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Nahuel y Érica son maestros de artes plásticas de la Escuela de Magisterio de Bellas Artes en Argentina. Su pasión por la música y el teatro los llevó a conocerse en la misma institución y desde hace seis años son novios.
Este año decidieron salir juntos a conocer el mundo que los rodea y nutrirse de las expresiones artísticas en los diversos pueblos y sus respectivas culturas. Para ello, dejaron su casa y sus bienes en Buenos Aires y emprendieron la travesía hacia Paraguay, cargando en sus mochilas solo los elementos básicos.
“Quería salir de la rutina, del trabajo, salir y mostrar a la gente lo que hago, con la compañera con quien viajo. Somos artistas varieteros, hacemos un poco de todo. Se puede viajar por lo que uno ama y transmitir eso: amor”, afirma Nahuel (29), durante su estadía en el país, ofreciendo su arte a pobladores de Loma San Gerónimo de Asunción.
Para este maestro de artes plásticas, existe magia en todo lo que nos rodea, en el calor de la gente, sea de la nacionalidad que sea, pese a las injusticias y aberraciones que los pueblos afrontan.
Ahora bien, ¿cómo hacer para simplemente dejar todo atrás y hacer frente a un viaje hacia lo desconocido, prácticamente sin dinero? Érica sostiene que al hacer uno lo que ama, aquello tan necesario viene por sí solo.
“Las cosas materiales siempre van a faltar. De repente tenemos un alquiler, un trabajo, que ni siquiera es nuestro, y hay que tomar la decisión de decir ‘yo puedo’, aunque tengamos miedo. Nosotros también tenemos miedo, y hay que entender que eso es la brújula. Cuando uno tiene miedo, lo enfrenta. ¿Qué da miedo? ¿Que no tengamos qué comer, que no consigamos monedas en nuestro viaje? Pocas veces nos ha pasado eso porque siempre hay gente que nos aloja, que te da ropa. La gente es buena, es dadivosa, ve que haces las cosas de corazón y te da una mano”, explica.
Para esta pareja de aventureros, la vida rutinaria no es vida si realmente no lo deseás. Entonces se preguntan para qué perder el tiempo en cosas que uno no ama.
Lo mejor es pensar en el hoy -dice Nahuel-, pues hoy despertamos, mañana no sabemos.
“La vida es un abrir y cerrar de ojos. Para mejorar la vida de uno se tiene que pensar en el presente porque la cotidianeidad lo lleva a uno a especular en el mañana, y ciertamente el mañana no existe”, argumenta Nahuel.