueve hoy en día es en forma independiente, más que con una ‘big company’ discográfica. Sos más libre también”, asegura. “Con eso me empecé a mover hace bastante ya alrededor de toda Europa, y ahora queriendo venir ya a Sudamérica”, agrega, comentando sobre su visita a Paraguay.

Un poco más de 20 años pasaron desde que pisó por última vez nuestro país, aquella vez que partió junto a su madre hacia la capital argentina. Los cambios suscitados en el país, para él, son radicales. “Paraguay ha hecho un paso gigante en cuanto a lo que es; culturamente hablando, aquí está naciendo”, asegura. “Yo creo que, hoy en día, se puede ver que está recién naciendo una cultura fuerte, con otras ideas, con nuevas ideas, en cuanto a todo. Desde la ropa, la manera de vestirse, hasta el pensamiento de ser un poco más consciente en cuanto a la basura, miles de cosas… (…) Y, en cuanto a lo musical, me he encontrado con una aceptación que no me esperaba”.

-¿Cómo ves al público paraguayo?

-Realmente me llevé una sorpresa por la respuesta de la gente, cuando hemos tocado. Hubo mucha respuesta en Facebook, gente que no esperaba… Me dan ganas de volver de nuevo y hacer algo realmente más grande y mostrar que un paraguayo salió a andar por todos lados y una forma suburbana. Me parece una historia interesante para contar.

-¿Qué estás presentando actualmente?

-Estamos presentando un material que grabamos en Suecia y con artistas de diferentes lados; chicos de África, amigos músicos, cantantes, compositores que nos juntamos a componer y grabar algo en forma alternativa. Y ahora lo que estoy haciendo es promocionar ese álbum, saliendo a hacer conciertos unplugged con Lena, mi compañera, que es cantante, también de Suecia.

-Naciste en Paraguay, te criaste en Buenos Aires y construiste una carrera en Suecia. ¿Qué sale de esa mezcla?

-Es un paso muy grande. Pasaron muchas cosas de por medio… nací aquí, mi madre y mi padre son de aquí, toda mi familia (como 30, 40 primos debo tener por aquí). Y mi madre se fue, como muchas paraguayas, a buscar un futuro en ese tiempo, en los años ’70-’80. Se fue para Buenos Aires a buscar un trabajo y yo me crié ahí, en los barrios bajos de Buenos Aires.

Y, después, ya cuando tenía 18 años empecé a juntarme con bandas a tocar. Empecé a hacer música. Después conocí las diferentes culturas que había ahí y, con el tiempo, salió la oportunidad de viajar a Suecia. Fue un cambio muy grande para mí aprender otro idioma. Yo soy un chico muy simple, no he estudiado en grandes universidades ni nada, sino yo he elegido seguir la universidad de la calle, donde también se aprende mucho.

-¿Cuáles fueron los principales desafíos que suscitaron?

-En Europa tuve que aprender a hablar inglés, ahora sueco, para poder comunicarme con otras personas. Eso también me abrió una puerta muy grande, al escribir música en inglés, francés, en otros idiomas, para comunicarme con chicos de otras ciudades. Es un viaje muy largo. Son como 15 años de carrera casi profesional que estoy haciendo.

-¿Cómo se define tu forma de trabajo?

-Nunca me interesó hacer una movida grande. Me habían propuesto muchas veces: ‘te lanzamos, te llevamos al top’; no me interesa llegar al top, sino llegar y hacer una buena historia, porque todo lo que rápido va, rápido baja, entonces para mí la idea es hacerlo más humano, consciente, dar un mensaje consciente de lo que pasa en la sociedad para darles a las nuevas culturas que vienen ahora, las nuevas generaciones, una esperanza de que se puede vivir de una forma alternativa, de que no tenemos que seguir un régimen de la sociedad que nos impone, sino que se puede vivir de una forma alternativa… y también hay que ser constante nada más con lo que uno hace.

-¿Cómo fuiste ganando esa experiencia?

-Tocando mucho en la calle. Me pareció lo más original y realmente le llega a la gente cara a cara, face to face, no es como el superstar, sino estar ahí con la gente; y eso parece que es más importante hoy en día, o más original, porque vivimos en un mundo muy globalizado, donde todo es perfecto. Y yo creo que la vida no es perfecta. Somos como somos y me gusta mostrarme simple con la gente.

-¿Cuáles son tus principales influencias?

-Obviamente, Bob Marley, es uno de los pilares en cuanto a la conciencia de lo que estamos viviendo. Marley dejó plantada una semilla muy fuerte, que hoy en día –40 años después– está mucho más fuerte, y hay muchos, no solamente él. Hay muchas bandas que me han influenciado en cuanto al estilo, o en cuanto a entender la música reggae, en Jamaica.

-¿Te sentiste discriminado alguna vez?

-Sí, con 16 años, en Paraguay. Era una adolescente con pelo largo, y todos me miraban bastante mal. Pero lo mismo me ha pasado en Argentina y en Suecia.

Siempre hay gente que tiene prejuicios; yo creo que son miedos. La gente, en realidad, te juzga porque tienen miedo a lo desconocido. Y yo tengo un look que es como muy impactante para muchos, pero hoy en día ya todo el mundo sabe lo que es una ‘rasta’, lo que son dreads… Aquí (en Asunción), ahora por la calle me dicen: ‘Hey, ¡qué buenas tus rastas!’ El paraguayo con las rastas más largas (risas).

-¿Algo puntual que te haya sorprendido?

-Me llamó mucho la atención también la estética de los bares (…). Ya no está el pensamiento de hacer una súper ‘discotec’ para ricos, o algún lugar tan bajo, (sino) buscar un lugar medio donde cualquiera pueda ir, con cualquier look, que no importa cuánta plata tengas, lo que importa es la persona. Y eso, realmente, es lo que yo busco. Me gusta tocar en lugares así, donde todos estamos mezclados, donde todos estamos iguales. Porque todos somos iguales.

Javier no se considera rastafari, dice que no tiene religión, pero rinde culto a la felicidad, el cuidado a la ‘Pachamama’ (el culto a la naturaleza) y el respeto mutuo, sin fronteras. “Yo nunca me sentí de acá ni de allá; yo quiero a cualquiera de donde sea… eso lo aprendí viajando: que las frontera no existen”.

Descubrí mejor la música de Javier Manik desde sus cuentas oficiales en YouTubeFacebook y MySpace

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