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“¿Qué es un fantasma? Un evento terrible condenado a repetirse una y otra vez, un instante de dolor, quizá algo muerto que parece por momentos vivo aún; un sentimiento suspendido en el tiempo, como una fotografía borrosa, como un insecto atrapado en ámbar”.
Las líneas anteriores son dichas por el personaje del actor argentino Federico Luppi en la película de terror de 2001 “El Espinazo del Diablo”, cuyo argumento trascurría en la España franquista, en un orfanato donde acechaba el espíritu de uno de sus viejos inquilinos. Coincidentemente la película fue dirigida por el cineasta mexicano Guillermo del Toro, quien un año después cimentaría definitivamente su reputación en Hollywood con “Blade II” y luego estrenaría “HellBoy” y su secuela, y la aclamada “El Laberinto del Fauno”.
Del Toro es, casualmente, el productor del nuevo filme que trae a los fantasmas de vuelta a las salas de cine de Paraguay, “Mamá”, una adaptación del director argentino Andy Muschietti de su propio cortometraje del mismo nombre, que en menos de tres minutos logró impresionar lo suficientemente a del Toro para que este lo apadrinara en su transición al largometraje.
La interrogante de si existe o no vida después de la muerte es una que ha estado presente probablemente desde las etapas más tempranas de la humanidad, y lógicamente no ha dejado de afectar las creencias y expresiones artísticas.
De mitos de tiempos inmemoriales se valieron autores de ficción de antaño, de estos los autores más modernos, y de los trabajos de estos autores se valió el cine para trasladar, actualizar y contar de nuevo viejas historias como nuevas.
¿Qué hay después de la muerte? La creencia que se trasladó a las páginas, y luego a las pantallas, era que en muchos casos la muerte no era el final del camino, ni el paso de una persona a un mundo mejor, sino que por alguna razón –la más común de las causas es algún acontecimiento terrible– un espíritu podía quedarse atrapado en nuestro mundo, pero como algo que no está vivo, algo que es cuando no debería ser.
En pocas palabras, algo que no podemos acabar de entender, y lo que los seres humanos no entienden, generalmente lo temen.
Apariciones fantasmales han estado en el folklore de la mayoría de las civilizaciones del mundo por siglos, desde las “cacerías salvajes” de la mitología europea, grupos de cazadores espectrales con los que los europeos medievales explicaban fenómenos como las tormentas, y que luego fue cambiando de acuerdo a las cambiantes creencias, llegando a representar cosas como una hueste liderada por el mítico rey Arturo o a sabuesos del Infierno dando caza a los herejes o a los no bautizados en la fe cristiana.
Los ha habido vengativos como el legendario jinete sin cabeza que en la mitología europea fue el equivalente de la Parca, mientras que en el folklore estadounidense se convirtió en el espíritu de un mercenario de la Corona inglesa decapitado por un cañonazo durante la guerra de independencia norteamericana, que acecha a los jinetes en la noche para quitarles sus cabezas; no pocos recordarán el filme de Tim Burton “Sleepy Hollow” (1999), el cual se centraba en la leyenda norteamericana.
Este tipo de espectro suele ser el más común en mitos y cultura popular: el tipo vengativo, como las casi innumerables “damas de blanco” que generalmente son mujeres asesinadas o que se suicidaron, y que aún después de su muerte continuaron acechando en busca de retribución; una variante recientemente vista en cines de todo el mundo fue la película de 2012 “La Dama de Negro”, protagonizada por Daniel Radcliffe, quien interpreta a un joven abogado que va a una aislada casa en la costa británica y es acosado por el espíritu de una mujer que encontró allí su muerte.
Ese es también el caso, al menos en parte, de la película citada en los primeros párrafos de este texto, “El Espinazo del Diablo”, como también la premisa básica de numerosas “kaidan” o historias japonesas de fantasmas, en las que generalmente son personas que en vida fueron indefensas y sufrieron un cruel destino, resurgiendo para tomar venganza.
Esto se puede notar con frecuencia en la mayoría de las cintas de horror japonesas con elementos sobrenaturales, que en los últimos años ganaron un enorme grado de popularidad en el resto del mundo por desviarse de los sustos y las amenazas más viscerales del terror occidental y concentrarse más en el aspecto psicológico, en un terror intangible, mucho más incomprensible; varios de estos filmes alcanzaron tal popularidad que tuvieron “remakes” occidentales. El caso por excelencia es “La Llamada” (2002), aunque hubo numerosos otros ejemplos populares como “El Grito” (2003).
A veces son de naturaleza más ambigua, como el caso del influyente filme de Stanley Kubrick “El Resplandor” (1980), una película que –como gran parte de la filmografía del legendario cineasta británico- ha sido objeto de numerosas interpretaciones y análisis a través de los años. En la película Jack Nicholson interpreta a un escritor que se muda con su esposa y su hijo –quien tiene poderes sobrenaturales– a un aislado hotel donde el padre comienza a perder la razón y extrañas cosas ocurren en el edificio, incluyendo la aparición de figuras fantasmales.
No son pocos quienes consideran que los fantasmas que ve Jack –vistos generalmente sólo en los reflejos de cristales o espejos- en realidad no son tales, sino que son simplemente manifestaciones de la mente fracturada del personaje de Nicholson, aunque esto se puede discutir observando que no hay espejos presentes cuando los demás personajes ven apariciones.
El impacto de algunas películas ha sido tan grande que muchos creen que las mismas producciones han sido maldecidas a causa de sus temas: el caso más conocido es el del exitoso filme de terror de 1986 "Poltergeist" (producido por Steven Spielberg) y sus dos secuelas, que han sido objetos de tales rumores dadas las muertes de varios de sus actores luego de los rodajes.
En total, cuatro miembros del elenco de la saga murieron prematuramente: la actriz Dominique Dunne, estrangulada por su pareja; Heather O'Rourke, fallecida a los 12 años a causa de un shock séptico; Julian Beck, de 60 años, muerto a causa de un cáncer estomacal; y Will Sampson, de 53 años, quien pereció semanas después de recibir un transplante de pulmón.
No se puede dejar de mencionar ejemplos en los que los realizadores juegan con las expectativas del público para sorprendernos con la auténtica naturaleza de los fantasmas, como en el caso de taquilleras películas como "Sexto Sentido" (1999) o "Los Otros" (2001), aunque mucho más no se puede decir de esas películas sin arruinar sus grandes sorpresas.
Sin embargo, el cine no siempre ha retratado a los fantasmas en una luz negativa, sino que en muchos casos son personajes inofensivos e inclusive benébolos.
Esto es más habitual en comedias o películas dirigidas al público infantil como los filmes de "Gasparín", donde el personaje titular es un amigable espectro que intenta ayudar a los nuevos inquilinos del lugar en el que vive, ante los abusos de sus hermanos mayores.
También existen ejemplos de tinte romántico, siendo probablemente el caso más conocido el taquillero filme de 1990 "Ghost", en el cual Patrick Swayze encarna a un hombre que es asesinado y se aferra a este mundo para hacer justicia y por amor a su prometida (Demi Moore).
Como sea que se los represente, los fantasmas parecen no estar dispuestos a abandonar las salas de cine pronto, sea para hacernos reir, llorar o, más habitualmente, tenernos en constante tensión, escaneando con los ojos cada escena, buscando algo que no debería estar allí.