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Sin prejuicios y con admiración. Así se muestra Berta Rojas cada vez que se le pregunta por cualquiera de los jóvenes artistas a los que invitó el viernes pasado a una presentación especial a beneficio de la fundación Dequení. Acompañados por los integrantes de la Orquesta Sinfónica Nacional, y con la dirección y arreglos del argentino Gustavo “Popi” Spatocco, subieron al escenario el vocalista de Kchiporros, Roberto “Chirola” Ruiz Díaz; los hermanos Javier y Jaime Zacher (de Salamandra y Bohemia Urbana, respectivamente) y la vocalista Andrea Valobra.
“Son jóvenes que fueron en busca de su propia melodía, como Ana Lucía”, refería Berta Rojas al mencionarlos, después de una versión instrumental de esa canción.
Repletos de aplausos y con una profunda emoción, Rojas y sus invitados compartieron con el público una jornada absolutamente sui generis. “Para mí es muy importante el trabajo que ellos hacen porque ellos tienen una canción propia. Y eso me parece que es muy importante, porque contribuye a acelerar un crecimiento dentro de la escena nacional paraguaya”, dice Berta, pocas horas después del atípico recital.
El repertorio incluyó canciones de los autores como Agua y sal (La de Roberto), Solito (Salamandra), Todo va a estar mejor, Ypacaraí (Bohemia Urbana) y Ella (Andrea Valobra). “Ellos van haciendo un camino que es diferente, que no consiste en copiar a otros grupos o copiar arreglos, sino en producir algo personal que puede tener tanto éxito y puede ser coreado por miles de personas, como está sucediendo con músicas. Así que, sinceramente, me siento muy contenta con ellos”, asegura la guitarrista.
Lejos de barreras que los distancie, Rojas siguió a lo largo de los años la carrera de sus colegas. Y fue testigo -a través de los medios, quizás- de su permanente evolución. De los Kchiporros, por ejemplo, relata que “empezaron haciendo La bandida. Ellos no pensaban que esa música iba a ser lo que fue. Ellos llegan a la música de un modo totalmente casual: el éxito les fue llevando”. Sin embargo, dice, Ruiz Díaz “empieza a estudiar, a formarse, a darse cuenta de su potencial compositivo”. Y hoy rescata el valor de sus materiales.
“¡Fue una locura!”, dice -por su parte- Javier Zacher, líder de Salamandra, con la adrenalina todavía reinante después del show. “Con Cachito (Galeano, bajista del grupo) nos íbamos a estudiar guitarra clásica y ‘el cielo y las estrellas’ siempre fue Berta Rojas. Que la música nos haya unido en este punto de la vida fue algo realmente muy hermoso, muy maravilloso”, comenta.
Berta rescata uno de los más lucidos momentos del show: la versión de Solito arreglada por Spatocco. “Te juro que me emocioné profundamente, y la gente se emocionó”, confiesa. “Para mí, fue uno de los momentos más hermosos del show. Se sentía la fuerza que venía de la gente (...). Ahí te dabas cuenta cómo Solito llegó a todos los estratos. Es una canción que hizo una presencia transversal en nuestro país, y a mí me encanta eso”.
¿Algún proyecto discográfico en conjunto? Rojas no descarta el acontecimiento, pero prefiere mostrarse concentrada en su plan actual: recorrer el mundo con su repertorio y su más reciente producción, Felicidade. “Estoy haciendo un viaje por las Américas con mis discos. Acabo de lanzar el disco... Todavía estoy como muy cansada para pensar ahora mismo en un proyecto discográfico, pero todo puede ser”, adelanta.
¿Su próxima aventura? Llegar por primera vez a China, antes de volver a México y Estados Unidos por una temporada. “Creo que los paraguayos tenemos que apostar más a lo nuestro, difundir mucho más lo que hacen nuestros compatriotas, no porque sean paraguayos, sino porque realmente son muy buenos”, reflexiona.
La artista no deja de darle el lugar que ocupan los medios de comunicación en esa misión e insta a las radios a pasar música local. “Me gustaría que los operadores se enamoren, les den espacio, de modo que la gente la escuche, y se vaya haciendo parte de su vida. Porque necesitan escuchar (un disco) varias veces para que se vaya incorporando... Por ahí se pasa una vez, porque son nuevas, y después ya no se pasan nunca más”.